Iniciamos este tema la semana anterior con san Juan 10:14:16 “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen… Mis ovejas oyen mi voz…y me siguen”. Y afirmábamos que si somos seguidoras de Cristo, hemos escuchado Su voz, hemos sentido que El habla a nuestro corazón o en nuestra mente, sino es así, entonces hay serios indicios de no ser una seguidora de Él porque Jesús dijo: : “Los que son míos, me conocen y me escuchan”.
Es necesario aprender a escuchar la voz de Dios que nos habla en las Escrituras, por eso hoy iniciamos con esta cita del Sal 37, 4: “Deléitate en el Señor y él te concederá los deseos de tu corazón.
En el diccionario encontrarás, que deleitarse significa “dar gran gozo o placer a; ser altamente satisfecho, a sentir regocijo. En hebreo, el lenguaje del Antiguo Testamento, hay varias palabras que se traducen como deleite, que enriquecen su significado.
Una de esas palabras, se encuentra en el Salmo 1:2, “Su deleite está en la ley del Señor”, y significa “algo muy valioso. Quien pone gran valor en la Palabra de Dios experimenta el deleite.
Se encuentra también en el Salmo 40:8, “Me delito en hacer tu voluntad, Oh mi Dios; tu ley está en mi corazón” y se refiere a uno que “se inclina a hacer algo” o “se doblega ante eso.”
En el Salmo 37:4, la exhortación para “deleitarte en el Señor”, se traduce de la palabra hebrea anag, que significa “ser suave o flexible”.
Cuando tratamos de unir estos significados a los versículos, llegamos a la conclusión, que cuando uno se deleita en el Señor y en su Palabra, valora la Palabra de Dios de tal manera, que se inclina a tener un corazón y una mente flexibles, para vivirlas, entonces es tiempo de deleitarse en el Señor, a través de leer su Palabra, meditar en ella y vivirla.
Aprender a escuchar la Voz del Señor, viene como lo vimos en la reflexión anterior por conocer más su Palabra.
En el Génesis , podemos ver cómo Dios se aparta un paso del lienzo de su Creación siete veces , admirando su obra y considerándola muy buena. Esa es la primera reacción del Todopoderoso ante su Creación . Es la primera emoción que Dios expresa y de la que tenemos registro :
“Dios vio que la luz era buena… Gen 1, 4
“Dios llamó al suelo seco tierra y al depósito de las agua mares. Y vio Dios que esto era bueno”. Gen 1, 10
“La tierra produjo hortalizas, plantas que dan semillas y árboles frutales que dan fruto con su semilla dentro, cada uno según su especie. Dios vio que esto era bueno.” Gen 1, 12
“Dios las colocó en lo alto de los cielos para iluminar la tierra, para presidir el día y la noche y separar la luz de las tinieblas; y vio Dios que esto era bueno..”Gen 1, 17-18
“Dios creó entonces los grandes monstruos marinos y todos los seres que viven en el agua según su especie, y todas las aves, según su especie. Y vio Dios que todo ello era bueno.” Gen 1, 21
“Dios hizo las distintas clases de animales salvajes según su especie, los animales del campo según su especie, y todos los reptiles de la tierra según su especie. Y vio Dios que todo esto era bueno.” Gen 1, 25
“Dios vio que todo cuanto había hecho era muy bueno. Y atardeció y amaneció: fue el día Sexto. “Gen 1, 31
Bueno viene del término hebreo tob y significa gozo indecible. Deleite puro .
Esa primera emoción es la que marca el tono, la que establece el parámetro. Dios se deleita en lo que hace y quiere eso mismo con nosotros. Quiere que nos deleitemos en su creación. Que nos deleitemos los unos en los otros. Y, por sobre todas las cosas, que nos deleitemos en El.
Las disciplinas espirituales por lo general, comienzan como tales, pero tarde o tempranos se convierten en deseos si te deleitas en el Señor. Nos deleitamos en el Señor si como ovejas escuchamos su Voz.
En el Sermón de la Montaña, Jesús reveló una secuencia sobrenatural que es inviolable. Dijo: “Más bien, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas les serán añadidas” (Mt 6, 33) Sin embargo, muchas veces leemos esto de atrás hacia adelante . Queremos todo lo que el mundo nos ofrece y, recién entonces buscamos a Dios. Sin embargo, no es esa la forma como funciona. No podemos buscar a Dios en segundo, tercero o décimo lugar y esperar que nos otorgue los deseos de nuestro corazón. Debemos primero, como Betanias, Amar a Dios sobre todas las cosas , como dice nuestro nuestra segunda segunda regla, eso nos lleva a buscarlo, como busca la oveja a Su Pastor.
Buscar a Dios primero es deleitarse en el Señor , es dejarse amar por el,como dice nuestra primera regla.
Buscar a Dios primero es darle a él la primera palabra y la última.
Buscar a Dios primero es asegurarse que su Voz es la que suena más fuerte en tu vida.
San Pablo en Fil 3, 8, dice: “Más aún, todo lo considero al presente como peso muerto, en comparación con eso tan extraordinario que es conocer a Cristo Jesús, mi Señor. A causa de él ya nada tiene valor para mí, y todo lo considero como pelusas mientras trato de ganar a Cristo.”
Es entonces y solo entonces que Dios nos hablará en el lenguaje de los deseos. Cambiará nuestros deseos , los intensificará y hará surgir nuevos deseos dentro de nosotros . Esos deseos , se convierten en realidad en brújulas espirituales para nuestra vida, con las que navegaremos en la voluntad de Dios. Y entonces lo haremos amar, nuestra tercera regla.
La vida es demasiado corta como para hacer lo que no te gusta, así que haz lo que te encanta hacer. La clave está en encontrar ese lugar en que se superponen e los dones con los deseos. Los dones que Dios nos ha dado, son aquellas cosas que mejor sabemos hacer. Y los deseos divinamente otorgados son aquellas cosas por las que sentimos pasión. El punto en donde se cruzan esos dones y esos deseos será el punto sensible
En Romanos 12, 6-8 San Pablo nos exhorta a usar los dones que Dios nos ha dado para ir tras los deseos que Dios inspira en nosotros.
Identificó tres características que deberían definirnos como cristianos:la generosidad , la diligencia y la alegría. No importa lo que hagamos, son estos tres adjetivos los que deben calificarnos.
Generosidad: proviene del termino griego haplotes que significa ir más allá del llamado del deber. Es la milla extra.
Alegría: proviene de hilarantes que significa silbar mientras trabajas. El Papa Francisco nos explica que la alegría, «es la respiración, el modo de expresarse del cristiano». Hizo notar que la alegría «no es algo que se compra o yo la hago con el esfuerzo: no, es un fruto del Espíritu Santo». Porque, recordó, Quien causa «la alegría en el corazón es el Espíritu Santo».
Y la tercer es la diligencia que viene del griego spoude que es mantener la mirada atenta al detalle, a la excelencia, mostrando atención y conciencia en todo lo que hagamos.
La diligencia implica que nos deleite lo que hacemos. Y cuando sucede eso, todo lo que hacemos se transforma en un acto de adoración. Ser diligente es hacer lo que hacemos con un medida extra de amor, como lo hizo la Virgen María en las bodas de Caná.
Las emociones, también son buen compañero de viaje cuando nos deleitamos en el Señor. Ignorarlas equivale a ignora la Voz de Dios . Dios habla a través de nuestras lágrimas, sean de tristeza o de gozo .
Nehemias 1, 4 nos dice que este lloró cuando se entero de que las murallas de Jerusalén estaban destruidas.
Las lágrimas nos sirven muchas veces de pistas para ayudarnos a identificar los deseos que Dios nos da. Lo mismo nos sucede con la justa indignación. Cuántas veces nos molesta la injusticia porque tenemos sintonizadas las emociones con los deseos de nuestro Padre.
Muchas veces se nos rompe en corazón por las mismas cosas que se le rompía a Jesús. También el corazón debiera de dar un salto cuando estamos llenos de gozo.
Pero sí es importante que aprendamos a canalizar las emociones correctamente pues aunque Dios utiliza las emociones para guiarnos, muchas veces es difícil discernir el lenguaje de los deseos, ya que como humanos tenemos motivos mixtos y una infinita capacidad para engañarnos a nosotros mismos, por lo tanto vamos a numerar algunas señales de advertencia que nos pueden ayudar en este trabajo.
- Analiza tu ego antes de darle entrada: Tenemos que dejar el ego en el altar todos los días . Si no lo hacemos, caeremos en la trampa de la comparación, y no lograremos mucho para el Reino de los Cielos porque todo tendrá que ver con nosotros mismos.
- Si lo quieres demasiado, tal vez seas por las razones equivocadas: quizás se ha convertido en un ídolo para ti. Cualquier cosa que desee más que a Dios, es un ídolo.
- La emoción es buen sirviente, pero pésimo amo: es importante, por eso no tomar decisiones en momentos emocionales. Es en ese momento cuando se vuelve tan esencial el noveno fruto del Espíritu , la templanza. Es como un guardia emocional, que controla las emociones.
- Para saber si un deseo proviene de Dios puedes discernirlos descifrando sin con el tiempo se intensifica o se diluye: es de sabios dar tiempo y observar si el deseo se hace más fuerte o más débil. Si te deleitas en el Señor y el deseo pasa la prueba del tiempo porque se hace más fuerte, hay grandes probabilidades de que sea algo bueno y provenga de Dios
- Llegamos más lejos con un poco de inteligencia emocional : la inteligencia emocional es como un sexto sentido. Y aunque difícil definirla, Jesús es que establece el parámetro. Nadie podía leer a la gente como Jesús. Nadie estaba más en sintonía , más en contacto con los demás. El anticipó las objeciones de los fariseos y les cortó el paso con preguntas brillantes. También discernía los deseos de los que sufrían y les ofrecía sanidad.
La mayoría de nosotros pierde el contacto con lo que somos en realidad y con qué queremos en verdad. En vez de seguir los deseos que Dios os da dirigidos a la individualización, la voz de la alegría queda ahogada por la voz de la conformidad, ello porque nos preocupamos demasiado por lo que pueden pensar los demás, lo cual constituye evidencia de que no nos preocupamos mucho por lo que piense Dios. Es el temor al otro lo que impide que oigamos la Voz de Dios y la sigamos. Permitimos que las expectativas ajenas venzas a los deseos que Dios ha puesto en nuestros corazones. ¿Cuál es el resultado de eso? Que los deseos quedan sepultados a dos metros de profundidad. Luego olvidamos quiénes somos en realidad.
La emoción es un regalos que Dios nos da. A medida que crecemos en la relación con él, también crece nuestra conciencia y nuestra inteligencia emocional y eso se expresa en empatía con los demás
Jesús vino a liberar a los cautivos, como nos lo dice en Lc 4, 18. La salvación es mucho más que el perdón de los pecados, Jesús quiere liberarnos del chaleco de fuerza psicológico en que nos hemos metido. Pero tenemos que atrevernos a ser diferentes. Tenemos que atrevernos a marchar al son de un tambor distinto: el santo deseo.
1 Pe 2, 9 nos dice que somos “un pueblo adquirido por Dios “. ¿Por qué nos empecinamos entonces en ser como el mundo? Si Dios nos da el don de ser únicos, entonces al serlo, estamos devolviéndole ese don. Todo comienza cuando oímos la voz des deseo y la seguimos. Cuando la voz de Dios es la que más resuena en nuestras vidas, podemos atrevernos a ser diferentes.
En el Evangelio de San Juan, en el capítulo 10, y los versículos 27 y 28 leemos los conocidos textos que dicen: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.”
“Mis ovejas oyen mi voz”. Estas palabras definen la relación de las ovejas con su Pastor. No es simplemente que el rebaño le pertenece sino que Él habla con su pueblo. No creemos en un Dios alejado del hombre, sino que creemos y entendemos que Dios sigue hablando al hombre a través de Cristo (Hebreos 1:1-2). Dios no es ese ser mudo que nos han querido y quieren pintar muchas veces y que no se revela al hombre. Las ovejas oyen, es decir, que las personas entienden que Dios habla; esto nos indica la responsabilidad de cada persona. En línea alguna de la Biblia encontramos que Dios hable para que nadie le escuche. Fijémonos que lo que oyen las ovejas es mi voz, lo cual nos habla de fidelidad. Según nos dice algún comentarista, el verbo oír conlleva la idea de entender, es decir, que lo que mis ovejas oyen, lo entienden perfectamente porque es mi voz. Pero maticemos algo más: el verbo oír se encuentra en presente; el hecho de oír no es algo pasado o futuro sino que sucede ahora porque él habla ahora.
Canción:
https://youtu.be/v1Rw8GKSy4c?feature=shared
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.