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Vive Feliz

Mi relación con el mundo, una experiencia de Dios

Posted on junio 12, 2025

 

Hemos venido reflexionando sobre la importancia de aprender a gestionar las emociones desde que somos pequeños para cuidar nuestra salud mental, física y espiritual.

Ya sabemos que los problemas con la autoestima tienen consecuencias serias, ya que recurrimos a ella cuando necesitamos enfrentar los desafíos de la vida diaria con resiliencia y determinación. Es la autoestima la que posibilita el alcance de nuestras metas.

Vamos a repasar algunas claves importantes para nutrir la  autoestima y abrazar nuestra valía:

1. Practica el autocuidado como un acto de amor propio.

2.Haz las paces con tu pasado.

3. Establece límites saludables.

4.Cultiva pensamientos positivos.

5. Busca apoyo emocional

6.Desarrolla una mentalidad de crecimiento.

7.Practica la autocompasión.

8.Cuida tus relaciones.

9. Establece metas y persigue tus sueños.

10. Recuerda en practicar el amor propio todos los días.

“No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo», nos dice el evangelio en este día, pues aunque los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por su modo de vida.

Vivir la comunión con Cristo, significa acoger su envío a realizar su misión en medio del mundo, de nuestros trabajos y quehaceres; a ser signos de unidad, de fraternidad, en un mundo fragmentado y roto por la violencia y la indiferencia ante otras vidas humanas, especialmente ante las más vulnerables. Esta unidad, el Señor la presenta como condición para que otros puedan creer. No hay otro signo más elocuente, más claro, que sea transparencia de Dios que la vivencia de la comunión, que es la esencia de Dios reflejada en el misterio Trinitario.

Pero no podemos obviar que nosotros con frecuencia enfrentamos dos realidades, Dios y el mundo. Y optamos por una dejando la otra de lado. Pero definitivamente solo en Dios el mundo tiene un sentido.

El mundo al que nos estamos refiriendo es la vida de aquí: la que tocamos, con sus alegrías y sinsabores, con sus luces y sombras; el mundo heredado y el que dejaremos en herencia: el mundo de los avances y de las largas tradiciones; el mundo de contrastes, de hombres grandes y pequeños, de santos y pecadores, de amores y desamores, de glorias y fracasos; el mundo donde brilla la luz de Dios, aunque a veces no la vemos, y donde también hay sombras. Ese mundo que parece perdido pero que es rescatado; el mundo que nos hace y el que hacemos.; el mundo que nos llena de nostalgia, que nos levanta cada mañana y nos hace pensar que somos eternos. Ese mundo extraño y próximo. Ese mundo que amamos con toda el alma como camino y lugar donde se puede tocar el cielo.

El mundo pero en Dios. El cielo, pero en la tierra porque no es tan nítida la línea que separa a Dios del mundo. Y si no veamos, muchas veces pensamos  en lo que es de Dios y separamos la misa y la oración de nuestra vida social, laboral, de nuestra vida familiar.

Es como si tuviéremos dos vidas. Una en la que Dios es el centro. Ese Dios al que recibimos en la eucaristía. El Dios del que hablamos. El Dios que me ama cuando guardo silencio, de l esa vida en la que no entra Dios, donde no dejo que hable e intervenga. El mundo de mis relaciones humanas en las que soy yo el que decide.

Separo a Dios de mi vida cuando no me interesa que interfiera en los pasos que doy. Y lo busco en la sacristía cuando siento que sin Él no puedo caminar. Es el peligro de reducir a Dios a una ética de comportamiento porque Dios está en todo lo que hago. No sólo en una parte. Está en mi vida y dentro de cualquiera de mis sueños. Está en mi trabajo, en mi familia, en mi mundo personal, en mi ocio. Mi mirada tiende al infinito. Con Él camino hacia el cielo y Él está presente en cada paso. En mi ocio está Él. En mis diversiones está Él. En mis decisiones está Él. Porque todo le incumbe. Porque nada le es ajeno.

No hay una parte de mí para el mundo y otra parte para Dios. Mi corazón no se puede dividir. Dios y el mundo son las dos caras de la misma moneda. Pienso que en lo más humano está Dios y en lo más sagrado de mi vida está lo más humano. Una armonía que deseamos. Estar en el mundo con raíces hondas. Llevar al mundo la paz recibida en el corazón de la mano de Dios siendo contemplativos en acción. Hombres y mujeres de Dios que aman la tierra. No tenemos un corazón divisible. Es el mismo corazón de barro con ansia de cielo. No podemos refugiarnos en Dios huyendo de los problemas del mundo. Pero sí podemos cargar el corazón en Dios y ser transformados, para salir al encuentro del hombre que sufre.

Es que en medio de nuestros desafíos cotidianos, a veces nos debemos  detener repentinamente y dejamos sumergir por las preguntas fundamentales de la vida: ¿cuál es el propósito y sentido de nuestra existencia? ¿Cuál es el valor último de nuestro agitado caminar en este mundo? En el sendero de la vida, labrado con alegrías y con sufrimientos, a veces pasamos por alto estas preguntas sin reflexionar mucho al respecto.

Las respuestas la  tenemos cuando nos damos cuenta que los propósitos de la vida no necesariamente se conocen a un 100% sino que se van construyendo de acuerdo con una visión, una intención y una tendencia.

-La visión tiene que ver con la capacidad de visualizar el futuro en dónde estaremos con el paso del tiempo. Cuando se carece de visión, nos permitimos ser flexibles en el presente.  En cambio cuando no sabemos qué es lo que queremos en el futuro, rompemos fácilmente nuestros límites personales y dejamos a un lado la disciplina para movilizarnos hacia ese plan. Los grandes éxitos no se consiguen de esfuerzos intermedios o buenos solamente, se consiguen después de superar los esfuerzos mínimos y la visión nos permite ser radicales, ordenados y disciplinados en lo que deseamos.

-La intención tiene que ver con la capacidad que tenemos para permanecer en nuestros esfuerzos con el paso del tiempo. Los resultados no vienen de la noche a la mañana, sino de la perseverancia y la disciplina.

-La visión y la intención combinadas nos permiten permanecer y sostenernos independientemente de las circunstancias que atravesemos.

La intención es esa fuerza motora que nos conduce por las aguas de la vida hasta concretar nuestro propósito de vida. Jn 10, 17-18 nos dice:  “El Padre me ama porque yo doy mi vida para retomarla de nuevo. Nadie me la quita, sino que yo mismo la entrego. En mis manos está el entregarla y el recobrarla: éste es el mandato que recibí de mi Padre.» Entonces, es claro, que la intención es totalmente personal, nadie más la puede impartir por arte de magia, debe ser desarrollada a través de un proceso que implica carácter y sacrificio.

-Y la tendencia es la característica individual que poseemos como seres humanos y que nos permite realizar tareas con más facilidad o más dificultad. La tendencia es parte de nuestra personalidad dones y talentos,  es aquello con lo que venimos originalmente y lo que desarrollamos a lo largo de la vida.

Los apóstoles no tuvieron que conocer su propósito exactamente para seguir a Jesús,  de lo contrario  posiblemente ninguno lo habría hecho. Tanto así, que Jesús en reiteradas ocasiones reforzaba su visión sobre ellos y la forma en la que los visualizaba, como lo expresa en Mt 4, 19, lJesús los llamó: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.» . Y al final de los días los discípulos murieron de diferentes formas casi todos como mártires recepción de JUAN que falleció  en la isla Patmos.

Es así como la historia de los apóstoles nos muestra que una persona no necesariamente tiene que conocer su propósito nítidamente para comenzar a caminar en él.; es más importante estar conscientes de qué hay un propósito al final de todo por el que mortificarnos aunque  aún no conocemos los detalles.

En ocasiones las respuestas aparecen ante los ojos de nuestra alma. Se manifiestan en los encuentros personales con los demás que nos marcan y dan forma a nuestra experiencia de vida, y que constantemente recordamos en conversaciones con nuestros seres queridos.

Esas respuestas nos vienen de Dios.

Las gracias del Espíritu Santo generan en ellas los frutos del autoconocimiento en Alegría y Esperanza,  nos dice la encíclica  “Gaudium et Spes.”

La asiduidad en la oración y en la Eucaristía, constancia de nuestra fe, nos revela los tesoros profundos de la dignidad y valor de todas las personas. La fe, regalo insustituible de Dios, revela en nuestra conciencia el derecho y el deber de compartir la visión salvífica del Señor; a través de ella tenemos la oportunidad de acompañar a todos aquellos que se encuentran inmersos en una búsqueda constante y auténtica de sentido en sus vidas, aunque aún no profesen la verdadera fe. A ellos podemos y debemos ofrecerles una perspectiva espiritualmente enriquecedora de la vida. Y es que cuando Dios  dispone dar a conocer sus propósitos no hay absolutamente nada que lo pueda detener; no obstante existe el temor de suponer que nuestros propósitos pueden ser completamente opuestos a los designados por Dios. ¿ Como estar seguros de que la dirección que llevamos en la vida nos acerca nuestro propósito original? ¿ Cómo impedir que nos distanciemos  completamente de su plan?  Éste es un temor recurrente entre las personas que sostienen una experiencia de fe.

La mejor herramienta, para comprobar que los designios divinos y los nuestros tienen coherencia, es emplear la confianza en una fuente segura.

La confianza es la habilidad que desarrollan los seres humanos para depositar sus temores o necesidades en alguien o algo más y  no depende de la seguridad de la fuente sino de la relación que se  mantenga entre ambas partes.  La confianza para el creyente no depende si Dios es un ser seguro o no, sino de la relación que tenemos con El.  El conocimiento personal de Dios suma más que el conocimiento teórico de lo que entendemos por Dios.

Caminar nos acerca a Dios y a la vida,  escribió  el 2 de octubre del 2024, el Papa Francisco en el texto  del prefacio del libro “La fe es un camino”, una antología de meditaciones del Pontífice para viajeros y peregrinos.

“Caminar nos hace bien: nos pone en relación con lo que sucede a nuestro alrededor, nos hace descubrir sonidos, olores, ruidos de la realidad que nos rodea, en definitiva, nos acerca a la vida de los demás.

Caminar significa no quedarse quieto: creer significa tener dentro de nosotros una inquietud que nos lleva hacia un “más”, hacia un paso más adelante, hacia una altura a alcanzar hoy, sabiendo que mañana el camino nos llevará más alto -o más profundo, en nuestra relación con El y que  es como   la relación con el ser amado en nuestra vida, o entre amigos: nunca terminada, nunca dada por sentada, nunca satisfecha, siempre en búsqueda, todavía no satisfactoria. Imposible decir con Dios: “Hecho, todo hecho, es suficiente”.

Por este motivo, continuaba el Pontífice, el Jubileo de 2025, junto con la dimensión esencial de la esperanza, debe impulsarnos a una conciencia cada vez mayor de que la fe es una peregrinación y de que en esta tierra somos peregrinos. No turistas ni vagabundos: no nos movemos al azar, existencialmente hablando. Somos peregrinos. El peregrino vive su caminar bajo la bandera de tres palabras clave: el riesgo, el esfuerzo, la meta.

-El riesgo. Hoy nos cuesta entender lo que significaba para los cristianos de antaño peregrinar, acostumbrados como estamos a la rapidez y comodidad de nuestros viajes en avión o en tren. Pero ponerse en camino hace mil años significaba asumir el riesgo de no volver nunca a casa, a causa de los muchos peligros que se podían encontrar en las diversas rutas. La fe de los que decidían ponerse en camino era más fuerte que cualquier temor: los peregrinos de antaño nos enseñan esta confianza en el Dios que les llamaba a ponerse en camino hacia la tumba de los Apóstoles, Tierra Santa o un santuario. También nosotros pidamos al Señor tener una pequeña porción de esa fe, aceptar el riesgo de abandonarnos a su voluntad, sabiendo que es la de un Padre bueno que quiere asignar a sus hijos sólo lo que les conviene.

-El esfuerzo. Caminar supone el esfuerzo de madrugar, preparar una mochila con lo imprescindible, comer algo frugal. Y luego los pies que duelen, la sed que se hace punzante, sobre todo en los días soleados de verano. Pero esta fatiga se ve recompensada por los numerosos regalos que el caminante encuentra a lo largo del camino: la belleza de la creación, la dulzura del arte, la hospitalidad de la gente. Quien peregrina a pie -muchos pueden atestiguarlo- recibe mucho más que la fatiga cumplida: establece hermosos vínculos con las personas encontradas a lo largo del camino, experimenta momentos de auténtico silencio y de fecunda interioridad que la vida frenética de nuestro tiempo hace a menudo imposibles comprende el valor de lo esencial sobre el brillo de tener todo lo superfluo, pero carecer de lo necesario.

-La meta. Caminar como peregrino significa que tenemos un lugar de aterrizaje, que nuestro movimiento tiene una dirección, una meta. Caminar significa tener un destino, no estar a merced del azar: quien camina tiene una dirección, no va en círculos, sabe adónde ir, no pierde el tiempo zigzagueando de un lado a otro. Por eso, he recordado repetidamente lo estrechamente relacionados que están el acto de caminar y el de ser creyente: quien tiene a Dios en el corazón ha recibido el don de una estrella polar hacia la que tender: el amor que hemos recibido de Dios es la razón del amor que tenemos que ofrecer a los demás.”

Y así  cuando la relación con Dios no se limita a rituales religiosos, sino que se manifiesta en la vida cotidiana; cuando se tiene una percepción profunda de Dios, se puede experimentar su presencia en cada interacción con el mundo, percibiendo la trascendencia y la divinidad en la vida misma, nuestra relación con el mundo se convierte en una experiencia de Dios.

Canción

https://youtu.be/QFWJOanKSe4?si=toSSZB9yL1mVvUm0

Tomado de:

Libro ¿Què tiene que ver Dios con mis Emociones?, autor Daniel Retana.

Biblia Latinoamericana.

https://www.lopezibor.com/gestionar-las-emociones/

https://pastoralsj.org/dios-y-el-mundo/

https://afforhealth.com/diez-consejos-practicos-para-mejorar-tu-autoestima-y-amarte-a-ti-mismo/

https://www.es.catholic.net/op/articulos/82714/meditacionBoletin.html?eti=23371

https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2024-11/papa-prologo-libro-camino-fe-lev-jubileo-2025.html


Recopilado por Rosa Otárola D, /
Mayo2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.

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