Buenas noches. Al cumplir los 8 meses de la partida de mi esposo he ido acomodando mejor las piezas de mi vida emocional y madurando el proceso de duelo. Así comienza a vivir en esta nueva realidad.
Hoy en la carta del apóstol San Pablo a Timoteo, en lo que ha sido llamado el mensaje testamentario, él expresa: …”se acerca el momento de mi partida. He luchado bien el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora solo espero la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día.” Y este texto me pareció muy de la mano de Dios para este momento de mi vida. Recuerdo el día que fuí a visitar a mi esposo al hospital y ya nos habían comunicado que esta vez no iba a salir bien librado, su organismo estaba muy deteriorado y no lo iba a superar; él también estaba enterado de su situación y cuando entré me dijo:
-Viste me voy a morir.
Yo le contesté:
-Cómo te sentís al respecto.
Me dijo:
Tranquilo.
El y yo hablábamos del tema de la muerte desde su primer cáncer y nuestras conversaciones eran claras y serenas al respecto. Entonces le indiqué, que él iba a entrar en un diálogo cara a cara con Dios y que ese era un momento personal con Él, nadie lo podía ayudar. Que yo solo lo liberaba de cualquier preocupación pues como lo habíamos hablado, desde ese primer cáncer yo ya lo había soltado y sabía, por lo que habíamos estudiado sobre el tema de la muerte,que el Señor lo llamaría y solo esperaba su respuesta. De ella dependía que se fuera en paz o hiciera el proceso más complicado para él y para su familia. Al día siguiente le dijo que sí a la hermana muerte y ella lo condujo hacia la Eternidad, para recibir la corona merecida, pues estaba en paz, convencido de que como luchador que fue desde niño, había luchado bien el combate; y como corredor que fue muchos años, había corrido hasta la meta, pero sobre como creyente tenía la certeza que había perseverado en la fe; esa fe que caracterizó a San Pedro y a San Pablo que aunque pecadores y con miles de defectos, siempre creyeron en el Señor y buscaron serle fieles.
En el curso de duelo nos hablaban, en la sesión de este mes, que el tipo de muerte es importante para la manera cómo vivamos el duelo. Y que cuando es una muerte esperada, es más llevadero el cierre de historia pues un duelo anticipado, como el que vivimos nosotros como quince años atrás cuando nos lo dieron prácticamente para que muriera en la casa, mejora la capacidad de adaptación, facilitando la recuperación del dolor de la pérdida, pues ya se ha dicho adiós y eso ayuda en el manejo del duelo.
Esto me hizo comprender el por qué en nuestro caso la situación aunque dura es más manejable que otros casos que uno ha visto, y que no es porque uno sea raro, como muchas veces la misma gente lo hace sentir a uno porque no anda llorando por las calles. Sino que ese primer adiós, lo preparó uno para la despedida definitiva. Que tampoco es tan definitiva pues más tarde, o más temprano nos encontraremos en la Eternidad. Y nos preparó, también, para vivir intensamente cada día, pues ahora somos conscientes de que hoy estamos aquí, mañana no sabemos.
Todo esto lo hace a uno cambiar la noción de la vida y de la muerte. Personalmente he aprendido que, como dice Elizabeh Kübler-Ross, y con este pensamiento quisiera terminar esta reflexión: “El cuerpo físico no es más que una casa, un templo, el capullo de seda en el que vivimos durante un cierto tiempo hasta la transición que llamamos muerte. Cuando llega la muerte abandonamos el capullo de seda y somos libres como una mariposa”, pues yo creo firmemente que ahí conoceremos la verdadera libertad y la felicidad plena.
Dios les siga bendiciendo.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.