Hoy quisiera referirme a esta noticia que creo, todos hemos visto en los medios de comunicación con motivo de las Olimpiadas en Tokio: De impacto! Simone Biles se retira de su equipo estadounidense y de sus pruebas individuales en las Olimpiadas.
La joven, considerada un fenómeno espectacular, medallista que le lleva años luz a cualquier otra mujer y hombre gimnasta en el planeta, dice que no ha podido en Tokio con la presión.
La presión, cuánto daño hace en una mente que quizá necesita menos admiración y más compasión.
Con este acto Simone nos habla a todos de la importancia de la salud mental, ponerle atención a lo que pensamos y sentimos, más allá de lo físico.
Y quisiera queridos lectores centrarme en este último párrafo: “la importancia de la salud mental, ponerle atención a lo que pensamos y sentimos, más allá de lo físico”.
Ayer precisamente meditábamos acerca de las emociones, ¿recuerdan? Y es que es indudable que para poder disfrutar de una vida estable y repleta de bienestar es importante que, además de cuidar de nuestra salud física y corporal, también prestemos atención a la salud mental. Apostar por unos hábitos de vida saludables nos ayudará a que podamos mantener nuestro cerebro en óptimas condiciones y a que se reduzca el riesgo a padecer enfermedades o trastornos mentales.
A veces, las personas experimentan una importante perturbación en este funcionamiento mental. Puede haber un trastorno mental cuando los patrones o cambios en el pensamiento, los sentimientos o el comportamiento causan angustia o alteran la capacidad de funcionamiento de una persona. Un trastorno de salud mental puede afectar tu capacidad para lo siguiente:
- Mantener relaciones personales o familiares.
- Funcionar en entornos sociales.
- Desempeñarte en el trabajo o en la escuela.
- Aprender a un nivel acorde a tu edad e inteligencia.
- Participar en otras actividades importantes
Uno de los factores que más no están afectan hoy es el estrés. La acumulación de responsabilidades, la vida ajetreada que se tiene en la actualidad y el exceso de tareas pueden ser desencadenantes de esta condición que puede alterar nuestra salud de forma muy notoria.
El estrés elevado puede llegarnos a alterar el sueño, el apetito, el humor y hacer que nos aislemos de nuestras vidas sociales. Una condición que debe tratarse cuanto antes para evitar consecuencias mayores.
Así pues, la salud mental se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades. Está relacionada con la promoción del bienestar, la prevención de trastornos mentales y el tratamiento y rehabilitación de las personas afectadas por dichas afecciones.
Randall Urbina en la foto que les muestro hoy, nos indica algunos pasos para lograr la salud mental y en la Biblia encontramos muchos pasajes que hablan indirectamente de la salud mental. El Señor es Aquel que renueva la mente (Romanos 12: 2) y restaura el alma (Salmo 23: 3). Dios les ha dado a sus hijos “un espíritu no de temor, sino de poder, amor y dominio propio” (2 Timoteo 1: 7, ESV). Tenemos la promesa de paz de Jesús (Juan 14:27) y descanso (Mateo 11:28). Y, por supuesto, hay muchos mandatos bíblicos de “no temer” y llevar nuestras ansiedades a Dios (Isaías 41:10; Mateo 6:34; Filipenses 4: 6; 1 Pedro 5: 7).
La Biblia da algunas pautas para lograr y conservar una buena salud mental. Tenemos una descripción de la vida de pensamiento saludable en Filipenses 4: 8. Tenemos el ejemplo de Jesús de tomar descansos del ajetreo de la vida para enfocarse en asuntos espirituales (Lucas 5:16), y llamó a sus discípulos a hacer lo mismo (Marcos 6:31). Tenemos el reconocimiento de Pablo de que el ejercicio físico es provechoso (1 Timoteo 4: 8). El cuidado personal, tanto físico como espiritual, es una necesidad.
Dios está cerca de los quebrantados de corazón y salva a los quebrantados de espíritu (Salmo 34:18). Él obra todas las cosas para el bien de sus hijos (Romanos 8:28). La prueba de la fe produce paciencia y madurez (Santiago 1: 2-4). Las luchas por la salud mental, si bien son difíciles, no carecen de sentido. La Biblia muestra claramente cómo Dios puede usarlos y los usa para Su gloria.
“Te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola” le dice el Señor a Marta
Hoy, también nosotros —atareados como vamos a veces por muchas cosas— hemos de escuchar cómo el Señor nos recuerda que «hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola» (Lc 10,42): el amor, la santidad. Es el punto de mira, el horizonte que no hemos de perder nunca de vista en medio de nuestras ocupaciones cotidianas.
Porque “ocupados” lo estaremos si obedecemos a la indicación del Creador: «Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla» (Gn 1,28). ¡La tierra!, ¡el mundo!: he aquí nuestro lugar de encuentro con el Señor. «No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del Maligno» (Jn 17,15). Sí, el mundo es “altar” para nosotros y para nuestra entrega a Dios y a los otros.
Somos del mundo, pero no hemos de ser mundanos. Bien al contrario, estamos llamados a ser —en bella expresión de san Juan Pablo II— “sacerdotes de la creación”, “sacerdotes” de nuestro mundo, de un mundo que amamos apasionadamente.
He aquí la cuestión: el mundo y la santidad; el tráfico diario y la única cosa necesaria. No son dos realidades opuestas: hemos de procurar la confluencia de ambas. Y esta confluencia se ha de producir —en primer lugar y sobre todo— en nuestro corazón, que es donde se pueden unir cielo y tierra. Porque en el corazón humano es donde puede nacer el diálogo entre el Creador y la criatura.
Es necesaria, por tanto, la oración. «El nuestro es un tiempo de continuo movimiento, que a menudo desemboca en el activismo, con el riesgo fácil del “hacer por hacer”. Tenemos que resistir a esta tentación, buscando “ser” antes que “hacer”. Recordemos a este respecto el reproche de Jesús a Marta: ‘Tú te afanas y te preocupas por muchas cosas y sin embargo sólo una es necesaria’ (Lc 10,41-42)» (San Juan Pablo II).
No hay oposición entre el ser y el hacer, pero sí que hay un orden de prioridad, de precedencia: «María ha elegido la parte buena, que no le será quitada» (Lc 10,42).
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Julio 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.