Hola mis queridos lectores, seguimos en estos últimos días del mes de setiembre, mes de la Biblia, meditando acerca de algunas claves importantes para sacarle el jugo a la Biblia. Hoy estaremos comentando sobre el tema: La Palabra de Dios como un manantial fresco para nuestra oración.
Sin duda alguna, hacer oración con la Biblia, es una de las cosas más provechosas en el camino espiritual de los cristianos y para esto, el método por excelencia es la Lectio Divina, una forma de oración que, si bien podría parecer un poco “racional”, nos ayuda a abrir el entendimiento y el corazón para descubrir la voz de Dios a través de su palabra.
Lectio Divina» significa, lectura divina en Latín. Es una antigua práctica que nos enseña a leer, meditar y vivir la Palabra de Dios. La historia nos cuenta que fue el Beato Guijo, el Cartujo, quién escribió las “etapas más importantes” de esta forma de meditar la palabra. No es una oración que tenga unas reglas fijas, pero sí algunas etapas importantes que nos irán guiando hacia un encuentro con el mensaje personal de Dios hacia nosotros a través de la Sagrada Escritura.
Estas etapas son cuatro: La Lectio, o lectura, de la palabra de Dios; la meditación de aquello que hemos leído; la oración (que es ese momento en que entramos en diálogo con Dios), y finalmente, la contemplación, etapa en la que nos abandonamos a los pensamientos santos. Es la etapa en la que dejamos atrás nuestros propios pensamientos y nos disponemos a escuchar la voz de Dios que habla dentro de nosotros.
La Lectio Divina puede hacerse individualmente o en grupo. Es a causa de eso último que la estructura se hace necesaria. Aquí te dejamos una forma de llevar a cabo esta meditación. Ésta, seguro, te ayudará en el crecimiento de tu relación con Dios.
«La lectura busca la dulzura de la vida bienaventurada, la meditación la encuentra, la oración la pide, la contemplación la saborea. La lectura es como un manjar sólido que uno se lleva a la boca, la meditación lo mastica y tritura, la oración le coge gusto, la contemplación es la misma dulzura que alegra y restablece. La lectura toca la corteza, la meditación penetra en la médula, la oración consiste en la expresión del deseo, y la contemplación radica en la delectación de la dulzura obtenida» (Beato Guigo el cartujo – Fragmento Sobre la vida contemplativa).
H ace un tiempo, el Papa Francisco, nos ayudó con su mismo ejemplo al momento de hacer oración con la Palabra de Dios.
1. Preparación previa. Búsqueda de la lectura
Antes de empezar la Lectio es importante hacer un pequeño trabajo previo. Se trata de buscar el Evangelio del día correspondiente o otro que quieras meditar ese día o varios días, así como también citas y comentarios que te ayuden a profundizar en su comprensión y a preparar algunas preguntas para la reflexión personal. Lee varios comentarios con atención y busca sacar los puntos más importantes que te llamaron la atención. Luego de esto puedes disponerte a la oración en sí.
2. Señal de la Cruz
Comenzamos buscando un lugar y una posición adecuados para la oración. Lo siguiente (que puede resultar obvio, pero que es importante recordar) es que un católico empieza siempre sus oraciones con la Señal de la Cruz.
3. Oración Inicial
Existen muchas oraciones con las que podemos dar apertura a la Lectio Divina. Una sugerencia es invocar al Espíritu Santo para que nos ilumine y permita escuchar el mensaje que Dios nos quiere dar a través de su Palabra. Aquí te dejamos un ejemplo, pero en realidad la oración inicial la puedes construir con tus propias palabras.
«Señor mío, puesto en tu presencia quiero disponer mi corazón para este momento de oración. Envía tu Espíritu Santo para me ilumine y abra mi mente y corazón a todo lo que Tú me quieras decir hoy. Gracias, Señor, por alimentarme con tu Palabra».
4. Lectura bíblica
Es en este punto que se lee la lectura bíblica del Evangelio que previamente seleccionaste. Puede ser el Evangelio del día o el que tú has elegido para meditar. Es bonito hacer la lectura directamente de la Biblia y hacerlo pausadamente para comprender lo que está escrito.
5. Lectura breve
Es en este punto en el que volvemos a dar lectura al comentario o reflexión sobre el Evangelio que hayamos encontrado y seleccionado en la preparación previa. Esta lectura breve tiene como objetivo ayudarte a profundizar su sentido y predisponerte a escuchar la voz de Dios.
6. Breve meditación personal
En este punto se hace silencio interior y propiamente empieza la meditación. La idea es que puedas profundizar en lo que este Evangelio tiene que ver con tu vida y acogerlo en el corazón. Aquí te dejamos algunas preguntas que pueden ayudarte en este paso:
1. ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?
2. ¿Cómo ilumina mi vida?
3. ¿Qué rasgos de Jesús encuentro en él?
4. ¿Qué mensaje particular Dios me quiere hacer llegar?
7. Acción de gracias y peticiones personales
Para ir finalizando, y luego de haber meditado en la lectura bíblica, damos gracias a Dios por el momento vivido y le pedimos por nuestras intenciones. Es un momento libre, en el que elevas una oración a Dios desde la experiencia de encuentro que acabas de tener con Él, lo contemplas y permites que tu corazón entre en sintonía con su Palabra.
8. Oración final y consagración a María
Hemos llegado al final de nuestra Lectio. Como lo indicamos al principio del post, esta estructura no es rígida. Podemos terminar la Lectio con la oración de acción de gracias. Pero una forma muy linda de cerrarla, es consagrándonos a María y pidiendo su intercesión. Te sugerimos rezar un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria.
9. Señal de la Cruz
Habiendo terminado nuestra meditación, y luego de consagrarnos a María, terminamos de la misma manera en como empezamos, con la señal de la Cruz.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.