En el texto del evangelio de San Juan 20, 11-16, hay algo especialmente entrañable que nos da mucho en que reflexionar. Jesús no se quedó escondido después de resucitar de entre los muertos. Jesús está cerca y se revela, aunque no sea de una manera en que lo vemos con nuestros propios ojos y lo escuchamos con nuestras propias orejas. No obstante, podemos sentir qué tan cerca que está.
¿A quién se le aparece Jesús? Considera a Maria, por ejemplo. Ella buscaba al Señor, a quien había perdido, y lo encontró. Es igual hoy: hay muchos que creen haber perdido al Salvador. Por cualquier razón, Jesús está muerto para ellos. Pero si continuamos buscando, si buscamos a pesar de la pérdida y nos dirigimos a Dios en oración, aquel a quien hemos perdido dejará que lo encontremos. Él nunca está lejos de los que buscan. Jesús siempre está cerca de los corazones que buscan. Quienes creen haber perdido a Jesús son, en realidad, los mismos en quien Jesús tiene una alegría especial. Aquellos son los que él está buscando.
El Papa Francisco continua iluminándonos en este camino a nuestra Galilea y nos dice; “ Aunque todo te parezca perdido, déjate alcanzar con asombro por su novedad: te sorprenderá…Tenemos nosotros miedo de las sorpresas de Dios. Generalmente tenemos miedo de que Dios nos sorprenda.
El segundo anuncio de Pascua: la fe no es un repertorio del pasado, Jesús no es un personaje obsoleto. Él está vivo, aquí y ahora. Camina contigo cada día, en la situación que te toca vivir, en la prueba que estás atravesando, en los sueños que llevas dentro. Abre nuevos caminos donde sientes que no los hay, te impulsa a ir contracorriente con respecto al remordimiento y a lo “ya visto”.
Hoy el Señor nos invita a dejarnos sorprender. Vayamos a Galilea para descubrir que Dios no puede ser depositado entre los recuerdos de la infancia, sino que está vivo, siempre sorprende. Resucitado, no deja nunca de asombrarnos.
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.