Así como el pecado se ha vencido por medio de la sangre de Cristo, así también el sufrimiento llegará a su fin en la resurrección.
Ante el anhelo del mundo por la redención, es evidente que nunca podremos brindar un consuelo verdadero por medio del evangelio mientras hagamos énfasis solamente en una cosa —que el Salvador perdona nuestros pecados—, dejando que el mundo siga su propio curso. De igual manera, seremos incapaces de llevar un consuelo verdadero con el evangelio, si representamos al Salvador solamente como un obrador de milagros y proclamamos: «Sean consolados, ustedes pueden ser sanados por medio del Salvador». Entonces el arrepentimiento y el perdón serían olvidados por completo, y ningún cambio fundamental tendría lugar en las personas.
Jesús permitió que los enfermos vinieran a él, al igual que lo hizo con los pecadores. Estaba dispuesto a perdonar pecados y dispuesto a sanar. Hubo ocasiones cuando llegaron muy pocos pecadores, solamente gente enferma. Y Jesús les dio a todos la bienvenida. ¡Oh, que las naciones escuchen las buenas nuevas! ¡Que vengan los enfermos y se acerquen los pecadores, todos son bienvenidos!
“Jesús resucitado se aparece a los discípulos varias veces, nos explica el Papa Francisco. Consuela con paciencia sus corazones desanimados. De este modo realiza, después de su resurrección, la “resurrección de los discípulos”. Y ellos, reanimados por Jesús, cambian de vida. Antes, tantas palabras y tantos ejemplos del Señor no habían logrado transformarlos. Ahora, en Pascua, sucede algo nuevo. Y se lleva a cabo en el signo de la misericordia. Jesús los vuelve a levantar con la misericordia. Y ellos, ‘misericordiados’, se vuelven misericordiosos. Es muy difícil ser misericordioso si uno no se deja ser ‘misericordiado’.”
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.