- Ez 47, 1-2. 8-9. 12; o bien 1 Cor 3, 9c-11. 16-17
- Sal 45
- Jn 2, 13-22
Hoy celebramos la fiesta de la dedicación de la basílica de Letrán. Tenemos que acudir a la historia para adentrarnos en esta fiesta. Nos situamos en la primitiva iglesia, cuando sufría persecuciones. Los cristianos para orar y celebrar la eucaristía se reunían en sus casas y también en las catacumbas. Cuando cesaron las persecuciones, se construyó esta iglesia en el siglo IV, declarándola como la catedral del obispo de Roma, del Papa. Lo que llevaba consigo considerar esta fiesta como la muestra de la unión de los cristianos de todo el mundo con el Papa. De ahí que a esta iglesia de San Juan de Letrán se la llame “la madre y cabeza de todas las iglesias”.
En tiempo de Jesús, se había deteriorado el comportamiento de muchos judíos respecto al Templo de Jerusalén, convirtiéndolo en un auténtico mercado. Algo que a Jesús no le gustó, y quiere denunciarlo llegando incluso a expulsar a los vendedores y a sus animales. “Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre”.
En la línea de lo que estamos comentando, San Pablo nos recuerda una sublime verdad para todos nosotros. Nos recuerda que también nosotros somos templos de Dios: “Ustedes son la casa que Dios edifica…Que cada uno se fije cómo van construyendo…el Espíritu de Dios habita en ustedes.Quien destruye el templo de Dios será destruido por Dios, porque el templo de Dios es santo y ustedes son ese templo de Dios”. El mismo Dios habita en nuestros corazones, lo que nos da la posibilidad de tener un diálogo continuo y cercano con Él. Podemos y debemos escucharle y hablarle.
También Jesús en este evangelio nos habla del templo de su cuerpo, donde con más propiedad habita Dios. Pero Jesús no se queda ahí. Abundando en su siempre amor hacia nosotros, se hizo nuestro alimento, se hizo pan y vino en la eucaristía para que su presencia, podemos decir, la notásemos mejor: “Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre”.
Jesús es Templo de Dios, también nosotros somos templos de Dios… lo que se ha de notar en nuestra vida. “Ser conscientes de ello nos lleva, nos indica el Papa Francisco, por un lado, a alabar al Señor; pero, por otro lado, nos lleva a decir, a veces de forma desproporcionada: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa…” (Mt 8,8), olvidando que Él ya está en nosotros, y que nos acoge y nos ama no por cómo quisiéramos ser, sino por cómo somos, aquí, ahora. Son las cosas con las que nos distraemos en nuestro interior las que hacen borroso el Rostro del Señor. Cuando aprendamos a mantener nuestra mirada fija en Jesús, Autor y perfeccionador de nuestra fe, de nuestra amistad con Él (cfr. Hb 12,1-4), nuestro rostro brillará con la luz que brota de un corazón “unificado”. El equilibrio requerido no es el trabajo de un momento, sino el resultado de toda una vida, de un continuo reentrar en nosotros mismos dirigiéndonos directamente al “aposento del Rey” (cfr. Castillo interior, Santa Teresa de Ávila).”
Ojalá que los que traten con nosotros lleguen a descubrir, por la vida que llevamos, que Jesús habita en nosotros y es el que impulsa todo nuestro actuar.
Efectivamente, tal y como profetizo Ezequiel, el agua que brota del costado derecho del templo es una profecía del agua que ha brotado del costado de Cristo en la cruz, porque Jesús es el templo verdadero y la definitiva la morada de Dios con el hombre.
Así se entiende el episodio que nos transmite el evangelio de San Juan que es algo más que una purificación del templo o una expulsión de los mercaderes instalados como estaban en el atrio de los gentiles. La escena del evangelio es un signo profético que Jesús realiza para revelarse Él mismo como el verdadero templo, ese que iba a ser destruido y se volvería a levantar al tercer día, en una clara alusión a su pasión, muerte y resurrección.
La advertencia: “no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre “, tiene un doble significado. Por un lado, es la llamada a purificar la acción de la Iglesia de todo espíritu mundano para que por el contrario sea el Espíritu de Dios, el que constantemente la mueva y la santifique. Por otro lado, Jesús recuperando el espacio de los gentiles, está mostrando la necesidad de que en este nuevo templo que es la Iglesia, todos los pueblos puedan venir a congregarse e incorporarse a Cristo. No solo los judíos sino también los gentiles, todos los hombres de cualquier clase, lengua, pueblo o nación, están llamados a tomar parte en la construcción de este templo, que es la Iglesia.
“Con nosotros esta Dios, el Señor”, acabamos de proclamar en el Salmo, pidámosle con la Oración de los Fieles ué nos santifique en la verdad, para que que en nosotros brille la luz de las buenas oras y, habitando en nosotros la justicia y la verdad, seamos templos vivos para alabanza de Dios Padre.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.vaticannews.va/es/fiestas-liturgicas/dedicacion-de-la-basilica-de-san-juan-de-letran.html#:~:text=La%20fiesta%20de%20la%20Dedicación,1%20Cor%203%2C16).
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2024/11/08/edificio-de-dios/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
Palabra de Vida Mes Noviembre: “ Ella [la pobre viuda], de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir” (Marcos 12, 44) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.