- Os 6, 1-6
- Sal 50
- Lc 18, 9-14
Vísperas de iniciar la cuarta semana de Cuaresma, la liturgia nos invita a pedir al Señor un corazón sincero, capaz de reconocer nuestros pecados y a confiar en la Misericordia del Señor .
El Papa Francisco, nos invita a “Rezar con el alma desnuda, sin maquillaje, sin travestirse con las propias virtudes. Él -lo hemos leído al inicio de la Misa- perdona todos los pecados, pero necesita que le hagamos ver los pecados con humildad. Rezar así, desnudos, con el corazón desnudo, sin cubrirse, sin tener confianza ni siquiera en la forma en que aprendí a rezar. Rezar tú y yo, cara a cara, el alma desnuda, esto es lo que el Señor nos enseña, advirtió.”
En la primera lectura, Oseas nos relata el comportamiento del pueblo judío y el comportamiento de Dios con él. El pueblo judío no fue fiel a la alianza que había sellado con Dios de ser su pueblo, de seguirle. Por la postura misericordiosa de Dios se atreven a decir: “volvamos al Señor!
Misericordia quiero y no sacrificios nos dice en el salmo. Esra frase en la biblia significa,que Dios valora más la compasión y la misericordia hacia los demás que los rituales religiosos o los actos de sacrificio. La misericordia implica actuar con compasión, perdonar, ayudar y mostrar bondad hacia aquellos que lo necesitan, tal como Jesús enseñó en su ministerio terrenal. En lugar de enfocarse únicamente en cumplir con prácticas externas, Dios busca un corazón compasivo y dispuesto a mostrar amor hacia los demás. Y es aquí donde el texto del evangelio de hoy trae una enseñanza muy profunda e importante para nuestra vida: La necesidad de Dios.
Hoy mucha gente, y pudiera ser el caso de cualquiera, se sienten como el fariseo: que son buenos. Que no hacen mal a nadie, que se portan bien, que no van a lugares inconvenientes. Y esto, por supuesto, que está muy bien, el problema real es que creen que son buenos por ellos mismos, no reconocen en su vida la presencia de Dios, no se han dado cuenta de que si han podido llevar una vida recta no es por sus méritos, sino por la obra maravillosa del Espíritu Santo que, a pesar de nuestras debilidades, opera en nosotros. Además, están tan orgullosos de la vida que llevan que no se dan cuenta de que en realidad son también, como el publicano, pecadores. Y cuando el hombre se siente ya completamente salvado, es como el hombre enfermo que se siente sano: difícilmente sanará.
Es, pues, importante reconocer, por un lado, que lo bueno que somos es obra de Dios en nosotros por lo que no tenemos nada de qué enorgullecernos, antes bien, dar gracias; y por otro, que por más obras buenas y lo bien que nos portemos, siempre debemos reconocer nuestra naturaleza pecadora y buscar con humildad al Señor para pedirle que nos libre del pecado y que perdone las muchas faltas que día a día cometemos.
Hagamosle caso al Señor, que nos dice: No endurezcan su corazón. Sal 94, 8. Nos insta la Aclamación antes del Evangelio.
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=09-03-2024
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://versiculosweb.com/misericordia-quiero-no-sacrificio/
- https://www.aciprensa.com/noticias/80412/el-papa-francisco-anima-a-rezar-con-el-alma-desnuda-y-sin-maquillaje
Palabra de Vida Mes de Marzo 2024. “Crea en mi, oh Dios un corazón puro, renueva en mi interior un espíritu firme”. Sal 51,12 https://www.focolare.org
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.