https://youtu.be/gfnnWIT8mZE
- Tb 11, 5-17
- Sal 145
- Mc 12, 35-37
Alaba alma mía al Señor, nos dice el estribillo del Salmo en la liturgia de hoy y con ella, nos invita a ser como Tobías, en la primera lectura, agradecidos con Dios.
Así es, las muestras de gratitud que Tobit (padre de Tobías) da al señor por el doble hecho del regreso de su hijo después de un peligroso viaje y la recuperación de la vista, son una gran enseñanza para nosotros. Tobías, no duda en salir de su casa y proclamar que Dios ha obrado en su favor. Da gracias sin cesar y hace partícipe a todo el mundo de su alegría. Reconoce y manifiesta que el Señor ha sido generoso con él y su familia.
Además, este pasaje nos ayuda a darnos cuenta de la ayuda eficaz que Dios nos da por medio de seres espirituales como son los ángeles y los arcángeles. La medicina de Dios cura nuestras enfermedades de cuerpo y alma, y provee para ello del ministerio de los ángeles.
Para encargos más especiales por su relevancia en la historia de la salvación, acude a quienes cuentan con el más alto escalafón angelical, como es el caso de Rafael en este revelador relato que forma parte de los libros canónicos de la Sagrada Escritura.
Debemos ser conscientes de la realidad sobrenatural en la que vivimos, en la cual convivimos diariamente con ángeles, y a darle gracias a Dios de estos instrumentos que Dios, ha puesto a nuestro servicio.
Sería bueno que leer este libro que en sí mismo presenta una belleza en su alegoría y en el modo en que Dios va conduciendo su proyecto de amor para esta familia que, como ya decíamos, nos representa.
El Evangelio nos muestra a aquellos escribas, siempre con el rollo de la ley en la mano, sólo les interesaba la relación que pudiera tener Jesús con David, o los grandes personajes del A.T. Se habían quedado anclados en el pasado y no podían entender que lo mejor faltaba por llegar.
El título “Hijo de David” aplicado a Jesucristo forma parte de la médula del Evangelio. En la Anunciación, la Virgen recibió este mensaje: «El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la estirpe de Jacob por siempre» (Lc 1,32-33). Los pobres que pedían la curación a Jesús, clamaban: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!» (Mc 10,48). En su entrada solemne en Jerusalén, Jesús fue aclamado: «¡Bendito el reino que viene, el de nuestro padre David!» (Mc 11,10). El antiquísimo libro de la Didakhé agradece a Dios «la viña santa de David, tu siervo, que nos has dado a conocer por medio de Jesús, tu siervo».
Pero Jesús no es sólo hijo de David, sino también Señor. Jesús no es grande con su relación con David sino que David es grande por su relación con Jesús. Por eso le llama: “Mi Señor”. Jesús es grande porque nos habla de Dios-Padre. Nos mete en intimidad con ese Padre, nos hace descubrir su inmensa ternura, y nos hace felices porque podemos hablar con Él diciéndole: Abbá-papá. Jesús nos dice que podemos disfrutar con nuestro Padre Dios como un niño pequeño que juega con su papá, le besa, le abraza, le acaricia y le lleva a pasear. . Jesús estaba tan lleno de la ternura del PADRE.
“La gente sencilla le escuchaba con gusto.” En las palabras de Jesús había algo especial que hacía pensar, algo que transportaba a otro mundo maravilloso, el mundo de Dios, tan distinto de nuestro mundo. La gente sencilla “se comía”, se “bebía” las palabras de Jesús. Y se alimentaba de ellas. Por eso se explica que, en el desierto, hasta se olvidaron de comer.
“El Papa Francisco nos dice al respecto que Dios se manifiesta en las cosas sencillas. En los dos textos que la Liturgia nos hace meditar hoy, hay una actitud que atrae la atención, una actitud humana, pero no de buen espíritu: la indignación. Esta gente de Nazaret comenzó a escuchar a Jesús, les gustaba como hablaba, pero entonces alguien dijo: «Pero, ¿este, en qué universidad ha estudiado? ¡Este es el hijo de María y José, este era carpintero!”
Sin embargo, Cristo nunca ocultó su naturaleza, su verdadera identidad. Y todo lo que dijo, todo lo que recogían las profecías antiguas, se cumplió en la mañana de la Resurrección. De nada sirvieron las traiciones, las persecuciones, los tormentos, la inignación, la muerte: Jesús se desveló en toda su Gloria y con Él fuimos salvados todos.
“Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con ustedes”. Ef 13, 13.
Bibliografía:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/06/09/9-junio-viernes-ix-semana-t-o/
- https://www.iglesiaenaragon.com/lectio-divina-9-de-junio-de-2023
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=09-06-2023
Palabra de Vida Mes de Junio 2023
“Alégrense, trabajen para alcanzar la perfección, anímense unos a otros, vivan en armonía y en paz. Y entonces, el Dios del amor y de la paz permanecerá con ustedes.” (2 Corintios 13, 11) https://ciudadnueva.com.ar/junio-2023/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.