https://youtu.be/adCWR1nY1WU?si=Sa2QVrQQVNQnbl7N
- Is 5, 1-7
- Sal 79
- Flp 4, 6-9
- Mt 21, 33-43
La liturgia de este domingo nos invita a reflexionar sobre las responsabilidades y dones que cada uno tenemos.
El Señor en tres de las lecturas nos habla de la viña. Nuestra vida es una viña que el Señor ha plantado con todo su Amor y la que ha proveído con más de lo que merecemos. Hoy muy concretamente en el evangelio nos confronta acerca de cuando venga a recoger el fruto qué le entregaremos. Veamos algunos frutos que podríamos presentarle: ¿Voy a Misa a recibir el Cuerpo y la Sangre del Señor, su Palabra y su Gracia? ¿o me parece un acto heroico venir hoy a trabaja a la viña del Señor y por eso no me importa llegar algo tarde? ¿Está presente el Evangelio y la fe de la Iglesia en las decisiones de mi vida o ya sé yo que decisiones tomar con mi vida, que ya soy mayorcito? ¿Hago examen de conciencia a ver si mi vida se adecua con mi fe o quito de mi fe lo que molesta en mi vida?
La primera lectura y el Salmo, nos hablan de la viña; la viña no puede tener sentido si no fuera porque es el “símbolo” de un amor verdadero, ¡cómo aman y miman los campesinos sus viñas! La imagen está lograda hasta el punto que la artificialidad logra su cometido. El pueblo de Israel, pueblo de origen pastoril, errante, esclavo, llega a sedentarizarse en un lugar, en una tierra, que es un don, y plantan viñas y huertas. ¡Así es de verdad la libertad campesina! La identificación entre el pueblo y la viña es patente.
El poema de la viña es la expresión poética de lo que se ha descrito: buscan otros dioses, buscan en la naturaleza y la fertilidad lo que viene de Dios; los poderosos han implantado la injusticia; Jerusalén, centro de la religión, no cuida de los desgraciados, de los huérfanos, de las viudas; la ciudad vive del soborno y el robo de unos pocos que se enriquecen. Antes, errantes, peregrinos por el desierto, probablemente eran más solidarios. Los sufrimientos compartidos, solidarizan. Pero las cosas han cambiado.
Pero no olvidemos, como dice el profeta, que este es un canto de amor. Es la forma que Dios tiene, por medio de su amigo el profeta, de hablar al corazón del pueblo, como la amada al amado. Es decir, esto se afirma, se expresa, porque se ama de verdad y porque se espera una respuesta. Por eso el Salmo que vuelve sobre el mismo tema, es una invitación al arrepentimiento: “Señor Dios…, vuelve tus ojos, mira tu viña y visítala, protege la cepa plantada por tu amonio, el renuevo que tú mismo cultivaste… Restablécenos, Señor,… míranos con bondad y estaremos a salvo.”
Pablo, en el texto de la segunda lectura, está hablando de la otra cara de la moneda, de lo que debe ser una comunidad cristiana en el mundo. El valor simbólico y teológico de la viña del Señor sigue estando presente. Digamos que en una descripción práctica de la calidad del fruto de la viña; ésta debe identificarse en el mundo por la alegría, la comprensión, la paz en el corazón y en la mente, porque si no se tiene paz interior, profunda, iremos a la guerra y justificaremos la violencia. Y además: la verdad, lo justo, la limpieza de corazón. En definitiva, hacer el bien siempre y en todo momento. Esto es lo que el profeta pedía a la viña del Señor y esto es lo que Pablo pide a la comunidad cristiana.
Refiriéndose a esta lectura, el Papa Francisco, hace notar que san Pablo “nos dice cómo ser buenos obreros en la viña del Señor: todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta”. Con la vivencia de todos estos valores “daremos gloria al Padre que nos ama con infinita ternura, al Hijo que sigue dándonos la salvación, al Espíritu que abre nuestros corazones y nos impulsa hacia la plenitud del bien”.
Y comentando el texto del evangelio, el Pontífice afirma que “La imagen de la viña representa al pueblo que el Señor ha elegido y formado con tanto cuidado; los siervos mandados por el propietario son los profetas, enviados por Dios, mientras que el hijo es una figura de Jesús. Y así como fueron rechazados los profetas, también Cristo fue rechazado y asesinado”.
En el relato, dice el Papa, Jesús pregunta a los jefes del pueblo : “Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?“. Y ellos, llevados por la lógica del relato, pronuncian su propia condena: el dueño -dicen- castigará severamente a esos malvados y “arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo”
El Papa afirma que, con esta parábola, “Jesús pone a sus interlocutores frente a su responsabilidad” y prosigue: “También hoy Dios espera los frutos de su viña de aquellos que ha enviado a trabajar en ella”.
El Obispo de Roma a continuación afirmó: “los que tienen autoridad en el pueblo de Dios pueden sentir la tentación de seguir su propio interés en lugar del de Dios. Pero la viña es del Señor, no nuestra. La autoridad es un servicio, y como tal debe ser ejercida, para el bien de todos y para la difusión del Evangelio”.
Pero la frase que encontramos al final del Evangelio de hoy nos hace dar un paso adelante. Nos encontramos con una frase cargada de esperanza: la piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. En época de Jesús, esta frase no era desconocida para los judíos. Nosotros hoy la podemos aplicar a nuestra vida personal y social: ¿cúales son las piedras que desecha la sociedad? ¿cuáles son las piedras que tenemos en el olvido? Cuidado con esta piedras… Son las piedras por la que Dios habla, son las piedras con las que construye su Templo. El Templo que Dios quiere se encuentra en el corazón, en la vida de las personas que sufren. Esas son las piedras angulares para Dios. Para nosotros no, pero para Dios son las decisivas.
Esta Eucaristía, es una oportunidad para implorar misericordia de Dios y suplicarle que nos otorgue aquello que no sabemos pedir. Así estaremos seguros de que nuestra vida dará los frutos de Amor que el Señor espera de cada uno de nosotros. (Monición Inicial). Pedimos que la fuerza de su Amor tome nuestra vida y la transforme con el pan y el vino, en ofrenda agradable a Dios Padre. (Monición de la Plegaria Eucaristica) y nos de fuerza para cumplir la misión de ir a la viña del Señor para cultivarla y cuidarla, de manera que su fruto anime la vida del mundo entero. (Monición a la Comunión).
” Que la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo, estén siempre con ustedes”. Ef 13, 13
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2020-10/angelus-papa-francisco-vina-del-senor-autoridad-servicio.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/7-3-2011/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/10/08/los-otros-2/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Octubre 2023
“Pues lo del César devuélvanse lo al César y lo de Dios a Dios.” Mt22, 21 https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida. Octubre 2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.