- Jer 7, 23-21
- Sal 94
- Lc 11, 14-23
La liturgia de hoy nos confronta contra las actitudes obstinadas a las que a veces nos aferramos al no querer escuchar la voz del Señor que nos llama a la conversión.
Es de todos los creyentes conocido que Dios nos habla de muchas maneras: a través de la naturaleza, a través de los demás, a través de acontecimientos, pero lo que no todos sabemos es que Dios habla muchas veces quedito, suavecito, bajito; situación que hace que debamos buscar el silencio y la soledad para escucharle con más claridad. Allí, en la quietud, nos es como nos podemos dar cuenta, con frecuencia, de las muchísimas y diferentes veces, en las que Él nos habla. Hoy, sumergidos entre tantos ruidos de fuera y de dentro que este mundo del grito, de la reclamación y del alarido nos ofrece constantemente, existen más sordos que nunca a la voz de Dios, y la cosa es que solo escuchándole a él, es que podemos hacer totalmente fructífera nuestra auténtica experiencia de vida, cuyo germen se ha depositado en nosotros en el día de nuestro bautismo. Bien decía el Papa Francisco hace unos meses que «la presencia de Dios no se percibe con los oídos físicos, sino con los de la la fe“
Nos lo dice el Señor por medio del protesta Jeremías, “no escucharon ni prestaron oído. Caminaron según sus ideas…” Dios continúa mostrándonos su amor e invitándonos a vivir en comunión con Él, a tenerlo verdaderamente como Dios, y no como un ídolo inerte. Lo hace y ha hecho a través de los sacerdotes, de nuestros padres, de muchos de nuestros amigos. Pensemos por un momento ¿cuál ha sido nuestra respuesta a este amor ilimitado e infatigable de Dios por nosotros?
Afirma el Papa Francisco: “Jesús dice, ‘el que no recoge conmigo, desparrama’. Usa la palabra ‘recoge’. Tener un corazón recogido, un corazón sobre el que no sabemos qué sucede, y aquí y allá, para no caer en ello, se puede hacer la práctica tan antigua de la Iglesia, pero buena: el examen de conciencia. ¿Quién de nosotros, en la noche, antes de terminar la jornada, permanece solo, sola, y se hace la pregunta: ¿qué ha sucedido hoy en mi corazón? ¿Qué ha sucedido? ¿Qué ha pasado a través de mi corazón? Si no lo hacemos, realmente no sabemos vigilar bien ni cuidar bien”
El Reino, como nos dice Jesús, a través de san Lucas, está en medio de nosotros y está en todos nosotros, enviados a la predicación. Acciones como las que hemos leído en el Evangelio, son las que acompañan a la predicación y son ellas mismas predicación. Jesús nos dice que vayamos tranquilos, confiados en el poder del bien.
Aprovecha este tiempo para volverte al Señor, para responder con más generosidad a sus mandamientos, para crecer en el amor a tus hermanos, para ser más de El.
¡Señor, que no seamos sordos a tu voz!
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=07-03-2024
- https://padrealfredo.blogspot.com/2019/10/senor-que-no-seamos-sordos-tu-voz-un.html
- http://es.catholic.net/op/articulos/14337#modal
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
Palabra de Vida Mes de Marzo 2024. “Crea en mi, oh Dios un corazón puro, renueva en mi interior un espíritu firme”. Sal 51,12 https://www.focolare.org
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.