https://youtu.be/ki384mxgOH4?si=kl1CadrlC_E6b7wR
- Is 60, 1-6
- Sal 1
- Sal 71
- Ef 3, 2-3. 5-6
- Mt 2, 1-12
La epifanía es una fiesta eminentemente misionera. Los magos de oriente representan a todos los pueblos gentiles a quienes la Iglesia – madre – llevó desde el inicio el evangelio de Jesús y en la liturgia de hoy, descubriremos que la universalidad de la Salvación es una exigencia de la Redención. La Iglesia que es una, se ha convertido en el lugar donde se congregan todas las naciones de la tierra.
Los Magos representan a lo diferente, lo inusitado, lo desacostumbrado, lo extranjero… que en la contemplación y adoración del Niño se hace prójimo, se hacen nuestros hermanos. El oro, el incienso y la mirra de nuestro tiempo son nuestras mentes y corazones abiertos que ofrecemos a Dios cuando acogemos a todos como hermanos. Estos magos nos ponen delante de los ojos una de las mejores descripciones del misterio de Cristo. El regalo, para que sea sincero y significativo tiene que ser expresión de lo que no se ve, una adhesión, un amor, una entrega y una confianza. En definitiva, si el regalo es verdadero expresa que el donante se querría regalar a sí mismo. Algo que aparece de alguna manera reflejado en el gesto de postrarse y adorar. Dos gestos que solamente se harían delante del señor de cada uno, delante de su Dios.
En la primera lectura escuchamos esta invitación que se hace a Jerusalén de alegrarse, ponerse en pie, vestirse de fiesta, porque llega su luz. Todos los pueblos se congregan en la ciudad santa: “Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora”.
Nosotros sabemos que esta profecía se ha cumplido en la Jerusalén del cielo cuyo germen e inicio en este mundo es la Iglesia. Nos vestimos de fiesta y nos alegramos porque Dios nos ha hecho el mayor regalo que podíamos recibir un día como hoy; nos ha entregado a su Hijo, el amado, el unigénito; ha enviado a nuestros corazones, el Espíritu que nos hace hijos de Dios y nos convierte a todos en hermanos. El sueño, el deseo, de unidad que late en el corazón de todo hombre ha tenido una respuesta extraordinaria. Dios mismo en persona ha venido a reunir a sus hijos haciendo de ellos un solo pueblo.
El texto de Efesios nos habla del “misterio” que le ha sido encomendado al Apóstol para que lo lleve a todos los pueblos, a los paganos, a los gentiles (diríamos a los que no tienen Dios).
Se habla del “don de la gracia”, de una “revelación” que ha recibido el apóstol. Esta es la verdad si comparamos nuestro texto con Gal 1,12.16. Aquí se refiere al camino de Damasco como punto focal de esta iniciativa divina. Dios lo ha llamado para ser apóstol de los paganos y para ello le ha entregado el evangelio de la salvación. Lo que en nuestro texto de hoy se llama “misterio”, es lo mismo. Porque el evangelio es la buena noticia de que Dios ha decidido salvar a todos los hombres, de cualquier raza y religión. Es eso lo que el autor de Efesios llama misterio y lo que Pablo llama varias veces “mi evangelio”.
El Papa Francisco, nos explica: “Los Magos consiguieron superar aquel momento crítico de oscuridad en el palacio de Herodes, porque creyeron en las Escrituras, en la palabra de los profetas que señalaba Belén como el lugar donde había de nacer el Mesías. Así escaparon al letargo de la noche del mundo, reemprendieron su camino y de pronto vieron nuevamente la estrella, y el Evangelio dice que se llenaron de “inmensa alegría”. Esa estrella que no se veía en la oscuridad de la mundanidad de aquel palacio.
Un aspecto de la luz que nos guía en el camino de la fe es también la santa “astucia”. Es también una virtud, la santa “astucia”. Se trata de esa sagacidad espiritual que nos permite reconocer los peligros y evitarlos. Los Magos supieron usar esta luz de “astucia” cuando, de regreso a su tierra, decidieron no pasar por el palacio tenebroso de Herodes, sino marchar por otro camino.”
Con el Salmista repetimos: “Que te adoren, Señor, todos los pueblos… Ante El se postrarán todos los reyes y naciones”. Vivamos con alegría este día de la Epifanía, de la manifestación de la luz en medio de las tinieblas. Vivamos con entusiasmo este día de manifestación de Dios a todos los pueblos y asumamos nuestra misión de predicar incansablemente, no callar, ni reservarnos esta buena noticia para nosotros o los nuestros. Dios nos envía al mundo entero para que su palabra resuene del uno al otro confín de la tierra.
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/6-1-2024/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
- https://es.catholic.net/op/articulos/11776/cat/330/vimos-su-estrella-en-el-oriente-y-venimos-a-adorarle.html#modal
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2024/01/06/la-fiesta-de-la-luz/
Palabra de Vida Mes de Enero 2024. Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo.” (Lucas 10, 27) https://www.focolare.org/conosur/news/2023/12/31/palabra-de-vida-enero-2024/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.