- Hch 7, 51- 8, 1a
- Sal 30
- Jn 6, 30-35
La gente busca a Jesús. porque encuentra en El, a una persona en la que no hay engaño y efectivamente es así. Muchos aún hoy, buscamos una señal sin percatarnos que El que se presenta como la señal de Dios en la historia.
De las siete señales que Juan relata en su evangelio esta es la más conocida y la que recogen los cuatro evangelistas. Durante cinco días seguidos la liturgia Pascual nos permite meditar en esta señal para que le hagamos vida, no sólo participando activamente en la Eucaristía, sino para que hagamos de Jesús, el verdadero alimento que sacia nuestra hambre y nuestra sed, no sólo material sino espiritual.
El testimonio y martirio de Esteban, relatado por Lucas, resalta el extravío que viven el pueblo, los ancianos y los escribas. La denuncia del comportamiento de ellos, en sintonía con el de sus padres, brota de los labios de Esteban como una llamada a considerar qué lejos se encuentran del Dios de la alianza y de su cerrazón a tomar en cuenta lo que Jesús les ha venido enseñando.
Esteban con la fuerza del Espíritu pondrá ante ellos lo que está viendo: “Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios». Este testimonio sobre Jesucristo, al que ellos, no sólo lo han rechazado, sino que lo “han traicionado y asesinado”, provoca en ellos, no la conversión, sino la reafirmación del rechazo, con lo que se evidencia, aún más, cómo resisten a la acción del Espíritu Santo. Ya lo había anunciado Jesús: Llegará el día en el que los que os den muerte creerán que dan culto a Dios. Esas palabras de Jesús y su ejemplo, nos alientan en medio de las dificultades que la misión evangelizadora presenta. Para eso nos dejó su Espíritu, para que perseveremos en el anuncio de su salvación, con la palabra y con la vida.
“A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.” El salmista pone de manifiesto la actitud del que se deja iluminar y conducir por él. Hay plena confianza en los duros momentos. Así como sostuvo a su elegido, sostiene también a los que, unidos a él, viven y actúan como él.
Su presencia ampara y protege en medio de las conjuras humanas. Así lo hemos visto en Jesús y atendiendo a su fidelidad hasta las últimas consecuencias, aprendemos que todos en él tenemos el modelo a seguir.
”Yo soy el pan de vida, nos dice Jesús en el texto del evangelio y el Papa Francisco, nos explicaba que. “Además del hambre físico, el hombre lleva en sí otro hambre, un hambre que no puede ser saciado con el alimento ordinario. Es hambre de vida, hambre de amor, hambre de eternidad.
Y el signo del maná —como toda la experiencia del éxodo— contenía en sí también esta dimensión: era figura de un alimento que satisface esta profunda hambre que hay en el hombre. Jesús nos da este alimento, es más, es Él mismo el pan vivo que da la vida al mundo. Su Cuerpo es el verdadero alimento bajo la especie del pan; su Sangre es la verdadera bebida bajo la especie del vino. No es un simple alimento con el cual saciar nuestro cuerpo, como el maná; el Cuerpo de Cristo es el pan de los últimos tiempos, capaz de dar vida, y vida eterna, porque la esencia de este pan es el Amor.
En la Eucaristía se comunica el amor del Señor por nosotros: un amor tan grande que nos nutre de sí mismo; un amor gratuito, siempre a disposición de toda persona hambrienta y necesitada de regenerar las propias fuerzas. Vivir la experiencia de la fe significa dejarse alimentar por el Señor y construir la propia existencia no sobre los bienes materiales, sino sobre la realidad que no perece: los dones de Dios, su Palabra y su Cuerpo.”
Y como cada vez que celebramos el Memorial, se actualiza su entrega, estas palabras nos deben llevar a reflexionar: ¿Tenemos necesidad de este Pan? ¿Cómo se desarrolla nuestra vida sostenida por este alimento?
¡Haz que tengamos hambre y sed de ti, Señor!
Oremos con la Oración que el Papa Francisco nos dejó por el Jubileo 2025, Peregrinos de Esperanza: Señor, Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y La Paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- Diario Bíblico 2025. Misioneros Claretianos.
- https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/preghiera.html .
- https://es.catholic.net/op/articulos/15676/cat/566/senor-danos-siempre-el-pan-de-vida.html#google_vignette
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2025/05/06/hambre-y-sed-que-sacian-para-siempre-3/
Palabra de Vida Mes Mayo. «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero» (Jn 21, 17) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Mayo2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.