- Dan 3,25. 34-43
- Sal 24
- Mt 18, 21-35
“Crea en mi, oh Dios un corazón puro, renueva en mi interior un espíritu firme”. Sal 51,12. Es la Palabra de Vida que estamos invitados a vivir en este mes. Y en la liturgia, para ayudarnos en este camino de conversión que estamos recorriendo, el Señor nos ofrece su lógica del perdón y con ello nos invita a seguir dirigiéndonos hacia ese objetivo.
Por ello en la primera lectura meditamos acerca de que para poder decir que se ha iniciado este proceso de conversión en serio en nuestra vida, es necesario que, además del arrepentimiento: “acepta nuestro corazón adolorido y nuestro espíritu humillado”, parte fundamental de ésta, es que se pongan las bases para iniciar una nueva vida, una vida vivida en el Espíritu: “te seguiremos de todo corazón; te respetamos y queremos encontrarte…”
“Sálvanos Señor, tu que eres misericordioso”, le decimos con el Salmista.
La vida ofrece muchas circunstancias que actualizan esta oración, de Azarías. Por ser peregrinos en la tierra pidamos lo que para la tierra necesitamos. Por ser peregrinos hacia la eternidad no exijamos ser oídos en nuestra oración como si tuviéramos en la tierra nuestra ciudad permanente, sabiendo que tenemos que pasar por la muerte para entrar en la VIDA, objetivo de toda vida y de toda oración.
¡Haznos Compasivos, Señor! Le decimos hoy en la Oración de los Fieles. Es por eso que la entrega de Jesucristo en la cruz por nosotros, no puede dejarnos indiferentes. Debemos esforzarnos, como nos invita Jesús en el texto del evangelio, particularmente por perdonar a nuestro prójimo y sobre todo saber pedir perdón a Dios. Necesitamos salir de nosotros mismos; que nuestra alma vaya cambiando y creciendo en amor a los demás. Que con nuestro testimonio animemos a aquellos que están lejos del amor a Dios y que les acerque al sacramento de la confesión.
”Todavía es tiempo, dice el Señor, conviértanse a mí de todos corazón, porque soy compasivo y misericordioso.” Jl 2, 12-13
Nos explica el Papa Francisco que Jesús, “ nos ofrece una enseñanza sobre el perdón, que no niega el mal sufrido sino que reconoce que el ser humano, creado a imagen de Dios, siempre es más grande que el mal que comete…, tú debes perdonar siempre. Y lo confirma contando la parábola del rey misericordioso y del siervo despiadado, en la que muestra la incoherencia de aquel que primero ha sido perdonado y después se niega a perdonar…
Desde nuestro bautismo Dios nos ha perdonado, perdonándonos una deuda insoluta: el pecado original. Pero, aquella es la primera vez. Después, con una misericordia sin límites, Él nos perdona todos los pecados en cuanto mostramos incluso solo una pequeña señal de arrepentimiento. Dios es así: misericordioso. Cuando estamos tentados de cerrar nuestro corazón a quien nos ha ofendido y nos pide perdón, recordemos las palabras del Padre celestial al siervo despiadado: «siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No deberías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?» (vv. 32-33). Cualquiera que haya experimentado la alegría, la paz y la libertad interior que viene al ser perdonado puede abrirse a la posibilidad de perdonar a su vez…”
Fuentes
- Folleto La Misa de Cada Día.
- http://es.catholic.net/op/articulos/14327/#modal
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2017/documents/papa-francesco_angelus_20170917.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=05-03-2024
Palabra de Vida Mes de Marzo 2024. “Crea en mi, oh Dios un corazón puro, renueva en mi interior un espíritu firme”. Sal 51,12 https://www.focolare.org
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.