- 1 Jn 3, 7-10
- Sal 97
- Jn 1, 35-43
A los cristianos de hoy nos toca vivir en un mundo en el que muchos hombres han desplazado a Dios de su vida y viven como si Dios no existiera; bastantes incluso niegan explícitamente su existencia. La increencia, la indiferencia, el ateísmo, nos rodean y acechan nuestra vida de fe. Y no se trata solamente de posturas individuales, sino de un fenómeno social amplio y difuso, que condiciona la visión del mundo, el modo de entender la vida, los criterios de valor, los comportamientos, la convivencia…; en una palabra, la cultura de nuestra sociedad.
La ruptura entre el Evangelio y la cultura es, sin duda alguna, el drama de nuestro tiempo», decía el papa Pablo VI. Esta ruptura afecta a lo central del Evangelio, es decir, al sentido de Dios y al sentido del hombre.
Si en nuestra vida no hay amor, no busquemos el error en nuestro código de conducta, sino preguntemos y busquemos en nuestro interior Quién nos habita y a quién hemos hecho el Señor de nuestras vidas?
Hoy el Señor, nos invita a ir con Él, venid y veréis lo que es caminar siguiendo al que es La Verdad, El Camino y La Vida. El ideal que Jesús nos presenta, por el cual el Hijo de Dios se encarnó, nació y murió, no es otra realización que aquella por la que Dios creó al hombre – creado a su imagen y semejanza. Esto es, a la medida-forma y fisonomía-rostro de Dios. «Sed, pues -dice Pablo- imitadores de Dios como hijos queridos» (Ef 5,1 ). Su intencionalidad , pues , está en nuestro ser cristiano.
La primera lectura que nos ofrece la liturgia de este día nos descubre el modo en que Cristo sigue siendo Príncipe de Paz en este mundo nuestro. Su Reino de justicia no se extiende por imposición de un código ético, ni de una moral muy estricta o una represión eficaz de la violencia. La Nueva Alianza que inaugura su Encarnación es la ley inscrita en el corazón de quienes acogen a este Niño que nace. Su presencia en lo más íntimo de cada creyente es incompatible con el odio, la mentira, la venganza o el egoísmo, como la luz disipa las tinieblas con solo aparecer: Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en El.
Esto es : seguir , imitar y reproducir a Cristo hasta ser El. Ahí está la única realización propiamente dicha del hombre. Por esto , Jesús nos pide no preocuparnos de nada más. No está nuestra realización en el hacer ni en el tener, sino en el Ser, en el nuevo ser – «nueva creatura», «hombre nuevo», «nacer de nuevo, morir a lo que somos para resucitar a ser Cristo».
La dificultad está en no conectar plenamente con esta intencionalidad que Cristo tiene, que le mueve y por la que da la vida, al llamarnos en su seguimiento. Y segundo, en no captar, también, la intencionalidad plena de Cristo al querer que le reproduzcamos lo más íntegramente posible, no a medias, con reservas o condiciones. El reproducirle íntegramente con su total intencionalidad, es la razón de no volver la vista a derecha e izquierda, ni volver la vista atrás, sino que, dejándolo todo, le sigamos a Él. Y en Cristo debemos centrar y concentrar toda nuestra mente, todo nuestro corazón, toda nuestra alma y todas nuestras fuerzas, como hace un buen atleta para conseguir su medalla de oro.
Nos explica el Papa Francisco que el texto del evangelio, “…nos presenta el encuentro de Jesús con sus primeros discípulos. La escena se desarrolla en el río Jordán, el día después del bautismo de Jesús. El mismo Juan Bautista señala al Mesías a dos de ellos con estas palabras: «¡He ahí el Cordero de Dios!», y aquellos dos, fiándose del testimonio del Bautista, siguen a Jesús que se da cuenta y pregunta: «¿Qué buscáis?» y ellos le preguntan: «Maestro, ¿dónde vives?»
Jesús no contesta: “Vivo en Cafarnaún o en Nazaret”, sino que dice: «Venid y lo veréis» . No es una tarjeta de visita, sino la invitación a un encuentro. Los dos lo siguen y se quedan con Él esa tarde.
Detengámonos un momento en esta experiencia de encuentro con Cristo que nos llama a estar con Él. Cada llamada de Dios es una iniciativa de su amor. Siempre es Él quien toma la iniciativa, Él te llama. Dios llama a la vida, llama a la fe, y llama a un estado de vida particular. “Yo te quiero aquí”. La primera llamada de Dios es a la vida; con ella nos constituye como personas; es una llamada individual, porque Dios no hace las cosas en serie. Después Dios llama a la fe y a formar parte de su familia, como hijos de Dios. Finalmente, Dios nos llama a un estado de vida particular: a darnos a nosotros mismos en el camino del matrimonio, en el del sacerdocio o en el de la vida consagrada. Son maneras diferentes de realizar el proyecto que Dios, ese que tiene para cada uno de nosotros, que es siempre un plan de amor. Dios llama siempre. Y la alegría más grande para cada creyente es responder a esta llamada, a entregarse completamente al servicio de Dios y de sus hermanos.“
Los discípulos dejan atrás la seguridad de lo conocido y siguen a Jesús y así experimentar la apertura a la novedad, a la transformación personal y comunitaria de quienes quieren ser discípulos del Reino. El diálogo ente Jesús y los discípulos que se deciden a seguirlo, enfatiza en la necesidad de esa comunión de vida con Jesús. “Vengan y vean” porque no basta la doctrina, ni la vida sacramental, ni los rezos, es necesario recorrer los caminos y descubrir con cuánta pasión ama, con cuánta paciencia acompaña y por quienes lo entrega todo.
Es por ello que cuando nos entregamos a medias en el seguimiento de Cristo, sin realizarnos de lleno en su intencionalidad , esta mediocridad nos produce un mortal desencanto que contagiamos a los demás, todo por rehuir la Cruz, punto de mira y meta ilusionada de Cristo para El y para sus amigos de verdad.
Mas el proyecto de Dios sobre el hombre no termina en la cruz, ni en la muerte; no acaba en la humillación, sino en la sublimación, en la Vida y exaltación del hombre en la resurrección y divinización de la persona creada a imagen y semejanza de Dios, verdadero hijo de Dios, participante de su misma naturaleza divina, inmortal, eterna. Por lo que, para el hombre y mujer que no quieren ser tibios ni mediocres, ni aceptan tampoco ser fríos, sino fervientes enamorados de Cristo, humildes y entregados como El; con un amor entrañable, universal, sacrificado y gratuito a toda la humanidad, son ya aquí y ahora, en su existencia mortal, Resurrección y Vida para muchos. Para el seguidor de Cristo, para el cristiano de verdad, cada día es muerte y resurrección, es día de cruz y de gloria; es vigilia y fiesta Pascual; cada jornada es siembra y es cosecha, es día del Señor porque encontrar a Jesús y hacerle Señor de nuestro hogar –de nuestra vida− no necesariamente hará que todo sea distinto, ni que desaparezcan los problemas; pero contemplaremos que habita cada esquina, rincón, aspecto y confín de nuestro día a día y su Presencia es la que salva e ilumina nuestra existencia
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día
- Diario Bíblico 2025. Misioneros Claretianos.
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2021/documents/papa-francesco_angelus_20210117.html#
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
Palabra de Vida Mes Enero “¿Crees esto?” (Juan 11, 26) https://ciudadnueva.com.ar/enero-2025/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.