- 1 Jn 2, 12-17
- Sal 95
- Lc 2, 36-40
Familias de los pueblos, aclamad al Señor, hemos proclamado en el Salmo de hoy y la invitación de la liturgia.
Todo lo que celebramos en el tiempo de Navidad tiene que irse haciendo carne también en nuestra propia historia, pues aunque en un mundo que se presenta lleno de atractivos de toda clase, es fácil caer en la tentación de amarlo y de elegirlo por sobre el valor único y definitivo que es Dios, por ello el apóstol San Juan en la primera lectura nos previene: “No amen al mundo ni lo que hay en él”.
Ser seguidor de Jesús significa seguirlo en la batalla contra el mal. Esta batalla no es una guerra de armas, sino de deseos. Amar a Dios significa no amar al mundo. Y para ello San Juan, guía y tranquiliza a una comunidad atacada por las mentiras de los falsos maestros y la voz condenatoria del maligno y da seguridades a tres grupos diferentes de personas: niños, padres y jóvenes. Y termina con una exhortación “el que hace la Voluntad de Dios permanece para siempre.”
Que lindo lo que nos indica el Papa Francisco del texto del evangelio: “Es una hermosa estampa: dos jóvenes padres y dos personas ancianas, reunidas por Jesús. ¡Realmente Jesús hace que generaciones diferentes se encuentren y se unan! Él es la fuente inagotable de ese amor que vence todo egoísmo, toda soledad, toda tristeza.”
Parece que Ana tenía muy claro lo primordial, lo que es esencial y a lo que estamos llamados todos nosotros: servir con generosidad a Dios, nuestro Señor. Esta mujer al ver a Jesús comprendió que había llegado la buena noticia para todos los que “aguardaban la liberación de Jerusalén”. Si Dios se ha hecho hombre, toda la vida pasajera tiene un misterioso valor eterno.
En este tiempo de Navidad es importante recordar lo esencial. Que el Señor nos llama a todos a buscar la salvación a través de la identidad comunitaria. Nadie se salva solo, lo hacemos todos en familia. Podemos llenar nuestros días de actividades, de desplazamientos, de kilómetros, de hiperactividad, de compromisos sociales, de alargar las noches, de vivir con un activismo que desgasta en vez que pacífica.
Lo que descubrió la profetisa Ana es que la divinidad cabía perfectamente en el cuerpecito de un recién nacido. Lo divino no está lejos de lo sencillo, de lo real, de lo cotidiano. La mirada de Ana hace descubrir lo valioso en medio de extraordinario. Hay una manera de vivir que es gustar internamente de los dones y regalos que nos da Dios diariamente.
En el final del año se nos invita a hacer balance de todo lo vivido a lo largo del año. Lugares visitados, personas conocidas, servicios prestados, eucaristías celebradas, momentos de oración. Seguro que el Señor ha estado presente muchísimos días de nuestro año de una manera evidente. Hay que practicar la gratitud. Seguro que también reconocemos límites, caídas, pecados, desasosiego por haber vivido bien muchos de los episodios del año. Nos toca pedir perdón. Quien no agradece lo que observa, no se fija en lo que vive, es incapaz de reconocer la presencia de Dios y de los hermanos que nos necesitan. La paz de Dios es necesaria para terminar el año y empezar el nuevo. La Iglesia en medio del mundo está llamada a ser hogar, a ser encuentro familiar entre las personas, creadoras de fraternidad.
Que la paz del Señor nos evite ser creadores de conflictos y de tensiones.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2024/12/30/sirviendo-a-dios-2/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=30-12-2024
- https://www.spokengospel.com/es/devocionales/1juan-212-17#:~:text=Debido%20a%20que%20Jesús%20vive,cubrió%20nuestros%20pecados%20y%20resucitó.
Palabra de Vida Mes Diciembre: “ No hay nada imposible para Dios” (Lucas 1, 37) https://ciudadnueva.com.ar/diciembre-2024/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.