?⛅️ Buenos días. “Señor enséñame a amar como tú nos has amado“. Papa Francisco.
- 1 Tes 4, 13-18
- Sal 95
- Lc 4, 16-30
En este pasaje de la I carta a los Tesalonicenses, Pablo quiere abordar una cuestión que preocupa a la comunidad de Tesalónica relativa al futuro de los que han muerto.
Para poder situar bien esta cuestión, afirma la Hna. María Ferrández Palencia, OP, es necesario conocer el contexto en que Pablo escribe su carta: Nos encontramos ante el documento más antiguo del cristianismo, escrito hacia el año 50 d.C ; es la primera vez que Pablo escribe a una comunidad y todavía está relativamente muy cercano el acontecimiento de la muerte y resurrección de Jesús. Los cristianos viven la tensión de la espera de la segunda venida de Cristo, que creen inminente, y que muchos piensan que contemplarán en vida. Pero entonces, se preguntan, ¿Qué va a ocurrir con aquellos que mueran antes de esta venida?
Pablo responde remitiendo a la comunidad a la afirmación central de nuestra fe: la muerte y resurrección del Señor. Si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo a los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con él.
Esta afirmación es la clave que ilumina la vida del creyente y hace posible la esperanza, palabra que tantas veces repite Pablo en sus cartas; y que, desde una mirada hacia el final de la vida y hacia su meta, consiste, utilizando la imagen que nos presenta Pablo, en “estar siempre con el Señor.” Es decir en entrar en la comunión de Vida y de Amor, con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para la que hemos sido creados.
Por eso, la Palabra de este día nos invita a reflexionar y alimentar nuestra fe en la Resurrección. Puede ayudarnos traer a nuestro recuerdo y oración a personas que ya nos han dejado, a veces en circunstancias difíciles de entender. ¿De qué manera esta fe transforma nuestra actitud ante la muerte concreta de quienes hoy nos faltan? ¿Qué esperanza despierta en nosotros?
Por otro lado el Rev. D. David AMADO i Fernández, al comentar el evangelio dice que al afirmar Jesus; “Hoy, se cumple esta escritura que acabáis de oír». Jesús comenta en la sinagoga de Nazaret un texto del profeta Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido». Estas palabras tienen un sentido que sobrepasa el concreto momento histórico en que fueron pronunciadas. El Espíritu Santo habita en plenitud en Jesucristo, y es Él quien lo envía a los creyentes.
Pero, además, todas las palabras del Evangelio tienen una actualidad eterna. Son eternas porque han sido pronunciadas por el Eterno, y son actuales porque Dios hace que se cumplan en todos los tiempos. Cuando escuchamos la Palabra de Dios, hemos de recibirla no como un discurso humano, sino como una Palabra que tiene un poder transformador en nosotros. Dios no habla a nuestros oídos, sino a nuestro corazón. Todo lo que dice está profundamente lleno de sentido y de amor. La Palabra de Dios es una fuente inextinguible de vida: «Es más lo que dejamos que lo que captamos, tal como ocurre con los sedientos que beben en una fuente» (San Efrén). Sus palabras salen del corazón de Dios. Y, de ese corazón, del seno de la Trinidad, vino Jesús —la Palabra del Padre— a los hombres.
Por eso, cada día, cuando escuchamos el Evangelio, hemos de poder decir como María: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38); a lo que Dios nos responderá: «Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír». Ahora bien, para que la Palabra sea eficaz en nosotros hay que desprenderse de todo prejuicio. Los contemporáneos de Jesús no le comprendieron, porque lo miraban sólo con ojos humanos: «¿No es este el hijo de José?» (Lc 4,22). Veían la humanidad de Cristo, pero no advirtieron su divinidad. Siempre que escuchemos la Palabra de Dios, más allá del estilo literario, de la belleza de las expresiones o de la singularidad de la situación, hemos de saber que es Dios quien nos habla.
Y, nos explica el Papa Francisco que “Anunciar el Evangelio con la palabra y, antes aún, con la vida, es la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada uno de sus miembros. […] ¿Qué significa evangelizar a los pobres? Significa, antes que nada, acercarlos, tener la alegría de servirles, liberarlos de su opresión, y todo esto en el nombre y con el Espíritu de Cristo, porque es Él el evangelio de Dios, es Él la misericordia de Dios, es Él la liberación de Dios, es Él que se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza. […] Atención: no se trata sólo de dar asistencia social, menos aún de hacer actividad política, Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios que convierte los corazones, sana las heridas, transforma las relaciones humanas y sociales, de acuerdo a la lógica del amor. Los pobres, de hecho, están en el centro del Evangelio.”
Para ello es necesario cada día pedirle al Señor como nos indica la Oración Colecta que infunda en nuestros corazones el amor de su nombre, y, nos conceda qué haciendo más religiosa nuestra vida, haga crecer el bien qué hay en nosotros y lo conserve con solicitud amorosa.
Palabra de Vida Mes de Agosto 2021
“El que se haga pequeño como este niño, será el más grande en el Reino de los Cielos.” (Mateo 18, 4) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida
Bendigamos al Señor con nuestro testimonio este día y digámosle:
"Me siento fuerte, sano y feliz porque tengo fe, amor y esperanza".
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Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2021
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.