https://youtu.be/iKLvGmvX1x8
- Hch 6, 1-7
- Sal 32
- Jn 6, 16-21
Iniciamos nuestra reflexión de hoy repitiendo con el Salmista: “Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti”; y con la Oración Colecta, pedimos al Señor Dios de piedad, que por medio de estos misterios pascuales abriste el corazón para tus fieles la puerta de tu Misericordia, míranos y apiádate de nosotros, para que, siguiendo, con tu gracia el camino de tu Voluntad, nunca nos desviemos del sendero de la vida.
Y es que en la Liturgia de hoy el Señor nos alienta a confiar en El; a no pretender que como somos creyentes, oramos, participamos de la Eucaristía, dedicamos tiempo al crecimiento de la fe y a evangelizar vamos a estar exentos de conflictos como lo acabamos de leer la primera lectura, o de temores como hemos leído en el texto del Evangelio.
Así pues, el texto de los Hechos nos muestra como hubo un conflicto en la iglesia. Y es que, debemos tener claro, no hay iglesia libre de problemas y de quejas. ¡Y esta es una iglesia dirija por los apóstoles! ¿Cuál es el conflicto? Al principio del nacimiento de la iglesia de Jerusalén todos los hermanos vendieron sus propiedades y las donaron a la iglesia. Los apóstoles estaban encargados de administrar y distribuir a los miembros de la iglesia tales bienes según sus necesidades. Pero qué pasó. La situación se agravó. ¿Por qué? La iglesia había crecido grandemente, y las cosas se salieron de control. Es en ese contexto que Dios dirige a la Iglesia la elección de los primeros diáconos.
En todo el libro de los “Hechos” encontramos testimonios concretos de sinodalidad. en la Iglesia de los tiempos apostólicos. De ahí que el Papa Francisco en estos días nos haga una llamada urgente: “Escuchen al Espíritu Santo escuchándose unos a otros… No tengan miedo de entrar en diálogo y déjense convencer por el diálogo”. Y dice: “Será bueno para toda la Iglesia…”.
No temáis» (Jn 6,20), les decía Jesús en aquella ocasión. «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33), les dirá después en el Cenáculo. Finalmente, es Jesús quien dice a las mujeres en la mañana de Pascua, después de levantarse del sepulcro: «No tengáis miedo». Nosotros, por el testimonio de los Apóstoles, sabemos de su victoria sobre los enemigos del hombre, el pecado y la muerte. Por esto, hoy, sus palabras resuenan en nuestro corazón con una fuerza especial, porque son las palabras de Alguien que está vivo.
Las mismas palabras que Jesús dirigía a Pedro y a los Apóstoles las repetía San Juan Pablo II, sucesor de Pedro, al inicio de su pontificado: «No tengáis miedo». Era una llamada a abrir el corazón, la propia existencia al Redentor para que con Él no temamos ante los embates de los enemigos de Cristo.
Jesús, en el evangelio de hoy, manda a los apóstoles ir a la otra orilla y ellos van en la barca solos, se puede decir que Jesús les ha dejado sin poder seguir disfrutando de su momento de gloria. Es como si no hubiera permitido que se les subiera el éxito a la cabeza, al contrario, les manda a la otra orilla y en tal singladura, a mitad de la travesía, los discípulos experimentaron un viento fuerte y como se encrespaba la superficie del lago.
A lo mejor no fue solamente una resistencia de la naturaleza, sino que también ésta era expresión de sus propias resistencias. ¿Quién no ha sentido que su barca está amenazada y parece hundirse? ¿Quién no ha sentido la resistencia de las propias miedos y complejos o la fuerza contraria de las circunstancias que parecen complicarlo todo hasta suponer una auténtica amenaza de fracaso? Es en ese momento cuando Jesús aparece acercándose a ellos, caminando sobre las aguas. Es una imagen que anticipa la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, la victoria de la Pascua; es una imagen que nos llena de consuelo y fortaleza cuando vemos que Jesús no solamente manifiesta su autoridad y su poder, sino que se presenta y se identifica, “soy yo”, para añadir las palabras que tantas veces necesitamos escuchar, “no temáis”.
Ante la personal fragilidad para llevar a buen puerto las misiones que el Señor nos pide (una vocación, un proyecto apostólico, un servicio…), nos consuela saber que María también —criatura como nosotros— oyó las mismas palabras de parte del ángel antes de afrontar la misión que el Señor le tenía encomendada. Aprendamos de ella a acoger la invitación de Jesús cada día, en cada circunstancia.
Entonces, en medio de las dificultades de la vida, en medio de las pruebas diversas qué padecemos en la misión, en medio de las amenazas y los peligros que nos asaltan; qué grande es poder escuchar esta voz firme y clara que nos recuerda su victoria: “soy yo, no temáis”.
La confianza que viene de la presencia de Jesús vence todos los miedos y suscita en el corazón del hombre la paz y por tanto, la apertura a todo don divino. El miedo nos hace olvidar la presencia de Dios y cierra nuestros ojos y corazón a su acción amorosa de salvación.
Confiemos en que el amor de Dios está por encima de todo mal y todo peligro. Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.Es el mensaje que nos quiere recordar este pasaje que acabamos de leer, leído en este tiempo de Pascua. Al empezar cada día, en la calma o en medio de la tempestad, recordemos siempre que el Señor resucitado está con nosotros. Éste es el sentido profundo de la Eucaristía.
Blbliografía
- Folleto La Misa de Cada Dia.
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- http://www.jesuseslaverdad.org/sermon/2019/3/4/sermn-hechos-61-7-la-importancia-del-oficio-diaconal
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/04/30/soy-yo-no-temais-3/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Abril 2022
“ Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.” (Marcos 16, 15) https://ciudadnueva.com.ar/abril-2022/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.