https://youtu.be/_l-sFZAHzCQ?si=4XLzxuGvKkMGJLSw
- 1 Re 3, 4-13
- Sal 118
- Mc 6, 30-34
Hoy la liturgia nos muestra la decisón de un hombre con gran sabiduría; Salomón, quien pidió más que un gran conocimiento; entendimiento, y él lo quería en su corazón, no solamente en su cabeza. En realidad, a antigua palabra Hebrea traducida a entendido es literalmente, “escuchar”. Salomón quería un corazón que escuchara, uno que pudiera escuchar a Dios, pues ya había entendido que una clave del liderazgo era un discernimiento sabio y justo. Muchos líderes no tienen este discernimiento, o no tienen el coraje para usarlo.
Dios estaba agradado por lo que Salomón pidió, en tanto que él sabía su gran necesidad por sabiduría, discernimiento, y entendimiento. Dios también estaba agradado por lo que Salomón no pidió, que él no pidió riquezas o fama o poder para si mismo, por eso El Señor le concedió a Salomón lo que pedía y algo más: “te daré también lo que no has pedido: riquezas y fama mayores que las de rey alguno”.
Bajando a nuestro terreno ¿qué le pediríamos cada uno de nosotros si el Señor también se nos apareciere como a Salomón y nos hiciese su misma oferta: “Pídeme lo que quieras”. Cada uno sabrá qué le respondería. Pero si hemos conocido a Jesús y todo lo que ha hecho por nosotros… le pediríamos de corazón que le hiciésemos caso, que le siguiésemos siempre como él nos ha pedido. El único camino para vivir con sentido, esperanza y alegría.
Afirma el Papa Francisco: “El primer don del Espíritu Santo, según la lista tradicional, es por tanto la sabiduría. No se trata sencillamente la sabiduría humana, fruto del conocimiento y de la experiencia. En la Biblia se relata que a Salomón, en el momento de su coronación como rey de Israel, Dios le ofrece el don que él quiera. Salomón no le pide la riqueza, el éxito, la fama o una vida larga y feliz sino que le pide “un corazón dócil, que sepa distinguir el bien del mal”. La sabiduría es exactamente esto: es la gracia de poder ver todas las cosas con los ojos de Dios. A veces vemos las cosas según nuestro parecer, según la situación de nuestro corazón, con amor, con odio, con envidia, esto no es el ojo de Dios. La sabiduría es lo que el Espíritu Santo hace en nosotros para que veamos todas las cosas con los ojos de Dios. Se trata de una luz interior, que solo el Espíritu Santo puede dar y que nos hace capaces de reconocer la impronta de Dios en nuestra vida y en nuestra historia.
El texto del Evangelio, Jesús les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco» qué gran sabiduría de parte de Jesús. El sabía que en el plan de Dios hay un lugar para el descanso. Es más, nuestra existencia, con todo su peso, debe descansar en Dios. Lo descubrió el inquieto Agustín: «Nos has creado para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti». El reposo de Dios es creativo; no “anestésico”: toparse con su amor centra nuestro corazón y nuestros pensamientos.
Una paradoja. La escena del Evangelio parece acabar mal: los discípulos no pueden reposar. El plan de Jesús parece fracasar: son abordados por la gente. No han podido “desconectar”. Pero es una enseñanza para nosotros que con frecuencia, no podemos liberarnos de nuestras obligaciones (hijos, cónyuge, trabajo…): ¡sería como traicionarnos! Se impone encontrar a Dios en estas realidades. Si hay comunicación con Dios, si nuestro corazón descansa en Él, relativizaremos tensiones inútiles… y la realidad —desnuda de quimeras— mostrará mejor la impronta de Dios. En Él, allí, hemos de reposar.
Concluyó con el Papa Francisco: “…El Espíritu Santo hace del cristiano un “sabio”. Esto, no en el sentido de que tiene respuesta para todas las cosas, que sabe todo, sino en el sentido de que “sabe” de Dios, que su corazón y su vida tienen el gusto, el sabor de Dios… Esto nos interpela personalmente. Cada uno de nosotros puede preguntarse: “Mi persona y mi vida ¿tienen sabor o no saben a nada, son insípidas? ¿Puedo decir que tienen el sabor del Evangelio? ¿El perfume de Cristo?”. El que nos encuentra percibe enseguida si somos hombres o mujeres de Dios o no… Si nos movemos por nosotros mismos, en base a nuestras ideas, nuestros propósitos, o bien por su Espíritu que habita en nuestro corazón… Y si está en nosotros la sabiduría que viene de Dios, podemos distinguir el bien del mal, y convertirnos en expertos de las cosas de Dios, comunicar a los demás su dulzura y su amor.”
Con el Salmista digámosle al Señor : “Con todo el corazón te voy buscando, no me dejes desviar de tus preceptos.”
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://es.catholic.net/op/articulos/1849/47-salomn-es-el-nuevo-rey.html#modal
- https://www.blueletterbible.org/Comm/guzik_david/spanish/StudyGuide_1Ki/1Ki_03.cfm
- https://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://es.aleteia.org/2014/04/09/papa-francisco-y-la-sabiduria-poder-ver-todas-las-cosas-con-los-ojos-de-dios/
Palabra de Vida Mes de Febrero 2024. “Hagan todo con Amor” (1 Cor 16, 14) https://www.focolare.org
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.