https://youtu.be/73Hk1TzzwxU?si=aAH2CFuXq63ARpFq
- Iss 22, 19-23
- Sal 137
- Rom 16, 13-20
- Mt 16, 13-20
Nos propone la liturgia, meditar un pasaje central del ministerio de Jesús y de sus discípulos, en especial en la vida de Pedro, y de cada uno de nosotros. La pregunta que hace Jesús a sus discípulos nos habla de relación y de misión.
Que hoy también nos sintamos cuestionados por Jesús en nuestra relación con Él y la misión que desarrollamos en nuestra cotidianidad. Y con Pedro, reafirmemos nuestra fe en Él: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
El Salmo nos invita a contemplan las maravillas que el Señor realiza en favor nuestro.
Y en la segunda lectura con este himno, que acabamos de leer o Pablo concluye la parte doctrinal de la carta a los Romanos, y deja en manos del misterio de Dios, de su divina sabiduría, el destino de su pueblo por el que siente una cierta fascinación.
Pone de manifiesto algo que debemos tener muy presente. Desde luego, es un himno a Dios y nos recuerda mucho lo que podemos leer en el libro de Job (35,7;41,1-3), es decir, la impotencia del hombre frente al misterioso designio de la historia que no la podemos abarcar en profundidad, por muy alto que haya volado la humanidad. Encontrarse con Dios es “un misterio” y nadie puede exigirle algo, porque nadie le ha dado nada. Al contrario, todo lo hemos recibido de Él. Y resuena explícitamente la grandeza de la fidelidad de Dios al hombre, a la humanidad entera, no solamente a Israel.
En el evangelio de hoy, junto con la profecía de Isaías que aparece en la primera lectura, contemplamos el fundamento sobrenatural y teológico para comprender adecuadamente el poder del papa. A lo largo de la historia, esta realidad ha sido vivida de modos diversos. Desde los comienzos, la presencia del papa y el reconocimiento de su voz es un aliento constante en tiempos de persecución. Con la conversión del Imperio al cristianismo allá por el siglo IV, la imagen de Cristo como el nuevo «Imperator mundi»hacía del papa la presencia del poder de Cristo. Con el correr de los siglos, dicho poder sobre la cristiandad, unido a la evolución sociopolítica, absolutizó elementos necesarios en la autoridad humana, pero no del todo clara referida a una autoridad sobrenatural que tiene miras divinas. Desde el siglo VIII, con la creación de los Estados Pontificios, la tarea papal asumía la responsabilidad de un gobierno terrenal que no fue siempre fácil de compaginar con la santidad de vida. La tiara pontificia expresaba una superposición de funciones representadas en las tres coronas, de abajo arriba: el poder de rey terrenal; el poder como juez universal; y el poder pastoral o espiritual.
La Iglesia, rica en sabiduría por su historia de santidad, ha ido purificando elementos que no se adecuaban a la función papal porque generaba estridencias con su función espiritual. Con la creación del Estado Vaticano actual -necesario para mantener una función de representatividad diplomática ante el resto de los estados- y al abandono de la silla gestatoria (sustituida por el papamóvil) y la tiara pontificia (sustituida por una mitra), la figura del papa como «siervo de los siervos de Dios» configura mejor su tarea pastoral de hacer presente la autoridad salvadora de Cristo y la eterna novedad de santidad que genera la predicación incansable del evangelio. En síntesis: el papa hace presente a Cristo mismo, nos indica la presencia del Reino de Dios en medio del mundo, garantiza la fidelidad de la Iglesia a todo aquello que el Señor ha puesto en sus manos, unifica con su autoridad a todos los pastores del gran rebaño de Cristo, conduce con el cayado de pastor a la humanidad hacia lugares de reconciliación y paz.
No siempre que el papa habla está hablando Cristo (esto es, «ex cathedra»). Si habla de fútbol, eso lo hace humano. Gracias a Dios, los papas que estamos teniendo nos han ayudado muchísimo a contemplar la vertiente humana -su personalidad, sus modos de ser, sus opiniones, su naturalidad- con el porte divino de que están revestidos por ser Pedro y que ejercen de modo único en el mundo cuando ponen voz a la misma autoridad de Cristo.
El papado existirá hasta el fin de este mundo, porque Cristo quiere hacerse presente en este mundo para salvarlo y llevarlo al Reino de los Cielos.
¡¡Recemos muchísimo hoy por el papa Francisco y agradezcamos al Señor que Cristo esté siempre presente con nosotros a través de su Vicario en la tierra!!
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.dominicos.org/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/08/26/xxi-domingo-del-tiempo-ordinario-ciclo-a/
Palabra de Vida Mes de Agosto 2023
“Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo”. (Mateo 15, 28) https://ciudadnueva.com.ar/julio-2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.