https://youtu.be/4pX7LXLXOIs?si=xjMsrgbI-xYSrQAW
- 2 Sam 2, 1-7. 10-17
- Sal 50
- Mc 4, 35-41
La meditación de la liturgia de hoy deja al descubierto nuestra fragilidad y la Misericordia del Señor.
En el episodio de esta primera lectura se cumple aquello de que vemos con mucha claridad el mal que hacen los otros y nos cuesta reconocer nuestro propio mal. Es lo primero que destaca de la actitud del rey David. Reconoce el mal que hace el hombre rico en el relato que le cuenta Natán, que teniendo muchas ovejas en su rebaño, coge la única oveja del hombre pobre para dar de comer a su huésped. David se indigna y hasta piensa que es reo de muerte este hombre rico.
Pero el corazón del hombre tiene salvación: la conversión, en el caso de David escuchando la palabra del profeta. David es puesto en evidencia, sus deseos son puestos a la luz de Dios. Entonces, lejos de negar la situación, acepta la cruda realidad con humildad, acepta su fragilidad, su desorden interior. Hace una confesión.
Esta cruda aceptación de nuestros pecados tal y como son en la presencia de Dios —no en nuestra presencia, porque hacemos trampas—, es la clave de la verdadera conversión. Y, puestos delante de Dios, nos dejamos cautivar por su grandeza, por su integridad, por su modo casto de mirar a todos los seres humanos.
«¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?» Nos dice el Señor en el evangelio de hoy y nos recuerda la Cuaresma en que estábamos en pandemía y en aquella tarde lluviosa el Papa Francisco nos llevó a meditar en ella: “Señor, esta tarde tu Palabra nos interpela se dirige a todos. En nuestro mundo, que Tú amas más que nosotros, hemos avanzado rápidamente, sintiéndonos fuertes y capaces de todo. Codiciosos de ganancias, nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Hemos continuado imperturbables, pensando en mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo. Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor”.
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Señor, nos diriges una llamada, una llamada a la fe. Que no es tanto creer que Tú existes, sino ir hacia ti y confiar en ti.”
Jesús hoy nos debe reprochar también a nosotros nuestra falta de fe en El, que seguimos sin fiarnos de que con El , nuestra barca no se puede hundir. Por eso, pidámosle esta fe también nosotros. Saber que nos pase lo que nos pase en la vida, con sus tormentas incluidas, Jesús jamás nos dejará solos, Jesús nunca permitirá que nos ahoguemos, que nos veamos rotos por la vida.
Uno de los grandes ejemplos de valentía y de fe, lo tenemos en María, Auxilio de los cristianos, quien al pie de la Cruz supo mantener en pie la luz de la fe… ¡que se hizo resplandeciente en el día de la Resurrección!
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2024/01/27/sabado-de-la-iii-semana-del-tiempo-ordinario-par/
- https://www.boletinsalesiano.com.ar/por-que-tienen-miedo-aun-no-tienen-fe/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
Palabra de Vida Mes de Enero 2024. Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo.” (Lucas 10, 27) https://www.focolare.org/conosur/news/2023/12/31/palabra-de-vida-enero-2024/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.