- Gen 15, 1-12. 17-18
- Sal 104
- Mt 7, 15-20
Hoy la liturgia nos invita a reflexionar sobre la importancia de los frutos de la fe.
Un fruto concreto de la fe de Abrahán fue su confianza en Dios, como acabamos de leer en la primera lectura. Abrahán estaba triste, no veía futuro a su casa. El Señor le había sacado de la esclavitud, le había colmado de bienes, pero no veía futuro. Su fe era firme, su corazón noble, pero la falta de un heredero le sumía en la tristeza. Hasta que el Señor le muestra las estrellas de cielo y las compara a su descendencia. Y, una vez más, cree y confía: sabe que su Dios cumple sus promesas, por muy descabelladas que puedan parecer. Esa es “la obra” de Abrahán: ponerse en manos del Señor, abandonarse en sus brazos, confiar en sus palabras. A Abrahán le llamamos “nuestro padre en la fe”, porque es el ejemplo a seguir que debemos tener siempre presente.
El Salmo nos dice: “El Señor se acuerda de su alianza eternamente”, así que cuando estemos atribulados, cuando no veamos la salida, cuando nos falten las fuerzas, cuando nuestro corazón se entristezca, pongamos la mirada en el Señor, escuchemos sus palabras y confiemos en Él, plenamente, sin límites. Y nunca olvidemos: Dios es Padre, y un Padre B ueno que siempre cumple las alianzas con sus hijos.
El texto del Evangelio nos insiste insiste en la importancia de los frutos de la fe en el seguimiento de Jesús, pues con ellos nos reconocerán como sus verdaderos discípulos; esto quiere decir, que no podemos quedarnos meramente en un un discurso estructurado y bien elaborado sobre la fe, ni quedarnos en buenas intenciones y deseos con respecto a la vida y las necesidades de la sociedad, especialmente de aquellos que sufren. Creer en Jesús, escuchar e interiorizar su palabra debe llevarnos a optar por la justicia y el Amor. Eso significa que que «todo árbol bueno da frutos buenos» que el que es bueno lo es en la medida en que no desfallece obrando el bien. Obra el bien y no se cansa. Obra el bien y no cede ante la tentación de obrar el mal. Obra el bien y persevera hasta el heroísmo. Obra el bien y, si acaso llega a ceder ante el cansancio de actuar así, de caer en la tentación de obrar el mal, o de asustarse ante la exigencia innegociable, lo reconoce sinceramente, lo confiesa de veras, se arrepiente de corazón y… vuelve a empezar, pues no podemos escuchar de parte de Dios algo peor que “profetas falsos”, o “lobos con piel de oveja”.
El discernimiento es hoy más que nunca necesario en la vida de la Iglesia y en la vida de cada uno. Porque “no es oro todo lo que reluce”, dice la gente sencilla, “ni todo el monte es orégano”. No podemos fiarnos y dejarnos guiar de cualquier espíritu sin discernimiento, sin ponerlo a prueba.
Por sus frutos los conoceréis, nos dice Jesus hoy también y el Papa Francisco en la 52 Jornada de los medios de comunicación, afirmó. …“Por sus frutos podemos distinguir la verdad de los enunciados: si suscitan polémica, fomentan divisiones, infunden resignación; o si, por el contrario, llevan a la reflexión consciente y madura, al diálogo constructivo, a una laboriosidad provechosa…La verdad no se alcanza realmente cuando se impone como algo extrínseco e impersonal; en cambio, brota de relaciones libres entre las personas, en la escucha recíproca. Además, nunca se deja de buscar la verdad, porque siempre está al acecho la falsedad, también cuando se dicen cosas verdaderas. Una argumentación impecable puede apoyarse sobre hechos innegables, pero si se utiliza para herir a otro y desacreditarlo a los ojos de los demás, por más que parezca justa, no contiene en sí la verdad.”
El evangelio de hoy es pues una llamada a la autenticidad; a “ser” y no solo “parecer” discípulos de Cristo. Él mismo nos invita a vivir una vida en la que solo nuestro Padre del cielo, que ve en lo escondido, aprecie y reconozca nuestra oración, nuestra caridad y nuestra penitencia. Una vez más se trata de no hacer las cosas delante de los hombres para ser reconocidos y aplaudidos sino delante de Dios.
Les invito a que continuemos orando por el Jubileo 2025, Peregrinos de la Fe, con la oración que nos dejó el Papa Francisco:
Señor, Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y La Paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- Diario Bíblico 2025. Misioneros Claretianos.
- https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/preghiera.html
- https://es.catholic.net/op/articulos/70024/cat/331/una-advertencia.html#modal.
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2025/06/25/verdadero-o-falso/
- https://evangeli.net/evangelio/dia/2025-06-25
Palabra de Vida Mes Junio “Denles de comer ustedes mismos” (Lc 9, 13) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.