https://youtu.be/m-pUczC9CxI?si=oIeedt18dv4__EfJ
- Rut 1, 1. 3-8. 14-16. 22
- Sal 145
- Mt 22, 34-40
La liturgia de hoy nos invita a vivir los dos mandamientos en que se funda toda la ley. Y el texto de la primera lectura nos muestra un ejemplo de amor que sirve de preámbulo para la pregunta que le hacen al Señor en el evangelio.
Iniciamos el libro de Rut y nos encontramos con notable la actitud de Rut con su suegra. No sabe que se va a encontrar en Belén, no sabe cómo se va a desarrollar la vida de dos viudas sin hijos, en una sociedad en la que la viuda, carecía de derechos. Se prevé una vida llena de dificultades y con pocas posibilidades de salir adelante. No obstante se ofrece a seguir siendo el apoyo de su suegra, a compartir con ella lo que la vida la depare. Rut es capaz de renunciar a su pueblo, a su familia, a su dios, para acatar toda la pobreza, el pueblo y el Dios de Noemí.
En nuestros días, qué importante es que volvamos a valorar la verdadera fidelidad y la amistad. Acostumbrados en nuestro mundo consumista a cambiar frecuentemente de todo, en una cultura del “úsese y tírese”, no es fácil tener amistades estables, verdaderos amigos que lo acompañen a uno, sobre todo, en los momentos difíciles de la vida. Ciertamente no es fácil establecer lazos duraderos y raíces profundas con nuestros vecinos, compañeros.
Aprendamos de Rut que el verdadero amor se muestra ante todo en la fidelidad y en el saber acompañarnos unos a otros, en comprometer toda nuestra existencia con alguien más.
En el evangelio, el Señor nos lleva hasta la profundidad de la catequesis cristiana, porque «de estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas».
He aquí la razón de ser del comentario clásico de los dos palos de la Cruz del Señor: el que está cavado en tierra es la verticalidad, que mira hacia el cielo a Dios. El travesero representa la horizontalidad, el trato con nuestros iguales. También en esta imagen hay un primero y un segundo. La horizontalidad estaría a nivel de tierra si antes no poseyésemos un palo derecho, y cuanto más queramos elevar el nivel de nuestro servicio a los otros —la horizontalidad— más elevado deberá ser nuestro amor a Dios. Si no, fácilmente viene el desánimo, la inconstancia, la exigencia de compensaciones del orden que sea. Dice san Juan de la Cruz: «Cuanto más ama un alma, tanto más perfecta es en aquello que ama; de aquí que esta alma, que ya es perfecta, toda ella es amor y todas sus acciones son amor».
Sólo en la relación con Dios encuentra el ser humano su origen y su fin. Dios no sólo es amor, sino que nos ha creado a imagen suya para que amemos y seamos amados. Esa relación personal es el corazón del Evangelio: el trato cotidiano personal con el Señor, presente, vivo, con quien entablar un constante diálogo de padre a hijo, de hermano a hermano.
Nos explica el Papa Francisco: “
Respondiendo a los fariseos que lo habían interrogado, Jesús trata también de ayudarlos a poner en orden su religiosidad, para restablecer lo que verdaderamente cuenta y lo que es menos importante. Dice: «De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas». Son los más importantes, y los demás dependen de estos dos. Y Jesús verdaderamente vivió así su vida: predicando y obrando lo que verdaderamente cuenta y es esencial, es decir, el amor. El amor da impulso y fecundidad a la vida y al camino de fe: sin el amor, sea la vida, sea la fe permanecen estériles.
Lo que Jesús propone en esta página evangélica es un ideal estupendo, que corresponde al deseo más auténtico de nuestro corazón. De hecho, nosotros hemos sido creados para amar y ser amados. Dios, que es Amor, nos ha creado para hacernos partícipes de su vida, para ser amados por Él y para amarlo, y para amar con Él a todas las demás personas. Este es el “sueño” de Dios para el hombre. Y para realizarlo necesitamos su gracia, necesitamos recibir en nosotros la capacidad de amar que proviene de Dios mismo. Jesús se nos ofrece en la Eucaristía precisamente por eso. En ella recibimos a Jesús en la expresión máxima de su amor, cuando Él se ofreció a sí mismo al Padre por nuestra salvación.”
Con la Oración Colecta pidamos al Señor que infunda en nuestros corazones el anhelo de amarlo, para que, amándolo en todo y sobre todo, consigamos que sus promesas superen todo deseo.
“Que la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo, estén siempre con ustedes. Ef 13,13.
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2017/10/29/ang.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/08/25/25-agosto-viernes-xx-semana-t-o/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=25-08-2023
Palabra de Vida Mes de Agosto 2023
“Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo”. (Mateo 15, 28) https://ciudadnueva.com.ar/julio-2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.