- Hch 4, 1-12
- Sal 117
- Jn 21, 1-14
Seguimos en la Octava de Pascua y hoy la liturgia nos indica que el Señor manifiesta el poder que tiene para transformar el mal y darnos la salvación al convertirnos en sus Hijos y gracias a ello nos lleva a realizar lo que sin El es imposible, recoger una pesca milagrosa.
El pasaje de la primera lectura nos presenta el diálogo de Pedro y Juan con las autoridades judías, que se muestran indignadas porque “enseñan al pueblo y anuncian la resurrección de los muertos por el poder de Jesús”. Y “los metieron en la cárcel hasta el día siguiente”.
La respuesta de Pedro, impulsado por el Espíritu Santo, es patente: “Que quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos: por su nombre se presenta este sano ante vosotros… ningún otro puede salvar”.
Pensando en nosotros, cristianos del siglo XXI, conocemos bien las palabras de Jesús “sin mí no podéis hacer nada”. Somos conscientes de que todo lo bueno y evangélico que hacemos se lo debemos a Jesucristo Nazareno. Ya sabemos a quién tenemos que acudir para ser buenos cristianos, a “la piedra que desecharon los arquitectos que es ahora la piedra angular”, ese a la que le damos gracias, …”porque es bueno, porque es eterna su misericordia… Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad. Bendito el que viene en nombre del Señor…” Esta es la liturgia de la Pascua en el corazón del cristiano, y como en cada domingo, es día de victoria y alabanza, de regocijo y acción de gracias. ¡Que la verdad de fe penetre en mi mente y en mi alma y florezca en mis actos!
El evangelio nos narra la tercera aparición de Jesús a los discípulos. Muy particular el enfoque que le da San Juan a este pasaje, y es que posiblemente como Evangelista y experto en símbolos, nos da esta catequesis para que también nosotros, encontremos al Resucitado n la realidad de nuestras vidas.
Simón Pedro va a pescar y sus compañeros le acompañan. “Y aquella noche no cogieron nada”. “Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús”. Y les mandó que “echasen la red a la derecha de la barca y encontrareis”. Y la pesca fue abundante. “La echaron y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces”. Una vez más, y las veces que sean necesarias, nuestras propias fuerzas para seguir a Jesús y su evangelio no son suficientes. Siempre hemos de acudir a Él para que nos regale sus fuerzas, su energía y así poder vivir el evangelio.
Él quiere salir una y otra vez a nuestro encuentro. Y como con los apóstoles nos espera en nuestro trabajo, en las obligaciones cotidianas y ahí nos dirá tantas veces ¡echa la red a la derecha! Termina esto, pon más amor y espíritu de servicio, ofrece cuanto haces… y yo multiplicaré su eficacia. Pues de esta obediencia en las tareas ordinarias de nuestra vida vendrá, como fruto maduro, nuestra santificación y seremos instrumentos de Cristo para la santificación de los demás. Descubriremos cómo en los detalles más pequeños de la vida diaria se esconde el tesoro de estar con Cristo, de comer con Él. “Traed los peces que acabáis de coger… Vamos, almorzad” conmigo.
Pero todo esto solamente es posible si reconocemos a Jesucristo, porque es él quien nos ha llamado, nos ha invitado a recorrer su camino, nos ha elegido. Anunciar y dar testimonio es posible únicamente si estamos junto a él, justamente como Pedro, Juan y los otros discípulos estaban en torno a Jesús resucitado, como dice el pasaje del Evangelio de hoy; hay una cercanía cotidiana con él, y ellos saben muy bien quién es, lo conocen. El evangelista subraya que “ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor”. Y esto es un punto importante para nosotros: vivir una relación intensa con Jesús, una intimidad de diálogo y de vida, de tal manera que lo reconozcamos como “el Señor”. ¡Adorarlo!”
Les invito a que, como nos solicitó el Papa, oremos por el Jubileo 2025, Peregrinos de Esperanza: Señor, Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y La Paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- Diario Bíblico 2025. Misioneros Claretianos.
- Libro Busco Tu Rostro, autor Carlos G. Vallés.
- https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/preghiera.html.
- https://es.catholic.net/op/articulos/14714/echad-la-red-otra-vez-y-encontraris.html#google_vignette
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2025/04/25/descubrir-a-cristo-en-la-vida-diaria-2/
Palabra de Vida Mes Abril: “Yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta?” (Is 43, 19) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Abril 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.