- Ef 3, 14-21
- Sal 32
- Lc 12, 49-53
De fuego y división, nos habla la liturgia; dos afirmaciones que pudieran parecernos muy alarmantes o escandalosas y hasta contradictorias con lo que nos dice el texto de San Pablo y el Salmo. Veamos…
Cuando Jesús habla de que ha venido a traer fuego a la tierra y cómo desearía que ya estuviera ardiendo, no se refiere al fuego condenatorio que viene a destruir la tierra, sino al fuego del amor que viene a derribar el egoísmo, al fuego de la caridad que viene hacer arder los corazones. Que arraigados y cimentados en su amor, podamos comprender la anchura, y la lentitud, la altura y la profundidad de es Amor y experimentar como sobrepasa todos conocimiento humano, para quedar colmados con la plenitud misma de Dios.
Es el fuego que ilumina y transforma la historia, que hace arder los corazones como sucedió con los discípulos de Emaús. Por eso te pregunto ¿Ya arde tu corazón por el amor, o bien, arde por el egoísmo que te consume?
Nos explica el Papa Francisco que “Jesús revela a sus amigos, y también a nosotros, su más ardiente deseo: traer a la tierra el fuego del amor del Padre, que enciende la vida y mediante el cual el hombre es salvado. Jesús nos llama a difundir en el mundo este fuego, gracias al cual seremos reconocidos como sus verdaderos discípulos. El fuego del amor, encendido por Cristo en el mundo por medio del Espíritu Santo, es un fuego sin límites, es un fuego universal. Esto se vio desde los primeros tiempos del Cristianismo: el testimonio del Evangelio se propagó como un incendio benéfico superando toda división entre individuos, categorías sociales, pueblos y naciones. El testimonio del Evangelio quema, quema toda forma de particularismo y mantiene la caridad abierta a todos, con la preferencia hacia los más pobres y los excluidos.
La adhesión al fuego del amor que Jesús trajo sobre la tierra envuelve nuestra entera existencia y pide la adoración a Dios y también una disponibilidad para servir al prójimo.
La segunda afirmación todavía la considero más fuerte, cuando dice: “No he venido a traer la paz, sino la división”. Continua el Pontífice: “Él vino para “separar con el fuego”. ¿Separar qué? El bien del mal, lo justo de lo injusto. En este sentido vino a “dividir”, a poner en “crisis” —pero de modo saludable— la vida de sus discípulos, destruyendo las fáciles ilusiones de cuantos creen poder conjugar la vida cristiana y la mundanidad, la vida cristiana y las componendas de todo tipo, las prácticas religiosas y las actitudes contra el prójimo.”
Es importante por eso no analizar esta expresión de una manera aislada, pues carecería de sentido y aportaría una posible contradicción, pero no es así. Jesús, el amor por excelencia, el constructor de la paz y de la civilización del amor no puede querer la división, la discordia, la rivalidad, sino que siempre quiso, quiere y querrá la paz y la unidad.
Lo que pasa es que la paz de Cristo no es la paz del mundo a base de acuerdos y diálogos. La paz de Cristo es, con su gracia, vencer el pecado…y eso duele. Quien quiera que pactes con el pecado para llegar a una entente cordiale te engaña. Mira la cruz de Cristo a ver si te parece que la victoria sobre el pecado no trae sufrimiento. Ese dolor es el bueno, el dolor que nace de la soberbia no es bueno. Pero si, aunque sea entre gemidos, cada día muevo un centímetro más el brazo, eres capaz de amar al otro como Dios le quiere, eres capaz de entregarte y servir más pensando menos en ti mismo, te acercas un paso más al calvario…¡bendito dolor!
Se trata, concluye el Papa, “de no vivir de manera hipócrita, sino de estar dispuestos a pagar el precio de la decisiones coherentes —esta es la actitud que cada uno de nosotros debería buscar en la vida: coherencia— pagar el precio de ser coherentes con el Evangelio. Coherencia con el Evangelio. Porque es bueno decirse cristianos, pero es necesario sobre todo ser cristianos en las situaciones concretas, testimoniando el Evangelio que es esencialmente amor a Dios y a los hermanos.”
Entonces podremos proclamar con el Salmista: “Feliz la nación cuyo Dios es el Señor, dichoso el pueblo que escogió por suyo.”…, pues los planes de Dios son el comienzo sobre la tierra de una eternidad dichosa.
Tomado de :
- Folleto La Misa de Cada Día
- Libro Busco Tu Rostro, autor Carlos G. Vallés
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2024/10/24/paz-pacifica/
- https://es.catholic.net/op/articulos/71489/cat/744/por-que-jesus-vino-a-traer-fuego-a-la-tierra.html#google_vignette
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2019/documents/papa-francesco_angelus_20190818.html
- https://crismhom.org/2018-10-25-cristo-habite-por-la-fe-en-vuestros-corazones/
Palabra de Vida Mes Octubre “El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos” (Marcos 10, 43-44) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.