https://youtu.be/a4FJLcHemg8?si=6Z__E6_j8SarV2nL
- 2 Sam 7, 1-5. 8-12. 14-16
- Sal 88
- Rom 16, 25-27
- Lc 1, 26-38
Las lecturas de este cuarto domingo, nos muestran actitudes básicas y positivas para finalizar el Adviento e iniciar Navidad: la receptividad, la admiración, el agradecimiento, la disponibilidad y el asombro.
Recordando el gesto de san Francisco de Asís, quien hace 800 años habría hecho el primer pesebre viviente de Navidad, el Papa Francisco dijo algo sorprendente: “Si los cristianos miramos el pesebre como algo bello, como algo histórico, incluso religioso, y rezamos, esto no basta”. ¿Por qué no ha de bastar, si lo que busca esta representación es, justamente, avivar nuestra fe y nuestra devoción?
Parece que el Papa hace referencia a algo mucho más fundamental: “Ante el misterio de la encarnación del Verbo, ante el nacimiento de Jesús, necesitamos esta actitud religiosa de asombro”. Se trata de una actitud religiosa, pero que toca toda nuestra realidad humana. El asombro es un sentimiento que nos sobrecoge, que nos cuestiona, que no nos deja tranquilos con nuestras certezas. El Papa no quiere que la fe de los cristianos sea simplemente informática.
¿A qué se refiere el asombro? Significa, en primer lugar, dejarse impactar por una realidad que puede ser paradójica. La fiesta de la Navidad está llena de elementos paradójicos que invitan a la contemplación y al asombro. Es paradójico que el Dios todopoderoso se encarne en un recién nacido, indefenso -y para colmo, de una familia pobre-, pequeño, débil, para poder redimir a todo el género humano. En lugar de la fuerza, Dios elige lo pequeño y lo débil. Resulta también paradójico que la mujer virgen -y por lo mismo infecunda- sea quien traiga a la vida al salvador. Allí donde no hay vida, donde el pecado parecía tener la última palabra, Dios da su palabra definitiva de salvación. Podemos decir que es paradójico que Dios nos ofrece a su propio hijo como regalo, como don y fuente de salvación, pero la humanidad -representada por Herodes- insiste en rechazarlo.
Asombrarse es dejarse impactar por el misterio. Todo el cristianismo no consiste sino en la paradoja del Dios hecho carne. Transitar por ello como si se tratara de algo normal, o peor: hacer de ello una mera información, algo de cultura general, nos arrastra fuera del misterio de la Navidad.”
En la lectura del 2º Libro de Samuel, David quiere llevar la iniciativa, piadosa por supuesto, de edificar un templo a Dios, una casa para el Señor. Y Yahveh le cambia la perspectiva; es Él mismo el que se está preocupando y seguirá preocupándose por David y su casa, su familia. Por eso, surgen espontáneas, como respuesta, las palabras del salmo: “Cantaré eternamente el amor del Señor”; es el canto gozo que nace de nuestro corazón renovado porque en una noche como la de hoy, las promesas del Señor son cumplidas en la persona de Jesús que nos trae la Salvación.
“Obediencia de la fe, al Dios único, infinitamente sabio, démosle gloria, por Jesucristo, para siempre. Amén”.Así, San Pablo nos invita a un confiado abandono en las manos de Dios y a exultar de alegría por el gran regalo que nos ha hecho: al mismo Jesucristo; a reconocerlo con inmenso agradecimiento, como obra de un amor que nos afianza, nos afirma, nos hace firmes, en el camino de la vida.
Y la escena de la Anunciación a María, tiene la misma atmósfera: la desproporción abismal entre el don de Dios, su amor y su acción en una pobre chiquilla campesina y la realidad de esta. El poder de la acción de Dios que la hará, (eso sí, si ella libremente consiente) en Madre de Dios y posteriormente en madre nuestra.
En un instante, simplemente con un sí, se cumple la promesa que Dios hizo a nuestros primeros padres en el paraíso. Miles de años de preparación, tantas historias y tantos personajes del Antiguo Testamento descubren que Dios cumple sus promesas con unas palabras de la Virgen. En un instante, como si no tuviera más importancia. Y toda la historia, toda la creación, la humanidad entera es transformada.
María se admira, pregunta inteligentemente, acepta con disponibilidad, y, llena de gratitud, cantará después el Magníficat: “el Poderoso ha hecho obras grandes en mí. Por eso proclama mi alma la grandeza del Señor”.
Dios hace así las cosas. No pidas garantías, seguridades, pruebas…, dile que sí y se hará.
Últimas horas del Adviento. Da las gracias a María. Saca hoy un rato para rezar el Santo Rosario despacio, avemaría tras avemaría, agradecimiento tras agradecimiento. Gracias Madre del cielo. Y da gracias a Dios, aunque no sepas cómo Él sigue salvando.
Navidad con el Niño Jesús en el centro, es la posibilidad de hacer una fiesta con contenido y profundidad, en la que sean, cual sean otras circunstancias difíciles o dolorosas, tiene sentido el festejar porque nos hace más humanos, más divinos, más hermanos. ¡Démonos la oportunidad de celebrar la Navidad!
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/pautas/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/12/24/en-un-instante/
- https://www.informador.mx/suplementos/Evangelio-de-hoy-Alegrate-llena-de-gracia-el-Senor-esta-contigo-20231224-0001.html
Palabra de Vida Mes de Diciembre 2023
““Estén siempre alegres. Oren sin cesar. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús” (Primera Carta a los Tesalonicenses, 5, 16-18) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.