https://youtu.be/qsF1inL8Dqs?si=PqA55mkQKL8GRdRY
- Apoc 21, 9-14
- Sal 144
- Jn 1, 45-51
Hoy que celebramos la Fiesta de San Bartolomé, la liturgia nos invita imitar su ejemplo y ser practicantes de verdad, creyentes y rectos de corazón.
En el texto de la primera lectura podemos darnos cuenta de la importancia que, ya desde la primera comunidad, tenían hacia estos “cimientos” de la Iglesia, los doce apóstoles y uno de ellos era Natanael, usado sólo por san Juan Evangelista (los sinópticos utilizan el nombre hebreo de Bar-tolomé, hijo de Ptolomeo)
El pueblo tiene como fundamento a los doce apóstoles, es el pueblo santo de Dios. La dirección que marca es la «Jerusalén celeste» no un templo físico, si no que ese templo es Dios mismo y el Cordero.
Por otro lado nos habla de “la novia del Cordero” la cual se identifica con el pueblo de Dios, no sólo el nuevo, “los doce cimentos” sino también del Antiguo, “las doce tribus”. En el pensamiento de autor entendemos que, nosotros el pueblo de Dios, somos esa novia, a la cual se accede por “las puertas” del AT, pero que encuentra su “fundamento” en la enseñanza de los apóstoles, es decir “la Iglesia”.
Del texto del evangelio, nos fijamos en un detalle del inesperado encuentro entre el Rabbí y el que se convertiría en uno de los apóstoles: «¿De qué me conoces?», interpela el discípulo al Maestro. En este primer encuentro, todavía no sabe quién es Cristo; la irrupción de Jesús en su vida le inquieta porque parece conocer demasiado de él, mientras él no sabe nada de Jesús. La reacción podría ser la de cualquiera de nosotros ante alguien que entra por la puerta grande subrayando que nos conoce, que sabe cosas de nosotros. Es incómodo porque nos sitúa en un plano de inferioridad, nos saca del control de la situación. La información es poder, desde el punto de vista mundano. Natanael está descolocado y esa pregunta pretende recobrar el control de una situación que se le va de las manos.
La respuesta de Cristo ilumina el rostro del discípulo, pero nos deja fuera de juego, con lo maliciosos que somos: Jesús y él saben perfectamente de lo que hablan… pero nosotros nos quedamos a dos velas. Esto nos ayuda a una última consideración: la vocación divina queda entre Jesús y tú. Cuando uno decide tomarse en serio la vocación cristiana para abandonar la superficial actutitud de «creyente y practicante», los demás, por norma general, no llegan a entender nada del diálogo porque quedan fuera… mientras que Jesús está dentro.
Jesús ha entrado en Natanael, y éste reconoce al Señor en el salmo 138: «Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda.»
Bartolomé, afirma el Papa Francisco, “un hombre concreto y apegado a la tradición, que meditaba diariamente las Escrituras, hizo una verdadera confesión de fe en Jesús como el Mesías esperado por Israel: “¡Tú eres el Hijo de Dios y el Rey de Israel!”
Una de las cosas que Dios más aprecia en su pueblo es la “autenticidad” y en este pasaje, Jesús lo confirma. Se encontró con un israelita “que no tiene doblez” es decir, con una persona auténtica. Por eso es importante que demos una revisada a nuestra vida, para ver qué tan auténticos somos, no sólo en nuestra vida espiritual, sino en nuestra vida ordinaria. El mundo moderno nos invita a vivir en medio de “máscaras”, y es así que muchas veces nos resulta difícil el llegar a conocer a una persona, pues vive debajo de una personalidad o apariencia que no es en definitiva ella misma.
Hoy hemos podido meditar, cómo lo que aparentemente es una casualidad, en los planes de Dios estaba largamente preparado. Para Jesús, Natanael no es un desconocido: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». ¿De qué higuera? Quizá era un lugar preferido de Natanael a donde solía dirigirse cuando quería descansar, pensar, estar sólo… Aunque siempre bajo la amorosa mirada de Dios. Como todos los hombres, en todo momento. Pero para darse cuenta de este amor infinito de Dios a cada uno, para ser consciente de que está a mi puerta y llama necesito una voz externa, un amigo, un “Felipe” que me diga: «Ven y verás». Alguien que me lleve al camino que san Josemaría Escrivá , describe así: buscar a Cristo; encontrar a Cristo; amar a Cristo. Y gracias a este amigo podernos convertirnos en practicantes sin doblez.
“Que la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo, estén siempre con ustedes”. Ef 13, 13.
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2021-08/san-bartolome-apostol-estaba-debajo-higuera-encuentro-jesus.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=24-08-2023
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/08/24/24-agosto-san-bartolome/
Palabra de Vida Mes de Agosto 2023
“Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo”. (Mateo 15, 28) https://ciudadnueva.com.ar/julio-2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Agosto 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.