https://youtu.be/MyD2r9frYbs?si=k9ELqQpT9w20m_H3
- 1 Tim 6, 13-16
- Sal 99
- Lc 8, 4-15
Dichosos los que cumplen la Palabra del Señor con un corazón bueno y sincero y perseveran hasta dar fruto, dice la Aclamación del Evangelio. Quisiera iniciar esta meditación con la Carta: Dar fruto, liberados de las preocupaciones del mundo. Epistolario 3, 579; CE 54 de San Padre Pío de Pietrelcina, hoy que celebramos su memoria.
«… Da fruto y produce ciento o sesenta o treinta por uno.» (Mt 13, 23)
Avanza con simplicidad en los caminos del Señor, y no te preocupes. Detesta tus defectos, sí, pero tranquilamente, sin agitación ni inquietud. Debemos tener paciencia para con ellos, y sacar provecho de ellos gracias a una santa humildad. Si te falta la paciencia, tus imperfecciones, en lugar de desaparecer, no harán más que crecer. Porque no hay nada que refuerce tanto nuestros defectos como la inquietud y la obsesión de liberarse de ellos.
Cultiva tu viña de común acuerdo con Jesús. Tuya es la tarea de quitar las piedras y arrancar la cizaña. Pertenece a Jesús la tarea de sembrar, plantar, cultivar y regar. Pero incluso en tu trabajo, es también él quien obra. Porque sin Cristo, no podrías hacer nada.
Y es que hoy la liturgia nos invita a ser tierra fértil, donde la semilla (La Palabra del Señor), fructifique al escucharla y ponerla en practica, sirviendo al Señor con alegría, con nos dice el Salmista y cumpliendo gracias a ella, fiel e irreprochablemente el Mandamiento, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, según las indicaciones de San Pablo en la primera lectura.
Una vez más, la Palabra de Dios nos recuerda lo esencial, el Mandamiento, lo único verdaderamente necesario en nuestra vida: el AMOR. Como a Timoteo, San Pablo nos exhorta también a nosotros: “te insisto en que guardes el Mandamiento”. ¿Cómo?: “sin mancha ni reproche”. ¿Cuándo?: “hasta la venida de Nuestro Señor Jesucristo”, todos los días de nuestra vida, hasta nuestro encuentro definitivo con Él.
Este Mandamiento debe prevalecer en nuestras vidas muy por encima de todos las normas o leyes que pudiéramos recibir por todos los jefes, reyes y señores de este mundo, ya que quien nos lo ha dado ha sido el “único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores”, Nuestro Señor Jesucristo.
Del texto del evangelio, nos explica el Papa Francisco: “Jesús cuenta a una gran multitud la parábola —que todos conocemos bien— del sembrador, que lanza la semilla en cuatro tipos diferentes de terreno. La Palabra de Dios, representada por las semillas, no es una Palabra abstracta, sino que es Cristo mismo, el Verbo del Padre que se ha encarnado en el vientre de María. Por lo tanto, acoger la Palabra de Dios quiere decir acoger la persona de Cristo, el mismo Cristo….
La parábola del sembrador es un poco la “madre” de todas las parábolas, porque habla de la escucha de la Palabra. Nos recuerda que la Palabra de Dios es una semilla que en sí misma es fecunda y eficaz; y Dios la esparce por todos lados con generosidad, sin importar el desperdicio. ¡Así es el corazón de Dios! Cada uno de nosotros es un terreno sobre el que cae la semilla de la Palabra, ¡sin excluir a nadie! La Palabra es dada a cada uno de nosotros. Podemos preguntarnos: yo, ¿qué tipo de terreno soy? ¿Me parezco al camino, al pedregal, al arbusto? Pero, si queremos, podemos convertirnos en terreno bueno, labrado y cultivado con cuidado, para hacer madurar la semilla de la Palabra. Está ya presente en nuestro corazón, pero hacerla fructificar depende de nosotros, depende de la acogida que reservamos a esta semilla. A menudo estamos distraídos por demasiados intereses, por demasiados reclamos, y es difícil distinguir, entre tantas voces y tantas palabras, la del Señor, la única que hace libre. Por esto es importante acostumbrarse a escuchar la Palabra de Dios, a leerla…”
Así, nosotros, podemos fructificar y retener en nosotros mismos las semillas, es decir, guardar en nuestro corazón las semillas de todas las buenas obras y de todas las virtudes, de modo que, teniéndolas fijas en nuestros espíritus, ya cumplamos por las mismas, según justicia, todos los actos que se nos presenten. Porque estos actos nuestros, cuando provienen “del buen tesoro de nuestro corazón”, son los frutos de aquella semilla.
”Que la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo, estén siempre con ustedes.” Ef 13, 13
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/17-9-2011/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/09/23/la-semilla-que-tras-morir-crece-y-da-fruto/
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/angelus/2020/documents/papa-francesco_angelus_20200712.html
- https://www.deiverbum.org/mt-13_18-23/
Palabra de Vida Mes de Setiembre 2023
“Día tras día te bendeciré, y alabaré tu Nombre sin cesar” (Salmo 145, 2). https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/#:~:text=Septiembre%202023&text=%E2%80%9CD%C3%ADa%20tras%20d%C3%ADa%20te%20bendecir%C3%A9,(Salmo%20145%2C%202). https://ciudadnueva.com.ar/julio-2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.