- Míq 5, 1-4a
- Sal 79
- Heb 10, 5-10
- Lc 1, 39-45
Las lecturas de este domingo quieren magnificar todo esto que está llegando como lo más concreto de la Navidad
El profeta Miqueas, contemporáneo del gran profeta Isaías, con palabras menos brillantes que ese maestro, pero con intuición no menos radical, presenta los tiempos salvíficos desde la humildad de Belén, donde había nacido David. Por lo mismo, el Mesías debe venir de otra manera a como se le esperaba. Su experiencia de la invasión asiria y su escándalo de cómo siente y vive Jerusalén, la capital, le inspira un mensaje que ha sido “adaptado” como oráculo mesiánico sobre Belén, el pueblo donde nació el rey David.
En la carta a los Hebreos (10,5-10) aparece otro lenguaje distinto para hablar también de la encarnación y de la disponibilidad del Hijo eterno de Dios para ser uno de nosotros, para acompañarnos en ser hombres. Su vida es una ofrenda, no de sacrificios y holocaustos, que no tienen sentido, sino de entrega a nosotros.
“He aquí que vengo para hacer tu voluntad”. La “encarnación”, pues, viene a sustituir los sacrificios antiguos, porque “Alguien” ha venido de parte de Dios para personalizar humanamente la voluntad de Dios.
Dios tenía un proyecto de estar con nosotros para siempre (de una vez por todas). El “cuerpo” en este caso es la persona, su historia desde el primer momento hasta el final.
En el evangelio de la Visitación, contemplamos a María como portadora del Rey de las naciones, aquel que une lo que está dividido, que viene a sanar y reconciliar. María no solo lleva a Cristo en su vientre, sino que su visita a Isabel es signo de la acción salvadora y unificadora de Dios: dos mujeres se encuentran, dos vidas se tocan, y la alegría desborda porque la promesa de Dios está viva y activa.
La antífona de hoy proclama: “Oh Rey de las naciones y Deseado de los pueblos, piedra angular de la Iglesia: ven y salva al hombre que formaste del barro”. Cristo es el Rey que viene a unir, no con un poder opresivo, sino con un amor que da vida. María e Isabel, junto con los hijos que llevan en su seno, simbolizan la humanidad reconciliada: la anciana y la joven, el tiempo antiguo y lo nuevo que comienza. Cristo es la piedra angular que sostiene y da sentido a la historia, uniendo lo que estaba fragmentado.
Aquí resuena el Salmo 79 que proclamamos en la Eucaristía de este IV Domingo de Adviento, donde el salmista clama: “Ven a visitar tu viña”, refiriéndose al pueblo de Israel, a la humanidad herida que necesita ser cuidada, restaurada y salvada. En María, Dios mismo visita su viña, su pueblo amado, de una manera definitiva: Cristo viene a salvarnos. María es la viña fecunda que responde a Dios con su “sí”, permitiendo que el Rey esperado nazca y traiga vida.
El salmo continúa: “Que tu mano proteja a tu escogido”. En Jesús, Dios ha enviado a su “escogido”, al Hijo del Hombre fortalecido, quien con su poder y amor nos rescata de la división, de la soledad y del pecado. La súplica del salmista –“Ven a salvarnos”– se cumple plenamente en la llegada de Cristo, Rey de las naciones.
Este pasaje también nos interpela en nuestro día a día. ¿Cuántas veces vivimos en división interior, en conflictos con los demás, en una humanidad herida y fragmentada? Cristo viene como Rey de paz, como el Deseado que une lo disperso y reconstruye lo roto. María nos enseña que la verdadera alegría surge cuando acogemos al Rey de las naciones en nuestra vida y nos ponemos en camino hacia los demás, llevando consuelo y reconciliación.
Isabel exclama: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!”. Esa bendición no solo celebra la presencia de Cristo, sino la fe activa y generosa de María, que se convierte en instrumento del plan de Dios. También nosotros, en nuestras relaciones diarias, estamos llamados a ser constructores de unidad y testigos del Rey que salva.
Como Isabel tenemos que recibirlo con sorpresa y agradecimiento. Si somos personas llenas del Espíritu de Dios saltará de gozo nuestro corazón y nuestra vida renacerá a la esperanza. Nos visita la Madre del Señor y, al tiempo que experimentamos nuestra pequeñez, abrimos los brazos y el corazón para acoger al Enmanuel que llega para hacer realidad la salvación.
¿Dónde necesito la paz y la reconciliación de Cristo en mi vida? ¿En qué situaciones puedo ser instrumento de su amor y su unidad? Clamemos juntos con el salmista: “Pastor de Israel, despierta tu poder y ven a salvarnos”, porque Cristo, el Rey de las naciones, viene a restaurar lo que está roto, a unir lo disperso y a darnos vida nueva.
Afirma el Papa Francisco: “muchos de los contemporáneos de Jesús, ante los «acontecimientos catastróficos que ven suceder a su alrededor -persecuciones, conflictos, catástrofes naturales- se sienten embargados por la angustia y piensan que se acerca el fin del mundo» y «sus corazones están agobiados por el miedo»…
…”Jesús, continua el Pontifice, pretende «liberarlos de las angustias actuales y de las falsas convicciones», indicándoles cómo estar «despiertos en el corazón», cómo leer los acontecimientos a partir del plan de Dios, que «obra la salvación» incluso dentro de «los acontecimientos más dramáticos de la historia». Por eso, explica, les sugiere «dirigirla mirada al Cielo para comprender las cosas de la tierra».
La presencia de María que sale a nuestro encuentro, en medio de las dificultades de nuestra vida y de los acontecimientos que hacen sufrir a tantas personas hoy en nuestro mundo, tiene que ser una bocanada de aire fresco que nos haga, al creer en Dios, creer también en una humanidad capaz de abrirse a lo nuevo y experimentar el gozo y la esperanza verdaderos.
Que, como María, llevemos a los demás la presencia del que es nuestra verdadera paz.
Propósito para este día:
Hoy crea lazos en tu comunidad, mostrando el espíritu navideño.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día
- Calendario de Adviento 2024
- https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2024-12/papa-francisco-angelus-1-diciembre.html
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2024/12/22/el-rey-que-une/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
Palabra de Vida Mes Diciembre: “ No hay nada imposible para Dios” (Lucas 1, 37) https://ciudadnueva.com.ar/diciembre-2024/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.