- Hch 11, 1-18
- Sal 41
- Jn 10, 1-10
Hoy continuando con la imagen del Buen Pastor que compartíamos ayer, la liturgia nos invita a discernir entre el ladrón y el que entra por La Puerta: “ el que salta por otro lado es un ladrón y un bandido. En cambio, el que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.”
Las imágenes de la cultura bíblica, con el ritmo tranquilo de la vida nómada y el pastoreo, parecen alejadas de nuestra exigencia diaria de eficiencia y competitividad. Y sin embargo, a veces también hoy sentimos la necesidad de pararnos, de un lugar donde descansar, de encontrarnos con alguien que nos acoja tal como somos.
Jesús se presenta como aquel que está más dispuesto que ningún otro a acogernos, a confortarnos, incluso a dar la vida por cada uno de nosotros.
Hoy el Señor nos dice: “El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador”
La idea es que hay una puerta, una manera adecuada de entrar. No cualquiera que se encuentra entre las ovejas entró de esa manera.
Los líderes políticos y espirituales a menudo eran llamados pastores en el mundo antiguo. Jesús explicó que no cualquiera de entre las ovejas es un verdadero pastor; algunos son como ladrones y salteadores. Algunos entran sube por otra parte.
Los líderes religiosos obtenían su lugar entre el pueblo de Dios – las ovejas de las que aquí se habla – a través de conexiones políticas y personales, a través de educación formal, a través de la ambición, manipulación y corrupción.
Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es: Un verdadero pastor entra por el lugar legítimo y designado: a través del amor, del llamado, del cuidado y del servicio sacrificial.
Dios siempre quiso que su pueblo fuera guiado, alimentado y protegido por los que entraran de la manera legítima y designada. La puerta está ahí por una razón. Siempre habrá algunos que se brinquen las barreras, pero Dios tiene las barreras y la puerta ahí por una razón.
Por lo tanto, cualquiera que entre al oficio pastoral por otro lado que no sea Jesús, no es otra cosa que un ladrón y salteador en el redil. Y no entra por Jesucristo quien entra con una perspectiva de cualquier otro interés además de Cristo y su pueblo. La ambición, la avaricia, el amor a la comodidad, el deseo de disfrutar de las conveniencias de la vida, de ser distinguido entre la multitud, promover los intereses de la propia familia, todas estas son maneras en las que los ladrones y los salteadores entran a la iglesia. Y cualquiera que entre por alguna de estas formas, o por simonía, destreza o diligencia, no merece mejor nombre.
Jesús es el pastor, el guía que conoce y ama a sus ovejas, es decir, a su pueblo cansado y a veces desorientado. No es un extraño que ignora las necesidades del rebaño.
El rebaño que Jesús siente como suyo lo forman ciertamente sus discípulos, todos los que han recibido el don del bautismo, pero no solo ellos. Él conoce a cada criatura humana, la llama por su nombre y cuida de cada uno con ternura.
En el pastoreo el redil, es un espacio cercado donde los pastores recogen las ovejas. Estamos, ni más ni menos, en un corral donde se juntaban los rebaños de varios pastores, que para pasar la noche se quedaban bajo el cuidado de un guardián. Al amanecer cada pastor va a buscar a las ovejas. El vigilante abre la puerta. Las ovejas salen una por una. El pastor, a las suyas: “llama por su nombre” . Las cuenta tocándolas con su cayado. Se pone al frente de ellas (cfr. Mt 26, 32). Y luego las conduce a los pastos. Jesús es el verdadero pastor, que no solo nos guía hacia la vida, no solo viene a buscarnos cada vez que nos extraviamos (cf. Lc 15, 3-7; Mt 18, 12-14), sino que ya dio la vida para cumplir la voluntad del Padre, que es la plena comunión personal con Él y la reconquista de la fraternidad entre nosotros, herida de muerte por el pecado.
Afirma el Papa Francisco que “las coordenadas de la vida cristiana son muy sencillas, no hay necesidad de salir a buscar mil consejos: es suficiente seguir una voz, así como hacen las ovejas con su pastor”.
Cada uno puede tratar de reconocer la voz de Dios; oír su palabra, que le dirige personalmente, y seguirla con confianza. Sobre todo podemos tener la certeza de que quien nos ama, nos comprende y nos perdona incondicionalmente es aquel que nos asegura.
Cuando experimentamos, al menos un poco, esta presencia silenciosa pero poderosa en nuestra vida, se enciende en el corazón el deseo de compartirla, de acrecentar nuestra capacidad de cuidar y acoger a los demás. Es de lo que nos habla la primera lectura, San Pedro al ser cuestionado sobre la razón por la que los paganos habían recibido la palabra de Dios, quiere dejar claro que hasta el momento él había sido un estricto cumplidor de la ley, al igual que ellos. Les deja claro que es una voz del cielo la que da la indicación de que no hay nada profano o impuro. No deja duda acerca de cuál es la voluntad de Dios. Fue a casa de Cornelio porque se lo pidió el Espíritu, no porque a él se le hubiese ocurrido, conducido en todo momento por Dios. Ha llegado la salvación a los paganos. Lo sucedido es el comienzo y por sorprendente que parezca es evidentemente querido por Dios. ¡Ellos se habían sentido hasta ahora los únicos destinatarios del Espíritu Santo! ¡Qué difícil aceptar que ha sido enviado a otros también, especialmente a “esos otros”, a los que nunca habían tomado en cuenta, a los que nunca hubieran creído dignos de semejante don! Lo prometido en el Antiguo Testamento se cumple no sólo para los cristianos venidos del judaísmo, sino para todos aquellos que crean en Jesucristo resucitado. ¿Quién se atreve a objetar ante semejante afirmación?
Termino con el Salmo, pidiendo al Señor que envíe su Luz y Verdad, que ellas se conviertan en mi guía y me conduzcan hasta el monte santo allí donde Tu habitas.
Textos Consultados:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2016/documents/papa-francesco-cotidie_20160418_direccion-obligatoria.html
- https://www.redalyc.org/journal/1252/125258920007/html/
- https://www.focolare.org/es/download/yo-soy-el-buen-pastor-el-buen-pastor-da-la-vida-por-sus-ovejas-jn-10-11/
- https://es.enduringword.com/comentario-biblico/juan-10/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=22-04-2024
Palabra de Vida Mes de Abril 2024. “Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima” (Hechos de los Apóstoles, 4,33)
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.