https://youtu.be/ylaq81WxbMo?si=lOLBdiTVVZusbfa6
- Jon 3, 1-10
- Sal 50
- Lc 11, 29-32
Hoy el Señor nos invita a emprender un nuevo camino tras las huellas de Jesús que nos lleven a la conversión y el arrepentimiento.
Toda la Cuaresma es una llamada a la penitencia, un tiempo para escuchar la voz de Dios y así pedir insistentemente el perdón y la misericordia divinas. Este fue el signo de Jonás: «Jonás empezó a recorrer la ciudad el primer día, proclamando: “Dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada”. Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor» (Jon 3,4-5). Cuarenta días duró el tiempo de gracia del Señor para los habitantes de la gran ciudad pagana; cuarenta días dura para nosotros el tiempo de gracia de la Cuaresma. Los ninivitas penitentes, arrepentidos de su mala conducta, son un ejemplo para nosotros de la auténtica penitencia que Dios espera de nosotros: «Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles. Así que no la ejecutó»
A nosotros nos ha dejado a su Hijo, como señal. Afirma el Papa Francisco: “Dios se hace hombre: no le basta hablarnos a través de la ley y los profetas, sino que se hace presente en la persona de su Hijo, la Palabra hecha carne. Jesús es el gran “constructor de puentes” que construye en sí mismo el gran puente de la comunión plena con el Padre.”
La cuaresma, siempre serán una valiosa oportunidad para crecer en la fe y afianzar en nuestro corazón nuestras más profundas creencias.
En este tiempo de reflexión y búsqueda espiritual, la premisa que proponemos es la de ir tras las huellas de Cristo, con el fin de alinear nuestras pasiones y propósitos con los de Dios. Lo ideal es procurar desarrollar un corazón semejante al del Señor; es decir, un corazón compasivo, firme y orientado a propósitos eternos. Un corazón cerrado a la seducción de este mundo, pero abierto a las necesidades de los más vulnerables y necesitados., como nos dice el Salmista. Que nuestro mayor anhelo, sea el de buscar de forma intencional la presencia de Dios y Su voluntad.
El procurar ir tras las huellas de Cristo, nos estimulará también a ir más allá del mero cumplimiento de un tiempo devocional; implicará una celebración del más alto nivel, donde los seguidores de Jesucristo haremos pública, nuestra asociación con la gracia, la piedad, la pasión, vida y obra del Crucificado (Efesios 3:14-21).
Al ir tras las huellas de Cristo, seremos desafiados a ser los hijos e hijas de Dios obrando en este mundo bajo la poderosa guía del Espíritu Santo, para ser instrumentos de redención, reconciliación, paz y perdón de Dios.
Al ir tras las huellas de Cristo, recordamos que nuestra salvación no es para ocupar un lugar reservado para unos pocos en un cielo distante, sino la maravillosa invitación de formar equipo con Cristo para extender las buenas nuevas por todo el mundo conocido. Como diría el Apóstol Pablo, Dios no está lejos de cada uno de nosotros, pues linaje suyo somos (Hechos 17:23-31).
Al ir tras las huellas de Cristo, honraremos Su Pasión y amor por cada ser humano, al verles como una obra única, pues poseen en su ADN la imagen de Dios, su Hacedor, y esto es precisamente lo que Jesucristo vino a revelar y a redimir.
Como en los profetas, la llamada de Jesús a la conversión y a la penitencia no mira, en primer lugar, a las obras exteriores “el saco y la ceniza”, los ayunos y las mortificaciones, sino a la conversión del corazón, la penitencia interior. Sin ella, las obras de penitencia permanecen estériles y engañosas; por el contrario, la conversión interior impulsa a la expresión de esta actitud por medio de signos visibles, gestos y obras de penitencia.
La penitencia interior es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado, una aversión del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido. Al mismo tiempo, comprende el deseo y la resolución de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su gracia.
Día con día, Dios nos da signos de su presencia, de su amor, y nos invita a vivir en él, a confiar en él, a tenerlo verdaderamente como nuestro Dios y Señor. Basta abrir bien nuestros ojos, sobre todo los del corazón, y nos daremos cuenta que habita entre nosotros, que nos protege en nuestras dificultades, que ni un momento estamos solos.
con el Salmista pidámoste al Señor: Crea en mi, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. ¡Ayúdame a seguir tus huellas !
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://es.catholic.net/op/articulos/8937/cat/331/no-se-les-dara-otra-senal-que-la-de-jonas.html#modal
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=21-02-2024
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2024/02/21/una-llamada-a-la-penitencia/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.bible.com/es/reading-plans/24622-tras-las-huellas-de-cristo/day/3
Palabra de Vida Mes de Febrero 2024. “Hagan todo con Amor” (1 Cor 16, 14) https://www.focolare.org
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.