https://youtu.be/ra0g9HKnSaM?si=1dxEUapDBezNUrkF
- Jon 3, 1. 5.10
- Sal 24
- 1 Cor 7, 29-31
- Mc 1, 14-20
“Descúbrenos, Señor, tus caminos”, en esta frase del Salmo, se centra el mensaje de la liturgia de este tercer Domingo del Tiempo Ordinario dedicado a meditar la importancia de la Palabra, la que nos guía para entablar una relación de Amor que nos sumerge en la Misericordia del Señor.
Así el mensaje de la primera lectura es: la conversión como un cambio de mentalidad radical, sobretodo para el pueblo de Israel o para todos los que, desde la seguridad de su religión, piensan que Dios debe castigar como castigamos nosotros. Israel también debe convertirse a un Dios que es capaz de perdonar a los enemigos de su pueblo.
¡No podemos dejar perder la oportunidad presente! esta vida puede ser más o menos larga en el tiempo, pero siempre es corta, pues «la apariencia de este mundo pasa» (1Cor 7,31). Después nos espera una eternidad con Dios y con sus fieles en vida y felicidad plenas, o lejos de Dios —con los infieles— en vida e infelicidad totales. En el texto de la segunda lectura, San Pablo pretende hacer ver a su comunidad que las preocupaciones de este mundo, muy frecuentemente, nos hacen olvidar otra dimensión muy importante de la vida.
Porque todos, casados o no, tenemos que vivir un mundo de armonía, de espiritualidad, de esperanza. La vida cristiana tiene en su entraña una tensión escatológica que hay que sabe vivir entre el “ya” y el “todavía no”. La experimentan unos y otros porque este mundo tira de nosotros y a veces nos atrapa. Este texto, hoy podemos entenderlo muy bien, acostumbrados como estamos a vivir las tensiones de nuestra época. Ya no existe preocupación por el final del mundo, pero vivir radicalizados en las prisas, el consumismo, la productividad, anula el equilibrio humano, la necesidad de la sabiduría interior y la felicidad verdadera.
Y en el Evangelio, el Señor les anuncia a los discípulos lo que espera hacer con ellos: hacerlos pescadores de hombres, es decir, asociarlos a su misión de rescatar a la humanidad, a cada hombre. Pero ¿para qué quiere el Señor que “pesquen” hombres? ¿para qué quiere Cristo que nosotros “pesquemos hombres? Desde luego que no es para “entretenerlos”, el apostolado que nos pide Jesucristo es para otra cosa. Él quiere que pesquemos hombres para que podamos ser instrumentos de su salvación. Para que se realice en ellos la Redención de Cristo, para comunicarles su misma vida. Cristo quiere por tanto asociarnos a su obra salvadora. Para que se realice en cada hombre la salvación, que ya ha sido operada por Cristo, cada hombre tiene que decirle a Cristo que sí, “dejar sus redes” – sus planes – y entrar en una nueva vida, la vida de los hijos de Dios.
Esto requiere por parte de cada hombre una “conversión”, un cambio de vida. Para esto manda Dios a Jonás: anunciar la necesidad de cambiar de conducta a los ninivitas.
Nos explica el Papa Francisco: “Cada uno en su corazón puede preguntarse sobre su relación personal con Jesús, y examinar lo que ya ha aceptado –o tal vez rechazado– para poder responder a su llamado a seguirlo más de cerca. El grito de los mensajeros resuena hoy más que nunca en nuestros oídos, sobre todo en tiempos difíciles; aquel grito que resuena por “toda la tierra […] y hasta los confines del orbe”. Y resuena también en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestras parroquias, allá donde quiera que vivamos, y nos invita a perseverar con entusiasmo en la misión, una misión que necesita de nuevos mensajeros, más numerosos todavía, más generosos, más alegres, más santos. Todos y cada uno de nosotros estamos llamados a ser este mensajero que nuestro hermano, de cualquier etnia, religión y cultura, espera a menudo sin saberlo.”
Nuestra respuesta es siempre ayudada. La gracia de Dios siempre previene la respuesta del hombre. Los ha elegido, como a nosotros, antes de la constitución del mundo (cf. Efe. 1,4-5) ¡Hay una elección divina que precede a nuestra existencia! La vocación de Simón, Andrés o Juan no es el fruto de unas casualidades o de que Jesús haya descubierto unas cualidades especiales en ellos. Más bien ha sido al revés: Dios ha dispuesto esas “casualidades”. Dios nos ha elegido antes de crear el mundo y sólo después nos crea con las cualidades y dones adecuados para aquello a lo que hemos sido elegidos. En la vocación de cada uno se ha dado esa elección divina Primero nos ha elegido y después nos ha creado para cumplir esa llamada. La elección precede a nuestra existencia, es más, determina la razón de ser de nuestra existencia.
“Levántate… para anunciar ahí el mensaje que te voy a indicar”. Jon 3, 1
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2024/01/21/quiere-hacernos-pescadores-de-hombres/
- https://es.catholic.net/op/articulos/11910/cat/331/venid-conmigo-y-os-hare-pescadores-de-hombres.html#modal
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
- https://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
Palabra de Vida Mes de Enero 2024. Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo.” (Lucas 10, 27) https://www.focolare.org/conosur/news/2023/12/31/palabra-de-vida-enero-2024/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.