- Neh 8, 1-4a. 5-6- 7b-12
- Sal 18
- Mt 18, 1-5. 10
Escuchamos hoy en la primera lectura, un relato sorprendente: la narración de una extraordinaria celebración litúrgica en el Antiguo Testamento.
Esdras lee la Palabra y el pueblo escucha atentamente (¡durante horas!), respondiendo al final con una aceptación unánime: “amén, amén”, (es el “sí” de la fe, la aceptación del mensaje), corroborada con un gesto corporal de postración.
Los levitas se encargaron de explicar la lectura al pueblo, de modo que todos la pudieran entender. Y la comprensión les condujo al llanto, al darse cuenta de que se habían apartado del Señor.
Entonces, todos los responsables insistieron al pueblo diciéndoles: “No estéis tristes ni lloréis… el gozo del Señor es vuestra fuerza… hoy es un día consagrado al Señor…”. Si hemos acogido el mensaje del Señor, la alegría llena el corazón.
Y como consecuencia de todo este proceso, el relato termina con una estupenda noticia: “el pueblo entero se fue a comer y beber, a invitar a los demás y a celebrar una gran fiesta, porque habían comprendido lo que les habían enseñado”.
Nuestras celebraciones litúrgicas, en teoría mucho más jubilosas que las del Antiguo Testamento, porque no sólo recibimos la Palabra, sino que compartimos la Cena del Señor, ¿podrían aprender algo de esta preciosa celebración que hoy escuchamos?
El Salmista nos dice que la norma del Señor es pura y da luz a los ojos. Su lenguaje es claro y una motivación para amar sus mandatos y acatar sus preceptos.
La memoria de los santos ángeles custodios nos permite contemplar no sólo que la creación es inmensamente bella y rica en seres de todo tipo —desde los inanimados hasta el más complejo, el hombre, pasando por los espíritus puros, que son los ángeles—, sino que existe una Providencia que relaciona las criaturas entre ellas y, de ese modo, con el Creador. Dios es Padre de todo lo que existe y no necesita de la ayuda de nadie para mantener el universo. Pero su grandeza y su amor expansivo ha querido plasmar su imagen en las cosas creadas, haciendo un mundo bello y libre, como es Él.
Ya sabemos que los ángeles son conocidos y nombrados por su ministerio. En la nueva traducción del Misal Romano aparecen en los prefacios no sólo los ángeles y arcángeles, sino los tronos, dominaciones, serafines, virtudes, potestades…
En el texto del evangelio, cuando Jesús habla de hacerse “como niño”, no está hablando en un lenguaje figurado, sino que está desvelando una realidad profunda que ayuda al hombre a penetrar en su propio misterio, que le hace entender la importancia de los valores que cada ser humano trae consigo al mundo y que se expresan ya en su infancia. La pérdida de la sencillez, la sinceridad, el amor candoroso, la capacidad de admirarse ante la grandeza o la belleza de las cosas, la confianza y tantos otros valores que son propios de la condición infantil que mayormente se pierde con la madurez, que conviene restaurar según la enseñanza de Jesús.
El papel de los Ángeles en nuestra vida son muy importantes – porque tal como hizo notar Francisco – no sólo nos ayudan a caminar bien, sino que nos muestran también “dónde debemos llegar”. Está escrito en el Evangelio de hoy: “No desprecien a los niños”, dice el Señor, porque “sus Ángeles ven siempre el rostro de mi Padre que está en los Cielos”. Por lo tanto, en el “misterio de la custodia del Ángel” también está la “contemplación de Dios Padre”, y el Señor nos debe dar la gracia de comprenderlo. De aquí la conclusión del Santo Padre: Nuestro Ángel no sólo está con nosotros, sino que ve a Dios Padre. Está en relación con Él. Es el puente cotidiano, desde la hora en que nos levantamos hasta la hora en que vamos a la cama y nos acompaña y está en una relación entre nosotros y Dios Padre. El Ángel es la puerta cotidiana a la trascendencia, al encuentro con el Padre: es decir, el Ángel me ayuda a caminar porque mira al Padre y conoce el camino. No olvidemos a estos compañeros de camino”.
El mes de octubre es el mes de la MISION y del SANTO ROSARIO. Este año también celebramos el Jubileo Peregrinos de Esperanza, por eso oremos como nos lo pidió este Pontíice:
Señor, Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y La Paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- Libro Busco Tu Rostro, autor Carlos G. Vallés.
- https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/preghiera.html
- https://www.vaticannews.va/es/papa-francisco/misa-santa-marta/2018-10/papa-angeles-custodisos-nuestra-puerta-cotidiana-a-trascendencia.html
- https://boliviamisionera.com/2024/10/01/cuidense-de-los-pequenos-porque-sus-angeles-en-el-cielo-ven-siempre-el-rostro-de-mi-padre/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2025/10/02/2-octubre-santos-angeles-custodios/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
Palabra de Vida Mes Octubre “Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra” (Sal 121, 2) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2025 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.