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Vive Feliz

Liturgia del 2 de noviembre 29025.

Posted on noviembre 2, 2025noviembre 1, 2025

Hoy la liturgia  se reviste con la esperanza escatológica a la que nos enfrenta la muerte, la de nuestros antepasados y la nuestra. La escatología de la vida es una tensión esencial de nuestra fe cristiana.

Y es que la fe cristiana enseña que la muerte corporal, que entró en la historia a consecuencia del pecado, será vencida cuando el omnipotente y misericordioso Salvador restituya al hombre en la salvación perdida por el pecado.

La Iglesia lo que hoy conmemora no es a los difuntos, sino a todos los “fieles” difuntos. Esta fidelidad cambia todo. Ya no es una fiesta de muertos, es una fiesta de vivos: los “fieles” difuntos -los que han dejado esta tierra en gracia de Dios, habiendo sido fieles al querer de Dios-, están vivos para la eternidad: “el que cree en mí aunque haya muerto vivirá para siempre” dirá el Señor ante las hermanas de Lázaro antes de que le devuelva a la vida

Dios ha llamado y llama al hombre a adherirse a El con la total plenitud de su ser en la perpetua comunión de la incorruptible vida divina. Ha sido Cristo resucitado el que ha ganado esta victoria para el hombre, liberándolo de la muerte con su propia muerte. Para todo hombre que reflexione, la fe, apoyada en sólidos argumentos, responde satisfactoriamente al interrogante angustioso sobre el destino futuro del hombre y al mismo tiempo ofrece la posibilidad de una comunión con nuestros mismos queridos hermanos arrebatados por la muerte, dándonos la esperanza de que poseen ya en Dios la vida verdadera.Por eso  celebración de este domingo nos ofrece la oportunidad para mirar la muerte equilibradamente: tanto como el mayor drama del ser humano, cuanto la posibilidad real de ser redimida. Vivimos una sociedad que invisibiliza la muerte; con lo cual convierte en superfluo cualquier anuncio sobre la victoria sobre ella. Si banalizamos la muerte, no podremos darle a la resurrección de Cristo el valor enorme que tiene. 

Lecturas:

         Primera, del libro de las Lamentaciones 3, 17-26

Me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha; me digo: «Se me acabaron las fuerzas y mi esperanza en el  Señor».

Fíjate en mi aflicción y en mi amargura, en la hiel que me envenena; no hago más que pensar en ello, y estoy abatido.

Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza: que la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión; antes bien, se renuevan cada mañana:
¡qué grande es tu fidelidad!

El Señor es mi lote, me digo, y espero en él. El Señor es bueno para los que en él esperan y lo buscan; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.

Reflexión: ¿Qué recuerda el poeta-lamentador y orante?: “que el amor de Dios no acaba”. El hesed (amor) y la ternura o compasión (rahain, que es como el seno materno) de Dios no pasan, no terminan. Por consiguiente,  ante la muerte, tenemos que experimentar que Dios ama y es tierno como una madre. Si la muerte nos llevara a la nada, entonces no tendría sentido el amor y la ternura de Dios. Así  la “inspiración divina” de la oración va revelando la escatología de que no hemos nacido simplemente para morir. Porque morir es pasar a sentir, de verdad, el hesed y el raham de Dios. Por eso debemos “buscar” a Dios siempre, hasta en la muerte, porque quien lo busca encontrará lo que más ha anhelado en la vida: amar y ser amado. Todo eso lo trae a la memoria (zkr) el orante para esperar.

Salmo 129, 1-2. 3-4. 5-6. 7. 8 (R.: 1b; cf. 5)

R. Desde lo hondo a ti grito, Señor.

O bien:

R. Espero en el Señor, espero en su palabra.

Desde lo hondo a ti grito, Señor,
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. 

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. 

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora. 

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa. 

Y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. 

Reflexión: Este salmo, se centra en la esperanza y la confianza en la Palabra de Dios a pesar de las dificultades y nuestros pecados

;  describe una súplica desde lo hondo de la angustia, pero culmina en la afirmación de que de Dios proviene el perdón, la misericordia y la redención.

Segunda Lectura: Del apóstol san Pablo a los Romanos 6, 3-9

Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte.

Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.

Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya.

Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado.

Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él.

Reflexión:  Este texto está centrado en la experiencia de muerte que simboliza el bautismo. Morir, por el bautismo, el morir al hombre viejo, al hombre bajo la ley y el pecado, al hombre heredero de una antropología cultural y religiosa que le ha cegado el corazón y el alma; al hombre que ni siquiera la religión lo ha liberado de verdad de la muerte del pecado. Este hombre, en realidad todos los hombres, están llamados a una nueva vida en Cristo. Mientras caminamos en esta vida, el bautismo es el “sacramento” que nos adelanta este misterio escatológico. Porque se muere para resucitar. Se muere para ser “criatura nueva”.

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-6

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así; ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y a donde yo voy, ya sabéis el camino. Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».

Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí».

Reflexión:  Este texto que  la Iglesia ha elegido para hoy, no podía ser más maravilloso, esperanzador y que llene el alma de más alegría hasta que llegue el encuentro con quien tanto nos quiere. Se nos susurran unas palabras llenas de ternura -están dichas en ese momento tan íntimo y emotivo de la última cena-: “que no tiemble vuestro corazón creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos un sitio? Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino”. Así son los sentimientos de un amigo: desea que estemos con El, pues como afirmaba el Papa Francisco, «¡Seremos finalmente revestidos de la alegría, de la paz y del amor de Dios en modo completo, sin ningún límite, y estaremos cara a cara con Él! ¡Es bello pensar esto! Pensar en el cielo es bello. ¡Da fuerza al alma!» 

Después de estas consideraciones hemos de hacer el propósito de poner nuestra alma en condiciones para que, cuando el Señor nos llame a su presencia, nuestro corazón esté ansioso de abrazarle porque aunque haya dejado de palpitar en esta tierra, ya nunca dejará de hacerlo unido al corazón sacratísimo y misericordioso de Cristo, en la otra vida, en la bienaventuranza eterna.

Por eso, san Francisco proclamó agradecido: «Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana, la muerte corporal».

Sigamos orando, como nos lo pidió este Pontífice por el Jubileo 2025, Peregrinos de Esperanza; celebración solemne de reconciliación y renovación espiritual: 

Señor, Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino. 

Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria. 

La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y La Paz de nuestro Redentor.

A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos.

Amén.

Tomado de:

  • Folleto La Misa de Cada Día
  • https://servicioskoinonia.org/leccionario/texto/5183TA1102.html
  • https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/preghiera.html 
  • https://evangeli.net/evangelio/dia/2025-11-02
  • https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2025/11/02/fiesta-pro-vida-eterna-fieles-difuntos-2/
  • https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2025/11/02/fiesta-pro-vida-eterna-fieles-difuntos-2/

 

 

 

Palabra de Vida Mes Noviembre. «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios“. Mt 5, 9 https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/


Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre 2025 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.

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