- Dn 12, 1-3
- Sal 121
- 2 Cor 5, 1. 6-10
- Jn 12, 23-28
Hoy que celebramos la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos. La liturgia nos invita a reflexionar en este momento con una gran esperanza. El profeta Daniel nos habla de que los guías sabios brillarán como el esplendor del firmamento, y los que enseñan a muchos la justicia, resplandecerán como estrellas por toda la eternidad. No se a ustedes pero a mi las estrellas siempre me han motivado a pensar en los seres queridos que han partido y en la noche prenden una lucecita para poder verme, y eso me da esperanza.
Al final de nuestra vida terrena no caemos en la muerte. Caemos en buenas manos, caemos manos de Dios, el que nos quiere más y mejor que una madre. Y es que lo que dice San Pablo, en la segunda lectura: “aunque se desmorone esta morada terrena, que nos sirve de habitación, Dios tiene preparada en l cielo una morada eterna, no construida por manos humanas… Estamos, pues, llenos de confianza y preferimos salir de este cuerpo para vivir en el Señor. Y es que como nos dice San Pablo vamos a recibir las coronas prometidas:
La Corona Incorruptible (1 Corintios 9:24-27)
Esta recompensa es prometida a aquellos que victoriosamente corren la carrera de la vida. Tomando en cuenta los versículos 26 y 27, que hablan de los que «golpean y dominan» el cuerpo, nos queda claro que este premio es otorgado a aquellos creyentes que consistentemente rinden la carne al control del Espíritu Santo, rehusando ser esclavos de su propia naturaleza pecaminosa. En otras palabras, se le otorga a aquellos que realizan las verdades escritas en Romanos 6:6-14.
2. La Corona de Gozo (Filipenses 4:1; 1 Tesalonicenses 2:19-20)
Esta corona es una en la cual sus destinatarios se gloriarán y se regocijarán. Esta es la corona de los «ganadores de almas». El apóstol Pablo la reclama para sí mismo cuando hace mención de dos cuerpos de creyentes: los cuales él ganó y discipuló para Cristo. . . los filipenses y los tesalonicenses. Nuestro Señor entregará esta corona a aquellos siervos que fueron fieles llevando el evangelio, ganando almas para Cristo y preparándolos en su crecimiento espiritual. Y recuerde, las recompensas en este juicio serán basadas en la calidad y no en la cantidad de nuestros hechos terrenales (1 Corintios 3:13).
3. La Corona de Justicia (2 Timoteo 4:7-8)
La corona de justicia será otorgada a aquellos que vivieron cada día amando y anticipando el inminente regreso de Cristo. . . a aquellos que condujeron sus vidas terrenales enfocados en los valores eternos.
Vemos que la muerte no es el punto y final de la vida? Más bien un punto y aparte; se produce un ‘cambio’ de página, pero nuestra historia continúa. Jesucristo era conocedor de esta realidad y la expresó muy bien con la comparación de grano de trigo, que hemos escuchado en el Evangelio. Si el grano no muere (no se siembra en la tierra y se ‘corrompe’…) no da fruto. El grano, que está sembrado en la tierra, quizá se pueda desconcertar pues no ve la espiga que está produciendo. Así nosotros, ante la situación de la muerte, sólo vemos la realidad de aquí, pero no vemos la Vida que se está gestando.
Jesús, afirma el Papa Francisco, ha llevado al mundo una esperanza nueva y lo ha hecho como la semilla: se ha hecho pequeño pequeño, como un grano de trigo; ha dejado su gloria celeste para venir entre nosotros: ha “caído en la tierra”. Pero todavía no era suficiente. Para dar fruto Jesús ha vivido el amor hasta el fondo, dejándose romper por la muerte como una semilla se deja romper bajo tierra. Precisamente allí, en el punto extremo de su abajamiento —que es también el punto más alto del amor— ha germinado la esperanza. Si alguno de vosotros pregunta: “¿Cómo nace la esperanza?”. “De la cruz. Mira la cruz, mira al Cristo Crucificado y de allí te llegará la esperanza que ya no desaparece, esa que dura hasta la vida eterna”. Y esta esperanza ha germinado precisamente por la fuerza del amor: porque es el amor que «todo lo espera. Todo lo soporta» (1 Corintios 13, 7), el amor que es la vida de Dios ha renovado todo lo que ha alcanzado.
Hoy con el Salmista, llenos de esperanza proclamemos; “¡Qué alegría sentí, cuando me dijeron: Vayamos a la casa del Señor!”, pues como nos dice la Antífona de Entrada; “Así como Jesús murió y resucitó, de igual manera debemos creer que a los que mueren en Jesús, Dios los llevará con El. Y así como en Adán todos mueren, así en Cristo todos volverán a la vida”, por eso pidamos con al Oración Universal por nosotros, para que, con la memoria de nuestros seres queridos que se han marchado, avancemos con la esperanza de volver a encontrarnos con aquellos a quienes por el amor que tenemos, ni la muerte ha podido destruir su recuerdo.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2017/documents/papa-francesco_20170412_udienza-generale.html#:~:text=Nos%20puede%20ayudar%20a%20entenderlo,que%20cae%20en%20el%20terreno.
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy
- https://visionparavivir.org/biblia-y-teologia/coronas-que-dios-reserva-para-sus-siervos-parte-1/
Palabra de Vida Mes Noviembre: “ Ella [la pobre viuda], de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir” (Marcos 12, 44) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.