https://youtu.be/HLKqSXfDB8s
- Stgo 2, 14-24. 26
- Sal 111
- Mc 8, 34-9, 1
Tres enseñanzas fundamentales nos da la liturgia de hoy. Enseñanzas que nos dejan claro que la lógica de Dios es muy diferente a la que nos da el mundo.
- La fe si no se traduce en obras, esta completamente muerta, y por otro lado que las obras son fruto de la fe.
- Quien quiera salvar su vida, la perderá.
- El que quiera venir conmigo que renuncie a sí mismo, que cargue su cruz y que me siga.
En la primera lectura,lo que el apóstol pone de manifiesto, con énfasis, es que, lo queramos o no, nuestra fe se transparenta en nuestras vidas. De forma que aquello que hacemos, o dejamos de hacer, decimos o callamos, preferimos, tememos, o amamos, le está revelando al mundo el Dios en quien creemos.
El apóstol nos está previniendo de caer en dos extremos: por un lado, el más evidente, en el de acallar nuestras conciencias con razonamientos, excusas y palabras muy bien preparadas, pero sin incidencia en la vida.
Y, al mismo tiempo, y ¡atención que es más sutil! nos advierte de creer que solo importa lo que hacemos o lo que damos. No. Importa y mucho por qué lo hacemos, por qué lo damos, cómo lo hacemos y cómo lo entregamos. Porque ahí se “muestra nuestra fe”, esa que da testimonio del mismo Evangelio que proclama “que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha” (cf. Mt 6,)
Así, no son raros ni demasiado lejanos los ejemplos concretos a los que nos remite el texto del Evangelio. Personas y momentos de nuestras vidas que encontramos vacíos, a pesar de tenerlo todo a los ojos del mundo y de la sociedad o, incluso, después de haber logrado algo que llevábamos tiempo anhelando; y nos preguntamos: ¿qué me falta que no soy feliz? El hastío existencial se expresa en esa angustiosa pregunta: ¿de qué sirve?; y todo a nuestro alrededor parece perder el color.
Jesús habla con claridad y nos obliga a posicionarnos, a repensar nuestras actitudes y poner nuestra vida en consonancia con nuestra fe, con nuestra adhesión a Él y a su Evangelio. No se puede estar entre dos aguas. Pero dice aún más, nos da una clave: «Quien quiera salvar su vida, la perderá”.
Nos dice el Papa Francisco que “hay que entender bien el Evangelio de hoy. Cuando el Señor nos conmina a aborrecernos a nosotros mismos, no quiere decir que busquemos hacernos daño con un punzón, ni dar carrete a los derivados de una vida en contra de nuestra naturaleza. Simplemente nos alerta de no alimentar al agujero negro que todos llevamos dentro. Porque llevamos algo así, como esos bichos astronómicos que tienen una fuerza gravitatoria tan fuerte que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de su núcleo. De esa cizaña interior, o como queramos llamarla, nos quiere advertir el Señor, para que nuestra vocación no sufra un colapso.
Y continua el Pontífice “ser cristiano no es sólo recibir y confesar la fe, sino custodiar la vida: la vida propia, la vida de los otros, la vida de la Iglesia”. Porque es fácil ser un mielero de la fe, el que va con su carro tocando las puertas de las casas, poniendo su género a disposición de todos pero sin haber probado nunca la miel. Custodiar es el verbo capital de la fe cristiana. El que ama custodia, enmarca lo que ama. La naturaleza es pródiga en todo cuanto nos ofrece, no tiene límites, ahí está el mar, “ancho y dilatado”. Todo es de una inmensidad apabullante, pero quien ama ciñe, contiene, abraza, custodia. Y el Papa empieza hablando de la custodia de uno mismo. El que no cuida su tiempo lo desparrama, quien no se quiere aborrecerá al prójimo. Quien no visibiliza en su casa aquello que ama, siempre vivirá en una posada de poca monta, vivirá en el desorden, estará a disgusto en cualquier parte.
La otra actitud es la de tomar la cruz. No se trata solo de soportar con paciencia las tribulaciones cotidianas, sino de llevar con fe y responsabilidad esa parte de cansancio, esa parte de sufrimiento que la lucha contra el mal conlleva. La vida de los cristianos es siempre una lucha. La Biblia dice que la vida del creyente es una milicia: luchar contra el espíritu malo, luchar contra el Mal…
Hoy vemos como una de las cosas que llama la atención de nuestra generación es que a muchos y en muchas circunstancias nos da pena mostrarnos como verdaderos cristianos. Y no me refiero a traer alguna cruz colgada al pecho (que muchas veces es más adorno que otra cosa), sino a dejar que Cristo se transparente en nosotros.
El Papa nos indica que el compromiso de “tomar la cruz” se convierte en participación con Cristo en la salvación del mundo. Pensando en esto, hagamos que la cruz colgada en la pared de casa, o esa pequeña que llevamos al cuello, sea signo de nuestro deseo de unirnos a Cristo en el servir con amor a los hermanos, especialmente a los más pequeños y frágiles.
El núcleo de mi ser es una mano tendida. Si me guardo para siempre esa mano en el bolsillo habré perdido pie en este mundo, ni encontraré a Dios, ni sabré quién soy…
Por eso el Salmista afirma: “Quien es justo, le ente y compasivo, como una luz en las tinieblas brilla.”
Bibliografía:
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2022/02/18/ojo-al-agujero-negro-que-llevamos-dentro/
- https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy.html,no
Palabra de Vida Mes de Febrero 2022
«Al que venga a mí no lo echaré fuera» (Jn 6, 37) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Febrero 2022.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.