https://youtu.be/N87A2ixpj74
- Js 24, 1-3
- Sal 135
- Mt 19, 3-12
Ante el mensaje de la liturgia de hoy, no podemos más que darle gracias a Dios, pues como nos dice el Salmista, El es bueno, es siempre fiel, como acabamos de leerlo en la primera lectura y es misericordioso con la dureza de corazón de los fariseos quienes quieren tenderle una trampa, y El reafirma la necesidad de asumir nuestros compromisos con responsabilidad y madurez.
La historia del pueblo elegido es una historia tremenda, historia de desobediencia e idolatría, de esclavitud sufriente con toda clase de padecimientos, conflictos, desiertos y plagas. También es la historia de quien permaneció fiel a su pueblo. Hoy la escuchamos en boca de Josué, poco antes de su muerte, en un acelerado relato pronunciado ante las tribus y autoridades israelitas. En él recuerda a los presentes la necesidad agradecer aquel tiempo de abundancia en la tierra de la promesa.
Toda nuestra historia es una historia de salvación en la que Dios está presente y va realizando su proyecto de amor para con cada uno de nosotros, nuestras familias y nuestra comunidad. Es importante, de cuando en cuando, recordar las obras de amor y salvación que Dios ha realizado en nuestra vida y familia, ya que esto hace que la fe se mantenga viva.
No así, cuando nos olvidamos de quien recibimos todo bien, se repite la historia. De la complacencia en nuestro propio bienestar al temor, hay un corto trecho. Hoy vivimos tiempos que amenazan nuestra prosperidad y nuestra abundancia. Tememos perder lo que hemos conquistado, legítimamente, con nuestro esfuerzo. Nuestro éxito, en esta competencia feroz que hemos normalizado, hace que nos olvidemos no solo de Dios sino también de los hermanos.
En el texto del evangelio, Jesus al hacer retroceder el matrimonio al plan original de Dios, subraya cuatro aspectos relevantes por los cuales sólo pueden ser unidos en matrimonio un hombre y una mujer:
1) «El Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra». Jesús nos enseña que, en el plan divino, la masculinidad y la feminidad tienen un gran significado. Ignorarlo, pues, es ignorar lo que somos.
2) «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer». El plan de Dios no es que el hombre abandone a sus padres y se vaya con quien desee, sino con una esposa.
3) «De manera que ya no son dos, sino una sola carne». Esta unión corporal va más allá de la poco duradera unión física que ocurre en el acto conyugal. Se refiere a la unión duradera que se presenta cuando un hombre y una mujer, a través de su amor, conciben una nueva vida que es el matrimonio perdurable o unión de sus cuerpos.
4) «Pues lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre». Dios mismo ha unido en matrimonio al hombre y a la mujer, y siempre que intentemos separar lo que Él ha unido, lo estaremos haciendo por nuestra cuenta y a expensas de la sociedad.
En su catequesis sobre el Génesis, el Papa San Juan Pablo II dijo: «En su respuesta a los fariseos, Jesucristo plantea a sus interlocutores la visión total del hombre, sin la cual no es posible ofrecer una respuesta adecuada a las preguntas relacionadas con el matrimonio».
En el matrimonio, de alguna manera, se visibiliza el ser de Dios. Así descubrimos cómo el amor conyugal tiene su origen en el mismo amor con que el Creador abraza al mundo creado ¡Hemos sido creados para un amor así! Es en el plan de Dios donde podremos descubrir la belleza que entraña y, por tanto, tomar conciencia de lo valioso que es y, en consecuencia, cuidarlo.
El vínculo es indisoluble, pero el amor no. El amor necesita ser cultivado, manifestarse para no morir, aunque sea en cosas pequeñas, insignificantes. “El amor nunca se da por concluido y completado; se transforma en el curso de la vida, madura y, precisamente por ello, permanece fiel a sí mismo” (Benedicto XVI, Encíclica “Deus Cáritas est”). Un amor que se cuida en la entrega cotidiana, en el perdón mutuo, en saberse comprender, en el cariño, en la aceptación de cómo es el cónyuge… En la ternura, que es la expresión más serena, bella y firme del respeto y del amor y se demuestra en el detalle sutil, en la mirada cómplice o en el abrazo entregado y sincero. Un amor que reclama exclusividad: sólo a ti, contigo, sólo contigo. Un amor que requiere la fidelidad en el tiempo: para siempre. Lo contrario es un lenguaje ajeno al amor.
“Que la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo, estén siempre con ustedes.” Ef 13, 13.
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/08/18/matrimonio-y-amor-indisoluble-de-dios/
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=18-08-2023
Palabra de Vida Mes de Agosto 2023
“Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo”. (Mateo 15, 28) https://ciudadnueva.com.ar/julio-2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.