- Dn 12, 1-3
- Sal 15
- Heb 10, 11-14. 18
- Mc 13, 24-32
Finaliza el Tiempo Ordinario del año litúrgico que es “coronado” el próximo domingo con la festividad de Cristo Rey. y por eso las lecturas nos viene invitando a estar atentos y preparados para el día de su llegada y enfatizan en la importancia de hacer el bien cada día a cada instante, y así disfrutar de la parte que nos ha tocad en herencia, el Reino de Dios.
Todos los años, al final del año litúrgico, nos encontramos con el discurso escatológico de Jesús, y del cual es necesario reflexionar sobre su sentido, que no es para anunciar una serie de desgracias y situaciones negativas, que sí pueden ocurrir, sino para resaltar que, ocurra sobre lo que ocurra, la victoria de Jesucristo sobre el mal es lo que se nos presenta y anuncia.
Ya los primeros cristianos de Roma, para quien San Marcos había escrito este evangelio, vislumbraban en su horizonte grandes pruebas o momentos que iban a vivir. En primer lugar, el recuerdo de la muerte de Jesús, que supuso un cierto hundimiento de sus esperanzas, aunque se sintiesen fortalecidos con el anuncio de su resurrección. En segundo lugar, tenían una dura prueba en las persecuciones que inició el emperador Nerón (años 64-67) y en las que murieron Pedro y Pablo. Y, en tercer lugar, la destrucción de Jerusalén por los romanos, en el año 70, que hará desaparecer todo vestigio de la relación de encuentro del pueblo judío con Dios, durante muchos siglos.
Estos momentos difíciles que se acercaban ya lo habían sido años atrás como lo recuerda la primera lectura, que amenazaban con borrar todo signo de identidad del pueblo elegido. Y el libro de Daniel quiere hacer frente a esas duras realidades que tenía que vivir el pueblo elegido manteniendo firme su esperanza… Y Jesús se sirve de este estilo apocalíptico para afirmar la esperanza de los elegidos a pesar de las desgracias que realmente suceden.
Jesús, precisamente, anuncia que todas las catástrofes tenían que suceder en el devenir de la historia pero que eran signo de la acción de Dios para salvar a su pueblo… “se levantará Miguel… y salvará a su pueblo”.
En la segunda lectura, se vuelve a insistir en la diferencia entre el sacerdocio y los sacrificios de la antigua Alianza y el sacerdocio y el sacrificio de Cristo. Lo que el autor de la carta a los Hebreos nos quiere señalar es que los ritos, las ceremonias, los sacrificios de animales, están vacíos porque no consagran nuestra vida al Dios vivo y verdadero. El autor de la carta quiere apoyar su tesis de la fuerza del sacrificio de Cristo que une verdaderamente a Dios y a los hombres, en el Sal 110. Por eso, a diferencia de los sacrificios de la antigua ley, el de Cristo lleva a la perfección (téléioun) lo que deben ser las ofrendas a Dios. No deben ser de animales que nada comprometen ni al que las ofrecía ni a los mismos oferentes (aunque muchos lo hacían muy de corazón). La ofrenda de la vida es lo que vale, como decía Oseas 6,6: “misericordia quiero y no sacrificio; conocimiento de Dios…”.
Así nos lo anuncia en su evangelio San Marcos, que quiere llegar a todas las gentes como Buena Nueva de salvación para aquellos “que se encuentran en las tinieblas”.
No debemos sacar consecuencias atemorizadoras sobre el fin del mundo, ni pensar en persecuciones a la fe, aunque haya momentos difíciles en algunos lugares… quizás nos sirvan para purificar nuestra fe y tomar precauciones en nuestras comunidades cristianas. Debemos percibir la actitud salvadora y protectora de Jesús que nos acompaña en todo momento, con una llamada a la fidelidad en esas circunstancias en sí complicadas.
No olvidemos que los primeros cristianos también fueron llamados a la fidelidad en tiempos difíciles y que nosotros también estamos llamados a vivir en esa fidelidad. Y la plenitud llegará, pero será cuando el Padre Dios lo quiera.
Y nosotros, pues no debemos aguardar a que ese momento final de la vida llegue para arreglar “nuestras cosas” con Dios, ni hemos de pensar que en un instante vamos a realizar lo que no hemos sido capaces de hacer durante toda la vida. Nuestro último destino dependerá, en gran medida, de cómo hayamos vivido todos y cada uno de los momentos de nuestra existencia.
Al final del relato de la creación, Dios “vio todo lo que había hecho, y era muy bueno” (Gn 1,31). Tal vez lo que tendríamos que hacer, sería dejarnos de especulaciones sobre cómo será el más allá y tomar la responsabilidad que nos toca en la marcha del más acá, porque es aquí donde tenemos que desarrollar nuestra actividad para contribuir a hacer un mundo más bueno y humano, empezando por ser cada uno un poco más humano cada día.
“El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán” nos dice al final el evangelio, porque sólo Dios permanece para siempre y él es el que da sentido a la existencia humana.
Y el Salmo nos llena de esperanza, de gozo y de alegría perpetua , al confirmarnos que el Señor es la parte que nos ha tocado en herencia, que nuestra vida está en sus manos que con El ha nuestro lado nunca tropezaremos.
El Papa Juan Pablo II, nos indica que este salmo desarrolla dos temas que son expresados a través de símbolos. Ante todo, el símbolo de la «heredad», término que cimienta los versículos 5 y 6: se habla de «lote de mi heredad», «mi copa»; «suerte». Se usaban estos términos para describir el don de la tierra prometida al pueblo de Israel… El segundo tema es el de la comunión perfecta y continua con el Señor…aparece el segundo símbolo el del «camino».
Después de leer y orar estas lecturas ¿es Dios el refugio de mi vida en los momentos difíciles, como lo fue para los primeros cristianos? Con el versículo del aleluya ¿me siento confiado al revisar mi vida, para presentarme ante Dios?
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
- https://www.aciprensa.com/Biblia/salmos/salmo15.htm
Palabra de Vida Mes Noviembre: “ Ella [la pobre viuda], de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir” (Marcos 12, 44) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.