https://youtu.be/yoXci6Go-ec
- Js 3, 7-10. 11. 13-17
- Sal 113
- Mt 18, 21-19, 1
Hoy al reflexionar en la liturgia el Señor nos conduce a esa paz que mueve a actuar con sabiduría a quienes confían en Dios, como lo acabamos de leer en el texto de Josué y el Salmo y a la sobreabundancia del perdón como un don producto de una fe inquebrantable en ese Dios de Amor, Misericordia y Perdón que nos muestra en evangelio.
Ayer la primera lectura nos hablaba de la elección de Josué como sucesor de Moisés porque estaba lleno del espíritu de sabiduría y por tanto cuenta con el auxilio del Señor quien hoy le dice que va a engrandecerlo a los ojos de todo Israel para que sepan que El está guiándolo como lo hizo con Moisés y el relato nos presente signos que, sin duda alguna, les hace sentir seguros de su protección y continuar su trayecto hacia la tierra prometida en paz. Con signos como los que hoy se nos relata, el pueblo se fue convenciendo de que la presencia de Dios es real y actuante.
La vivencia de la libertad siempre conlleva esta mirada agradecida y nos impulsa hacia adelante sabiendo que el Señor hace camino con nosotros. Es Josué el encargado de guía al pueblo. Su nombre denota que no hacemos el camino solos. Josué: “Dios salva”, pues si observamos con cuidado cada uno de nuestros días y, en general nuestra historia, sobre todo en los momentos más difíciles, encontraremos en ellos la presencia del “Dios que Salva”, del Dios amor que busca nuestra paz, nuestra seguridad y nuestra felicidad.
Sin embargo, como los israelitas, nosotros no debemos olvidar que esta nueva tierra hay que conquistarla. Hay que pelear por ella. Este tiempo implica esfuerzo y creatividad. No podemos ser espectadores, sino que estamos llamados a ser protagonistas. Tal vez sean adecuadas las palabras de Pablo a Timoteo: «He combatido el buen combate, he llegado a la meta de la carrera, he guardado la fe.» (2 Timoteo 4,7). Este también es el desafío de nuestra vida. Una tarea que hacemos con otros, en comunidad, como pueblo y de la mano del Señor.
Respondamos a este amor con amor y generosidad todos los días de nuestra vida. Grande es nuestra deuda, entonces no seamos como el siervo malvado que rápido olvido el perdón y la misericordia que el rey tuvo con su deuda al verse frente a alguien que necesitaba de esa misma actitud.
El verdadero motivo del perdón está en el amor con que somos amados, el amor del que participamos: el amor de Dios que es derramado en nuestros corazones (cf. Rm 5,5). Afirma el Papa Francisco, “«El amor de Cristo, derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, nos permite vivir así, ser así: personas capaces de perdonar siempre; de dar siempre confianza, porque estamos llenos de fe en Dios; capaces de infundir siempre esperanza, porque estamos llenos de esperanza en Dios; personas que saben soportar con paciencia toda situación y a todo hermano y hermana, en unión con Jesús, que llevó con amor el peso de todos nuestros pecados.»
La medida del perdón la pone quien nos ha perdonado todo a todos. Dios responde siempre con la plenitud del perdón. La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona.
En el ejemplo que nos propone Jesús, vemos que lo importante fue la actitud, que es un acto de la voluntad. El Rey quiso perdonar y perdonó, es decir, dejó libre a su siervo.
El otro, por el contrario, dio rienda suelta a sus sentimientos y actuó equivocadamente, encerrando en la cárcel a su compañero. El perdón es una decisión que nos lleva, aun en contra del sentimiento (deuda) que permanece en nosotros, a cambiar nuestra actitud hacia la persona que nos ha ofendido.
La reacción humana es la de actuar negativamente hacia quien nos ofendió; la gracia, que apoya nuestra decisión, nos lleva a actuar de una manera sobrehumana y a mostrar una actitud positiva. Si no dejas que el sentimiento crezca (reforzándolo con tus actitudes) las gracias de Dios y tu esfuerzo cotidiano, harán que pronto desaparezca el sentimiento causado por la ofensa.
La paciencia es una virtud cristiana porque forma parte del mensaje del Reino de los cielos, y se forja en la experiencia de que todo el mundo tenemos defectos. Si Pablo nos exhorta a soportarnos los unos a los otros (cf. Col 3,12-13), Pedro nos recuerda que la paciencia del Señor nos da la oportunidad de salvarnos (cf. 2Pe 3,15).
Ciertamente, ¡cuántas veces la paciencia del buen Dios nos ha perdonado en el confesionario! ¿Siete veces? ¿Setenta veces siete? ¡Quizá más!
“Que la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo, estén siempre con ustedes” Ef 13, 13
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://es.catholic.net/op/articulos/5056/cat/331/cuantas-veces-lo-tengo-que-perdonar.html#modal
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=17-08-2023
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/08/17/la-medida-del-perdon/
Palabra de Vida Mes de Agosto 2023
“Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo”. (Mateo 15, 28) https://ciudadnueva.com.ar/julio-2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Junio 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.