- 3 Jn, 5-8
- Sal 111
- Lc 18, 1-8
Hoy la liturgia nos invita a ser perseverantes en la oración y así, como la viuda no desfallecer, quien nos demuestra que solo así veremos con el tiempo, el fruto del esfuerzo sobre todo en la difusión de la verdad, como le indica San Juan a Gayo en la primera lectura quien se ha portado como verdadero cristiano y nos insta a nosotros a ayudar para que seamos colabores en la difusión de la verdad.
Siempre hemos de gloriarnos de la difusión de la buena noticia de Jesús, que ofrece siempre la salvación. “Id por todo el mundo y predicad el evangelio”.
En el pasaje evangélico de hoy, Jesús insiste en “Orar siempre sin desfallecer”. Sabemos que la oración es una comunicación amorosa con quien nos ama. Escuchar a Dios y hablar a Dios, buscando siempre conocer y cumplir la voluntad de Dios. Y lo tenemos que hacer en nuestra doble dimensión de personas comunitarias y personas individuales. Con tonos distintos. En la oración comunitaria debemos exponerle nuestras necesidades comunitarias y en la oración personal exponerle aquello que necesitamos personalmente para ser buenos seguidores de Jesús.
Dios siempre nos escucha, y no sólo esto, sino que nos da mucho más de lo que merecemos y necesitamos; sus oídos están siempre atentos a nuestra voz, sus ojos atentos a nuestro caminar, sin embargo, es triste que cada día sea menos la atención que nosotros le brindamos. Muchos son los que, diciéndose cristianos, tienen a Dios recluido cuando más, a una visita llena de distracciones en la misa dominical. La Palabra de Dios ha dejado de ser la norma de conducta para el común de los hombres y todo esto ha vaciado nuestros corazones y los ha llenado de materialismo, de hedonismo y de soberbia.
Es por ello que la pregunta de Jesús tiene una importancia capital en nuestra sociedad: “cuando venga el Hijo del hombre, ¿creen que encontrará fe sobre la tierra?” Y con esta pregunta, nos explica el Papa Francisco, nos alerta a todos: no debemos renunciar a la oración incluso si no se obtiene respuesta. La oración conserva la fe, sin la oración la fe vacila. Pidamos al Señor una fe que se convierta en oración incesante, perseverante, como la da la viuda de la parábola, una fe que se nutre del deseo de su venida. Y en la oración experimentamos la compasión de Dios, que como un Padre viene al encuentro de sus hijos lleno de amor misericordioso.
Es por esto que la respuesta, a esa pregunta, en alguna medida la tenemos nosotros, pues no obstante el rechazo del mundo a Dios, algo podemos hacer con nuestro testimonio de vida coherente, no teniendo miedo de manifestarnos como seguidores del Maestro; rechazando la moda y el camino de este mundo y, sobre todo, orando por todos aquellos que se han dejado engatusar por el Príncipe de este mundo y han sacado a Dios de sus ambientes. Hagamos lo que esté de nuestra parte para que cuando venga Jesús nos encuentre en oración.
“Dichosos los que temen al Señor y aman de corazón sus mandamientos”, nos dice el Salmista.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=16-11-2024
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2016/documents/papa-francesco_20160525_udienza-generale.html#
Palabra de Vida Mes Noviembre: “ Ella [la pobre viuda], de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir” (Marcos 12, 44) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.