https://youtu.be/BhHGXvl1euY?si=-RrXFgAb0MhSNCdd
- Sir 48, 1-4. 9-11
- Sal 79
- Mt 17, 10-13
El tiempo de adviento es el periodo propicio para cultivar en nuestros corazones la capacidad de acoger a Jesucristo en nuestras vidas. Cristo está esperando que le abramos las puertas de nuestro corazón y que confiemos totalmente en Él para que podamos ser plenamente felices. Ahora es el tiempo de que escuchemos totalmente a Jesucristo que nos quiere decir: “Te amo y quiero hacerte feliz”. ¡Cuántas veces hemos sido indiferentes ante la voz de Dios que toca a las puertas de nuestro corazón! Cristo nos ofrece la felicidad, pero no es obligatoria. Nosotros tenemos la libertad de decirle sí o no.
Nos explica el Papa Francisco: «Para encontrar al Señor debemos estar en pie y en camino; después «esperar que Él nos llame: corazón abierto». Y «Él nos dirá “soy yo”; y ahí la fe se hará fuerte». Pero la fe, añadió Francisco, «¿es para mí, para conservarla? No, es para ir y darla a los demás, para ungir a los demás, para la misión». Por lo tanto, «en pie y en camino; en silencio para encontrar al Señor; y en misión para llevar este mensaje, esta vida a los demás»
En estas dos primeras semanas de Adviento, la liturgia nos ha invitado a meditar sobre la venida final del Señor, cuando ocurra el fin del mundo. Digámosle a Jesucristo con el Salmista: Ven, Señor, a Salvarnos.” Abrámosle el corazón para que entre en nuestras almas y que renueve toda nuestra vida.
Hoy, la primera lectura nos habla de Elías, quien después de Abraham, Moisés y David, surge como uno de los hombres más célebres del Antiguo Testamento . El Catecismo de la Iglesia Católica lo designa como «padre de los profetas, “de la raza de los que buscan a Dios, de los que persiguen su Faz” (Sal 24, 6)», y que, al igual que Moisés, gozó de una gran intimidad con el Señor. Su ejemplo nos puede servir para considerar una exigencia de la fe: la necesidad de dar culto exclusivamente al Señor. La vida de Elías —que era un hombre de igual condición que nosotros –muestra cómo Dios auxilia a quienes acuden a Él mediante la oración, especialmente en las dificultades
“Un profeta de fuego, su palabra quemaba como antorcha.” «Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy en medio de ellos» -dijo el Señor. El fuego de este amor recíproco que atrae esa presencia de Jesús, es el fuego de Elías que nos prepara para recibir la vida del Cielo.
Su nombre (en hebreo Èl-iYahu) significa ´ Yahveh es mi Dios´. En la cima del Monte Carmelo retó a los adoradores del falso dios Baal, al mostrarles que solo hay un Dios verdadero (1Re, 18). Tras realizar numerosos prodigios, descubrió en la soledad del Monte Horeb a Dios presente en la brisa suave de la oración silenciosa (1Re,19). Terminada su misión, fue misteriosamente raptado en un carro de fuego (2 Re, 2). En la transfiguración de Jesús, Elías apareció como profeta para testimoniar que toda la Escritura anuncia a Cristo (Lc 9, 28 – 36).
¿Qué nos dice a nosotros este profeta hoy? La prioridad del primer mandamiento: adorar y amar solo a Dios. Donde Dios desaparece, el hombre cae en la esclavitud de idolatrías, como han mostrado los regímenes totalitarios, y también diversas formas de nihilismo. Frente a tantas manifestaciones de religiosidad sincrética, Elías nos vuelve a dirigir su palabra de fuego, valiente y radical: “¿Hasta cuándo van a estar cojeando con los dos pies? Si Yahveh es el Dios verdadero, síganle; si es Baal, sigan a éste” y, seguramente, hará en favor de nuestra gente confundida aquella misma plegaria suya en el Monte Carmelo: “Que todo este pueblo sepa que tú, Yahveh, eres Dios que conviertes sus corazones.” (1 Re, 17, 37).
Por último, los episodios de la vida de Elías nos hablan de un hombre del Antiguo Testamento, que se sitúa y procede hacia sus contrarios, religiosos o políticos, con gran severidad, actitud superada por la visión que nos vino a aportar Jesucristo, para quien la justicia no se puede desvincular del amor y de la misericordia.
El texto del Evangelio nos sitúa al final de la escena de la Transfiguración, cuando bajan Jesús y los discípulos del monte Tabor. El diálogo está cargado de significados y connotaciones a las profecías sobre la venida del Mesías. ¿No había de venir Elías y poner todo en orden?, como veíamos en la primera lectura. Y Jesús es claro: “Elías ya vino…pero no lo reconocieron”. Y alude el evangelista a Juan Bautista, como ese precursor que había de venir.
A veces nuestra vida espiritual se reduce a lo que “yo” creo. Me rijo por el “yo necesito”, “yo rezo”, y convertimos la fe en un “producto” que yo me preparo a mi medida y gusto. Sin embargo, no podemos aplicar esta regla para descubrir las cosas de Dios.
Para presentarse uno mismo, como es, con sinceridad ante el espejo del alma, hace falta la valentía de aceptarse, con todos nuestros límites y virtudes, pero además, hace falta meter a Dios en esa aceptación, en ese diálogo. Es necesario conectarse a Dios desde la sinceridad de uno mismo. Aquellos judíos no reconocieron a Juan, y no reconocerán a Jesucristo. Nosotros estamos en mejores condiciones. Las dificultades siempre las tendremos, pero podemos vencerlas si somos sinceros y si tenemos la firme convicción que nuestra “conexión” con Dios es la cosa más importante que tenemos y que nuestro “yo” está subordinado al Tú de Dios, que es AMOR.
¿Este mundo necesita ser salvado? ¿Mi ciudad necesita ser salvada? ¿Mi familia necesita ser salvada? ¿Necesito ser salvado? En todo caso podemos preguntarnos… ¿de qué? La muerte, la soledad, el aislamiento, el vacío de la vida…. Como ha dicho el Papa Francisco reclaman una respuesta. Esa solución, esa sanación se llama salvación. Pero, ¿quién o qué puede traerla? ¿Quién o qué puede acompañar mi soledad, llenar mi vacío, lanzarme de mi individualismo, sacarme de la tumba. ¿Quién o qué? Ahí estará la raíz de una esperanza auténtica.
Ahora bien, para alcanzar la salvación hay que prepararse. No es algo pasivo, es algo activo. El Papa lo ha llamado la esperanza activa. Hay que disponerse: una puerta abierta para que pueda entrar el hermano, los dones dispuestos a ponerlos al servicio, un ojo despierto para ver qué les pasa a los demás, dejarse querer y ayudar por los cercanos, lanzar una oración con el alma… Ese vivir es Elías, ¡qué preciosa descripción del Eclesiástico! Para que el Salvador pueda venir, tiene que encontrar algo/alguien que le haga de puente. Nuestra actitud es vivir en la disposición de Elías. Por eso Juan Bautista es el nuevo Elías, es realmente quien logró un pueblo bien dispuesto para ser guíado por Cristo, moldeado por Cristo, resucitado por Cristo.
Terminamos con la Aclamación del Evangelio, tomada de Lc 3, 4-6: “Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán la salvación de Dios.”
Fuentes:
- Folleto La Misa de Ada Día
- https://es.catholic.net/op/articulos/57601/cat/1144/ejemplos-de-fe-iv-el-profeta-elias.html#modal
- https://es.catholic.net/op/articulos/11733/cat/504/les-aseguro-que-no-le-reconocieron.html#modal
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/10-12-2016/
- http://es.catholic.net/op/articulos/11734/www.messt.org#modal
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/12/16/el-fuego-de-elias-2/
- http://vidacristianaencuba.com/vcristiana/index.php/panorama-eclesial/1163-el%C3%ADas,-profeta-de-fuego.html
- https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2016/documents/papa-francesco-cotidie_20160610_silencio.html
Palabra de Vida Mes de Diciembre 2023
““Estén siempre alegres. Oren sin cesar. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús” (Primera Carta a los Tesalonicenses, 5, 16-18) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Diciembre 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.