- Ez 18, 21-28
- Sal 139
- 1 Cor 15,12. 16-20
- Mt 5, 20-26
La liturgia, poco a poco, nos va motivando, a adentrarnos más y más , en el verdadero sentido de la cuaresma.
Hoy la lecturas nos invitan a la reconciliación y al encuentro. Sin duda alguna dos actitudes muy importantes en el proceso de conversión.
Vivimos en un mundo tremendamente polarizado dividido y enemistado; todos sabemos que la relaciones interpersonales son cada vez más desafiantes, pues parece que el corazón humano, tan herido y vulnerable , se indispone con facilidad con reacciones no siempre amables y Jesús que no quiere que las comunidades creyentes vivan de la apariencia , sino que se conviertan en espacio para reconstruir aquellas relaciones que se hayan podido romper, nos insta a crear espacios de reconciliación y encuentro. Esto sólo se puede dar, desde el cultivo de la igual dignidad y la complementariedad que lleva a generar el diálogo sincero y la búsqueda de intereses comunes. Los esfuerzos de las comunidades creyentes han de encaminarse a esta transformación.
El panorama que antecede al texto de la primera es a grandes rasgos el siguiente: Son los años del destierro que siguieron a la caída de Jerusalén. La Alianza se había roto, el templo destruido, la ciudad santa arrasada por las llamas, sin culto que les permitiera reconciliarse, víctimas del pasado y sin esperanzas de futuro. Para los desterrados, aquel amargo presente, era la consecuencia forzosa de muchos siglos de historia de infidelidades y pecados, acumulados para su castigo en la presente generación.
Cundió el desánimo y surgió la tentación de vivir como vivían los de su alrededor. Así, poco a poco, iba desapareciendo la fe en el Dios salvador, ahogado por el materialismo de una nación poderosa y rica en comodidades, cultos y festejos.
Entonces surge este maravilloso profeta, Ezequiel, que también habría sido llevado al destierro y formula con claridad y contundencia el principio de responsabilidad personal, ya anunciada por Jeremías: el que peque, ese morirá”.
No niega el principio de solidaridad en la culpa, sencillamente lo completa. Cada uno debe situarse responsablemente ante Dios.
El pasado de las generaciones anteriores no cuenta en la responsabilidad moral de cada individuo;; ni siquiera el pasado personal cuenta en la relación actual del hombre con Dios, si es que ha habido un cambio: la conversión. Lo que importa es la conducta personal y actual.
El profeta quiere arrancar a los israelitas de un abuso de la solidaridad en el mal o en el bien: escamotear la responsabilidad personal, creer que se cae sin remedio en malas consecuencias por los males del pasado, y creer que por pertenecer a un pueblo oficialmente religioso y “elegido” ya están salvados. No, les dice el profeta, lo importante es la conversión, la conversión incesante: “Cuando el inocente se aparta de su inocencia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él salva su propia vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá».
El Salmo nos dice “Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir? En medio de un mundo en el que la justicia parece brillar por su ausencia, mi alma se revela ante escenas de degradación infrahumana, por eso deseo renovar mi fe en tu justicia Señor.
Para practicar la justicia hasta el fondo, viviendo el mandamiento del amor, hay que ser realistas, coherentes y reconocerse hijos del mismo Padre, y por lo tanto hermanos. Son los tres criterios prácticos sugeridos por el Papa Francisco.
De todo esto se comprende que Jesús no da importancia sencillamente a la observancia disciplinar y a la conducta exterior. Él va a la raíz de la Ley, apuntando sobre todo a la intención y, por lo tanto, al corazón del hombre, donde tienen origen nuestras acciones buenas y malas. Para tener comportamientos buenos y honestos no bastan las normas jurídicas, sino que son necesarias motivaciones profundas, expresiones de una sabiduría oculta, la Sabiduría de Dios, que se puede acoger gracias al Espíritu Santo. Y nosotros, a través de la fe en Cristo, podemos abrirnos a la acción del Espíritu, que nos hace capaces de vivir el amor divino.
El mensaje de este evangelio es un mensaje de paz y de amor. ¡Cuánta paz alcanza un hombre que no está enemistado con otro! Paz que no es ausencia de guerra sino que es presencia de Dios, presencia de Amor.
Oremos con el Papa por el Jubileo 2025.
Señor, Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y La Paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- Diario Bíblico 2025. Misioneros Claretianos.
- Libro Busco Tu Rostro, autor Carlos G. Vallés.
- https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/preghiera.html
- https://www.vaticannews.va/es/evangelio-de-hoy/2021/02/26.html
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
- https://www.mercaba.org/FERIAS/CUA/01semana_5viernes.htm
Palabra de Vida Mes Marzo “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?” (Lc 6, 41) https://ciudadnueva.com.ar/marzo-2025/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Marzo 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.