- 2 Re 5, 14-17
- Sal 97
- 2 Tim 2, 8-13
- Lc 17, 11-19
La Palabra que el Señor nos regala hoy nos invita a vivir la alegría de la salvación.
Esta es la profunda experiencia del que se ha encontrado con Jesucristo y se deja llevar por su Espíritu. El que se encuentra con Jesucristo: ha vuelto a nacer, tiene una vida nueva:
Así nos lo ha dicho el Aleluya de hoy: Dad gracias a Dios en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros (cf. 1 Ts 5, 18). Y también el Salmo: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Busquemos robustecer nuestra fe y abrir los ojos para ver su victoria que ha llegado, aunque quede velada bajo apariencias humildes que ocultan la gloria de toda la realidad celestial mientras seguimos en este mundo. Tenga la fe de que la victoria ha llegado porque el Señor esta con nosotros, ha caminando los caminos del hombre y ha hablado su lengua, ha gustado la miseria humana y ha llevado a cabo su redención; ha hallado la muerte y ha levado a cabo la redención de la humanidad.
La primera lectura nos habla acerca del don gratuito brota la alegría. Naamán el Sirio, que al introducirse siete veces en el río Jordán queda limpio de la lepra. Pero confunde la gratitud con una relación de compromiso, como si debiera pagar por la vida recibida, una relación que pasa factura, que quiere comprar la salud, un sentido mercantilista de la vida. No vislumbra la vida, y los dones recibidos de Dios y los hermanos. No comprende la gratuidad. Que la vida entregada ha sido ofrecida y regalada. Y a pesar de la negativa de Eliseo a recibir nada, opta por cargar con el pasado, llevando la tierra a cuesta, la carga de un par de mulas.
A nosotros nos invita a reconocer la salvación, la vida recibida ha de provocar un sentimiento profundo de alegría. Pero no siempre nos permitimos vivir con alegría, y puede llegar a incomodarnos la alegría que pueda estar viviendo nuestro hermano.
San Pablo, nos invita, en su segunda carta a Timoteo, que el camino de la fe es hacer memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos. Y a que meditemos acerca de: ¿Qué huella ha quedado en nosotros, el perdón recibido en la cruz? ¿Qué alegría ha brotado de nosotros por haber vuelto a la vida con Él?
Aunque no depende de cada persona recibir el don que se ofrece, sí depende de cada uno acogerlo o no, una vez reconocido y agradecido. Porque hoy soy la persona que soy, por mi relación con Dios y con mis hermanos. La interdependencia no resta, sino que suma, y eso nos permite llegar a ser nosotros mismos. Por eso, Dios siempre permanece fiel, porque él no puede negar su amor, no puede negar quien es, no puede negar la misericordia.
El Evangelio de hoy nos presenta la escena de los diez leprosos que salen al encuentro de Jesús buscando la curación de aquella terrible enfermedad. Y con ello, podemos comprobar, ¡una vez más!, cómo nuestra actitud de fe puede remover el corazón de Jesucristo. El hecho es que unos leprosos, venciendo la reprobación social que sufrían los que tenían la lepra y con una buena dosis de audacia, se acercan a Jesús y —podríamos decir entre comillas— le obligan con su confiada petición: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». La respuesta es inmediata y fulminante: «Id y presentaos a los sacerdotes». Él, que es el Señor, muestra su poder, ya que «mientras iban, quedaron limpios
Los diez son curados, pero, sin embargo, sólo uno es capaz de regresar a darle gracias por el don recibido. Al darle gracias se encuentra con un nuevo don: la salvación. Tu fe te ha salvado, le dice Jesús.
Afirmaba el Papa Francisco: “Nuestro Dios es un Dios que se hace cercano. Un Dios que empezó a caminar con su pueblo y luego se hizo uno de su pueblo, en Jesucristo. Con esa cercanía que dio ánimo a esos diez leprosos para pedirle que los limpiara… Nadie quería perder esa cercanía”.
También nosotros nos acercamos muchas veces a Jesús pidiendo la sanación. Jesús no es un “curandero”, Jesús es El Salvador, por eso, nos tiene que recordar que las curaciones no se quedan en sí mismas: son una invitación a descubrir que Jesús es el Señor, el Salvador. Nos ayudan a descubrir que la dolencia más profunda que tiene el hombre es la ausencia de Dios.
Con la Oración de los fieles digámosle: Señor, concédenos tu Misericordia y como nos pidió este Pontífice, oremos por el Jubileo 2025, Peregrinos de Esperanza:
Señor, Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y La Paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- Libro Busco Tu Rostro, autor Carlos G Valles
- https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/preghiera.html
- https://evangeli.net/evangelio/dia/2025-10-12
- https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/13-10-2013/pautas/
- https://exaudi.org/es/no-ha-vuelto-mas-que-este-extranjero-para-dar-gloria-a-dios-comentario-del-p-jorge-miro/
Palabra de Vida Mes Octubre “Mi auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra” (Sal 121, 2) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2025 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.