https://youtu.be/kN1Dgp4-YmM?si=g6MBRGhRI5afVmYm
- Ml 3, 13-20
- Sal 1
- Lc 11, 5-13
Hoy de la liturgia podremos sacar como enseñanza, la necesidad de la insistencia, en la oración. Sin embargo la mayoría de las veces lo que nos caracteriza es la ley del mínimo esfuerzo y la exigencia del máximo resultado. Así nos lo muestra la primera lectura, en la que vemos como la gente en lugar de insistir en el seguimiento al Señor, se vuelve contra El, pues a su buen parecer les va mejor a los que hacen el mal que a ellos que “han guardado sus mandamientos y hacen penitencia.”
La verdad es que todo esto es sólo apariencia, pues quien no tiene a Dios no tiene nada. En la superficie se ven personas normales, sonríen y se divierten pero la realidad es que viven una profunda soledad.
Lo más triste es, como nos lo presenta la lectura de hoy, que algunos se dejan atraer por esta visión superficial y terminan por abandonar, ellos también, al Señor.
La felicidad no está en la prosperidad económica, ni en el poder, ni en el placer; la verdadera y única felicidad está en Dios. Dios no nos ofrece ni oro ni plata, nos ofrece su amistad y con ello, durante esta vida, la paz y el gozo perdurable, y en la otra, la gloria eterna. Busca ser feliz con lo que tienes, y recuerda que si tienes a Dios, lo tienes todo. A veces podemos pensar que la práctica nos muestra que esto no siempre sucede, que no siempre “funciona” así. ¡
El texto del evangelio nos habla que para lograr las cosas, debemos pedir con las debidas actitudes.
La primera es la constancia, la perseverancia. Hemos de rezar sin desanimarnos nunca, aunque nos parezca que nuestra plegaria choca con un rechazo, o que no es escuchada enseguida. Es la actitud de aquel hombre inoportuno que a medianoche va a pedirle un favor a su amigo. Con su insistencia recibe los panes que necesita. Dios es el amigo que escucha desde dentro a quien es constante. Hemos de confiar en que terminará por darnos lo que pedimos, porque además de ser amigo, es Padre.
La segunda actitud que Jesús nos enseña es la confianza y el amor de hijos. La paternidad de Dios supera inmensamente a la humana, que es limitada e imperfecta: «Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo…!» (Lc 11,13).
Tercera: hemos de pedir sobre todo el Espíritu Santo y no sólo cosas materiales. Jesús nos anima a pedirlo, asegurándonos que lo recibiremos: «…¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!» (Lc 11,13). Esta petición siempre es escuchada. Es tanto como pedir la gracia de la oración, ya que el Espíritu Santo es su fuente y origen.
“Nuestra oración, si es valiente, recibe lo que pedimos, pero también aquello que es lo más importante: al Señor, nos indica el Papa Francisco. Cuando oramos valientemente, el Señor nos da la gracia, e incluso se da a sí mismo en la gracia: el Espíritu Santo, es decir, ¡a sí mismo! Nunca el Señor da o envía una gracia por correo: ¡nunca!”
”Que la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo, estén siempre con ustedes.” Ef 13,13
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=12-10-2023
- http://webcatolicodejavier.org/evangeliodeldia.html
- https://es.catholic.net/op/articulos/8924/cat/347/al-que-llama-se-le-abrira-y-al-que-pida-se-le-dara.html#modal
Palabra de Vida Mes de Octubre 2023
“Pues lo del César devuélvanse lo al César y lo de Dios a Dios.” Mt22, 21 https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida. Octubre 2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Octubre 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.