- Tit 2, 1-8. 11-14
- Sal 36
- Lc 17, 7-10
Las lecturas en el día de hoy tratan de que reflexionemos en la importancia que tiene el seguimiento de Jesús, en clave de servicio, humildad, sinceridad, como un testimonio con el cual permite que otras personas sean capaces de descubrir el sentido profundo del ser cristiano injertado en Cristo.
Un testimonio de vida, en el que el verdadero discípulo de Cristo trata de vivir su fe en coherencia y fidelidad, son dos aspectos importantes que tocan el ser del cristiano. Y es que en más de una ocasión no es tan fácil vivir desde Dios, coherentemente, buscando únicamente cumplir su voluntad sin desviarnos hacia otras cosas que no tienen nada que ver con el modo evangélico que nos muestra Jesús. Conocemos perfectamente los mandatos de la ley divina, pero hacerlos vida es otra cosa. En más de una ocasión queremos imponer nuestro criterio, nuestra forma de entender lo religioso, y dejamos de lado la vivencia del: «amar como yo os he amado”.
Sabemos que esto no es fácil, por ello, san Pablo, da una serie de instrucciones a Tito para que así se las haga llegar al grupo de fieles, al cual, él está al cargo: ancianos, ancianas y jóvenes deben ser referente de ello.
Para nosotros hoy tampoco lo es, por ello, Dios nos ha dado su gracia y su poder por medio del Espíritu Santo, para que seamos testigos de su amor. Deja que Dios crezca dentro de ti y verás cómo los que te rodean se darán cuenta que Dios vive dentro de ti.
El Señor, nos indica el Papa Francisco, explicando el texto del evangelio, habla de «una fe poderosa», tan fuerte que es capaz «de hacer grandes maravillas», pero con una condición: que se introduzca «en el marco del servicio». Un servicio total, como el del «servidor que trabajó toda la jornada» y al volver a casa «debe servir al Señor, darle de comer y luego descansar».
Parece, comentó el Pontífice, «un poco exigente»: alguien podría aconsejar «a este servidor que vaya al sindicato a buscar consejo» acerca de cómo comportarse «con un patrón así». Pero el servicio que se le pide es «total» porque es el mismo que vivió Jesús: «Él vivió con esa actitud de servicio; Él es el servidor; Él se presenta como el servidor, que vino a servir y no a ser servido.
El Papa, entró más detalladamente en la vida cotidiana y en las dificultades que tiene el cristiano al tratar de vivir la palabra evangélica. «Nosotros —dijo— podemos alejarnos de esta actitud del servicio», ante todo «por un poco de pereza»: es decir, llegamos a estar «cómodos, como hicieron las cinco jóvenes perezosas que esperaban al esposo pero sin preocuparse por el aceite de las lámparas». Y la pereza hace «tibio el corazón». Entonces, por comodidad estamos inclinados a encontrar justificaciones: «Pero, si viene este o si viene aquella a golpear la puerta, dile que no estoy en casa, porque vendrá a pedir un favor y no, yo no quiero…». Es decir, la pereza «nos aleja del servicio y nos conduce a la comodidad, al egoísmo». Y, comentó el Papa, «muchos cristianos» son así: «son buenos, van a misa», pero en lo que se refiere al servicio se arriesgan «hasta un cierto punto». Sin embargo, destacó, «cuando digo servicio, digo todo: servicio a Dios en la adoración, oración y alabanzas», servicio «al prójimo» y «servicio hasta las últimas consecuencias». En esto, Jesús «es fuerte» y recomienda: «Así también vosotros, cuando habréis hecho todo lo que se os haya ordenado, diréis: somos siervos inútiles». Hay que prestar un «servicio gratuito, sin pedir nada».
Existe también, continuó el Papa, otra «ocasión que aleja de la actitud de servicio», y es la de «adueñarse de las situaciones». Es lo que les sucedió a los apóstoles, que alejaban a las personas «para que no molestasen a Jesús», pero en realidad también «por ser cómodo para ellos»: es decir, «se adueñaban del tiempo del Señor, se adueñaban del poder del Señor: lo querían para su grupito». En realidad, «se adueñaban de esa actitud de servicio, transformándolo en una estructura de poder». Así, comentó el Pontífice, «se explica cuando entre ellos discutían acerca de quién era el más grande»; y «se comprende cuando la madre de Santiago y Juan va a pedir al Señor que uno de sus hijos sea el primer ministro y el otro el ministro de economía». Lo mismo sucede a los cristianos que, «en lugar de servidores», se convierten en «dueños: dueños de la fe, dueños del reino, dueños de la salvación. Esto sucede, es una tentación para todos los cristianos».
El Señor, en cambio, nos habla de «servicio en humildad». Como lo hizo «Él, que siendo Dios se humilló a sí mismo, se abajó, se anonadó: para servir. Es servicio en la esperanza, y esta es la alegría del servicio cristiano», que vive, como escribe san Pablo a Tito, «aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo». El Señor «llamará a la puerta» y «vendrá a nuestro encuentro» en ese momento, dijo el Papa; y expresó un deseo: «Por favor, que nos encuentre con esta actitud de servicio».
Cierto, en la vida «debemos luchar mucho contra las tentaciones que tratan de alejarnos» de esta disposición: la pereza que «lleva a la comodidad» y hace prestar un «servicio por la mitad»; y la tentación de «adueñarnos de la situación», que «lleva a la soberbia, al orgullo, a tratar mal a la gente, a sentirse importantes “porque soy cristiano, tengo la salvación”». Que el Señor, concluyó el Pontífice, «nos dé estas dos grandes gracias: la humildad en el servicio, con el fin de poder decir: somos siervos inútiles», y «la esperanza al aguardar la manifestación» del Señor que «vendrá a nuestro encuentro».
Ante la pregunta inicial en esta reflexión acerca de ¿cómo ser injertados en Cristo? La respuesta es viviendo con coherencia y dando testimonio de servicio, humildad y esperanza.
“Dios es nuestro Salvador, pon tu confianza en Dios, practica el bien y vivirás tranquilo en esta tierra…”, nos dice el Salmista, y eso deseamos, lo que pasa en que algunas veces, sentimos la necesidad de trabajar, conseguir, bendecir, sanar, poner remedio a todos los males del mundo, comenzando, desde luego, por todos los defectos de nuestra persona y así nos sumergimos en actuar, rezar, planear, organizar , conseguir conquistar. Demasiada actividad en nuestro pequeño mundo; demasiadas ideas en nuestra cabeza; demasiados proyectos en nuestras manos. Y en medio de toda esa vida loca, es glorioso cuando logramos escuchar la palabra que llega desde lo Alto; espera. Espera en el Señor, que es esperar al Señor.
Esperar es crecer, y esperar es amar. Esperar tu venida es anticiparla en gozo y esperanza en la escatología privada de nuestro corazón, por tanto como nos dice San Pablo “llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo…”, nuestro Salvador, como nos dice el Salmista.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día
- Libro Busco Tu Rostro, autor Carlos G. Vallés
- llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo
- https://www.evangelizacion.org.mx/liturgia/index.php?i=12-11-2024
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/
Palabra de Vida Mes Noviembre: “ Ella [la pobre viuda], de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir” (Marcos 12, 44) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre 2024.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.