https://youtu.be/KnYDImNQNpg?si=u8ORgiWvUV3wmF1c
- Sab 6, 12-16
- Sal 62
- 1 Tes 4, 13-18
- Mt 25, 1-13
Hoy la liturgia nos ofrece tres enseñanzas:
(1ª) la sabiduría es un don de Dios para el que debemos disponernos; (2ª) debemos estar vigilantes, sabiamente preparados para el momento del encuentro definitivo con el Señor en la eternidad; y
(3ª) para ese momento nos debe animar la esperanza, desde la fe en la resurrección de Cristo, prenda de nuestra resurrección futura.
Por eso el Señor nos insta a vivir cada día haciendo Su Voluntad para que cuando El nos llame estemos preparados.
Esto pues, al acercamos al final del Año Litúrgico, la liturgia enfoca nuestra mirada sobre la venida definitiva del Señor al final de los tiempos. Dirigir nuestra vista al horizonte del camino no significa quedarnos contemplando este acontecimiento como si de un cuadro apocalíptico se tratase, significa mirar y vivir nuestro presente a la luz de dicho acontecimiento.
Es tiempo de revisar la vida y la fe en el caminar cotidiano, dejar iluminar cada rincón de nuestro ser por el evangelio y descubrir las actitudes con las que vamos acogiendo el reinado de Dios en nuestra vida y en nuestro mundo.
No es tiempo de dar más espacio a la angustia en nuestras vidas –en nuestro mundo ya hay demasiados motivos– sino de empapar nuestro corazón y nuestra mirada de esperanza. Esta es la actitud del cristiano ante las realidades últimas.
En el texto a los Tesalonicenses, Pablo escribió a los primero cristianos que creían en el final de los tiempos conocidos, en la venida inminente de Jesucristo (la parusía) y que esta acabaría con las persecuciones, la muerte, el mal… pero este acontecimiento no llegaba. Pablo trataba a alentarlos haciendo eco a la virtud de la esperanza: “No se entristezcan como los que no tienen esperanza” Esta frase tiene como fundamento la fe en la resurrección feliz de todos los que hayan muerto en gracia de Dios. De esta resurrección es prenda la resurrección gloriosa de Jesucristo, y por eso en virtud de nuestra fe pascual podemos mirar el futuro con esperanza, aunque hoy, en medio de desastres naturales, guerras y destrucción provocada por las personas, la desigualdad creciente, el descuido de nuestro mundo… muchas plegarias piden a Dios que actúe, que venga y corrija este desatino.
Y en ambas, la respuesta es la misma: los tiempos y modos de Dios no tienen por qué ser los nuestros. O dicho de otro modo más contundente… ya está actuando, nos ha puesto a nosotros para ser sus manos, para ser su mirada, para ser su palabra en nuestro mundo.
La parábola de las doncellas en la boda nos sitúa ante las distintas actitudes que unos y otros podemos tomar ante esta situación. Las diez debían haber estado preparadas para cuando llegase el novio. Las diez se durmieron, pero cinco estaban preparadas y pudieron reaccionar cuando llegó. Las otras cinco no estaban preparadas.
El Señor es el novio, y nosotros desconocemos su momento, su tiempo, su modo. Somos como las doncellas, y cada uno tenemos actitudes diferentes de esperar la acción de Dios, la construcción de su Reinado.
La diferencia entre ambas actitudes se llama sabiduría. Ese don que nada tiene que ver con títulos o certificados, sino que ayuda a las personas a situarse en la vida real de un modo más auténtico, más vital, más esperanzado.
En la reflexión teológica del Nuevo Testamento, la Sabiduría se identifica con Jesucristo, Palabra encarnada de Dios y Luz que ha venido a iluminar a todo ser humano que quiera abrirse a la acción de su Espíritu (Juan 1, 1-9). La Sabiduría de Dios, que es Jesucristo mismo en persona, nos comunica en los Evangelios y en los escritos apostólicos sus enseñanzas para que orientemos rectamente nuestra existencia y recorramos con acierto y el camino a la verdadera felicidad.
Esta sabiduría es don de Dios, pero solo «quienes la buscan la encuentran». Exige una disposición a buscar de forma activa, exige ponernos en movimiento para hacer vida la Palabra de Dios, exige nuestra respuesta cuando «nos aborde benigna por los caminos» de la vida.
Esta sabiduría es Dios mismo, es el aceite que nos va a ayudar a encender las lámparas y alumbrar la vida. Mirar con sabiduría el futuro, con la mirada de Dios, nos va a dar luz suficiente para afrontar y discernir el presente, para afrontar este tiempo intermedio en el que el Señor nos necesita para ser sus manos, su presencia, su sabiduría en medio de nuestro mundo.
Estar en vela podríamos traducirlo como estar en comunión con Dios. En la espiritualidad clásica se habla de «estar en gracia de Dios», esto es viviendo una vida conforme a aquello que el Señor quiere y desea para nuestras vidas, y que la Iglesia nos enseña de modo constante a través de la predicación y la catequesis. Vivir en gracia cada día es la grandeza de la vida cristiana: estar en constante comunión con Dios, disfrutando su presencia, abrazándote a Él en momentos oscuros, rezando por mil intenciones que cada día tienes.
”Mi alma tiene sed de ti”, nos ice el Salmista. El Papa Francisco nos comenta; “…Qué importante es mantener vivo este deseo, ente anhelo de encontrar al Señor y hacer experiencia de Él, hacer experiencia de su amor, hacer experiencia de su misericordia! Si faltara la sed del Dios vivo, la fe corre el riesgo de convertirse en una costumbre, corre el riesgo de apagarse, como un fuego que no es reavivado; corre el riesgo de convertirse en rancia, sin sentido… Como nosotros lo anhelamos a Él y lo deseamos, así también Él tiene el deseo de estar con nosotros, porque nosotros pertenecemos a Él, somos “cosa” suya, somos sus criaturas. También Él, podemos decir, tiene sed de nosotros, de encontrarnos. Nuestro Dios está sediento de nosotros; este es el corazón de Dios. Es bonito escuchar esto.“
La fe cristiana, acabamos de leer en la Monición inicial, no se vive de manera desencantada, como si fuéramos espiritus carentes de toda necesidad humana. Dios sabe de cuánto necesitamos para que que el paso por este mundo sea camino que nos conduzca a la eternidad. Por eso, hoy le pedimos en la Oración Colecta que disponga nuestro cuerpo y nuestra alma para que podamos con libertad de espíritu cumplir lo que es de su agrado.
“Que la Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo, estén siempre con ustedes”. Ef 13, 13
Fuentes:
- Folleto La Misa de Cada Día
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2023/11/11/xxxii-domingo-del-tiempo-ordinario-ciclo-a/
- https://www.dominicos.org/predicacion/evangelio-del-dia/hoy/pautas/
- https://es.catholic.net/op/articulos/83792/sabiduria-vigilancia-y-esperanza.html#modal
- https://es.aleteia.org/2013/11/23/documento-el-papa-invita-a-mantener-la-sed-del-dios-vivo/
Palabra de Vida Mes de Noiembre 2023
“Pues todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día; nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas» 1 Tes 5, 5-6 https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida. Octubre 2023
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Noviembre 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.