- Col 3, 12-17
- Sal 150
- Lc 6, 27-38
Danos Señor, un corazón semejante al tuyo, le pedimos hoy en la liturgia y es que las lecturas nos indican que ser cristianos es una actitud de vida, un compromiso que se debe asumir con total responsabilidad.
La primera lectura nos habla del comportamiento de los cristianos entre sí, en la comunidad. Lo que se pide para la comunidad cristiana -misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia-, para los que forman el “Cuerpo de Cristo”, son valores que, sin mayor trascendencia, deben ser la constante de los que han sido llamados a ser cristianos. Son valores de una ética que tampoco se puede decir que se quede en lo humano. No es eso lo que se exige precisamente a nivel social. Aquí hay algo más que los cristianos deben saber aportar desde esa vocación radical de su vida. La misericordia no es propio de la ética humana, sino religiosa. Es posible que en algunas escuelas filosóficas se hayan pedido cosas como estas, pero el autor de Colosenses está hablando a cristianos y trata de modificar o radicalizar lo que los cristianos deben vivir entre sí; de ello se deben revestir.
El salmo nos insta alabar al Señor, “todo ser que alienta alabe al Señor”, y nos habla de varios instrumentos con los cuales hacerlo y es que la música es una de las formas más profundas de orar, es una gran expresión del alma, sonido puro, armonía sin palabras, a veces, toques de inspiración angélicas que eleva la mente y el espíritu a regiones más allá del mundo.
El texto del evangelio contiene las exigencias más fuertes del evangelio: amar, tratar bien, bendecir, rezar por aquellas personas que nos hace o desean el mal. Jesús pide a sus discípulos responder con amor y bondad a los enemigos; para esto se ha hecho hombre el Hijo de Dios, para que ahora los hombres unidos a él, con él y en él, podamos responder con bien al mal. Esta es la gran novedad que Jesús trae a la vida de los hombres.
El mal solo engendra mal. La violencia solo engendra violencia. No es un círculo vicioso lo que se desencadena sino una espiral que crece en amplitud sin freno, sin límite y que parece por tanto imposible frenar.
No es fácil cuando nos pide poner la otra mejilla porque estamos acostumbrados a reaccionar y defendernos, nos pide no conformarnos con un amor que busca compensaciones, sino cultivar un amor compasivo como el suyo.
En todas las religiones hay una máxima de oro: «No hagas a nadie lo que no quieres que te hagan a ti». Jesús es el único que la formula en positivo: «Lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente». Esta regla de oro es el fundamento de toda la mora.
Afirmaba el Papa Francisco: “Y podríamos decir: ‘¡Pero, yo… yo no creo que sea capaz de hacerlo!’ – ‘Si no lo crees, es tu problema, pero el camino cristiano es este. Este es el camino que Jesús nos enseña. ‘¿Y qué debo esperar?’ Ir sobre el camino de Jesús, que es la misericordia; ser misericordiosos como el Padre es misericordioso. Solamente con un corazón misericordioso podremos hacer todo aquello que el Señor nos aconseja. Hasta el final. La vida cristiana no es una vida auto referencial; es una vida que sale de sí misma para darse a los otros. Es un don, es amor, y el amor no vuelve sobre sí mismo, no es egoísta: se da.
El amor, la dinámica del don, nos salva de la lógica del interés; por eso Jesús invita a dar, a prestar más de lo que se me pide, incluso a desbordar la medida que exigiría la mera justicia humana: «La medida que uséis para los otros es la que se usará para vosotros». Se refiere a Dios, por eso aquellos que obran con misericordia recibirán misericordia de Dios: «Dichosos los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia».
Esta nueva forma de vida, esta moral tan novedosa como radical, es la propia del Reino de Dios, donde la ley es el amor. Y la Iglesia es, en este mundo, el inicio y el germen de ese Reino.
Para lograr cumplir con estas actitudes propias de un verdadero cristiano, oremos por el Jubileo 2025, Peregrinos de Esperanza, como nos lo solicitó el Papa Francisco:
Señor, Padre que estás en el cielo, la fe que nos has donado en tu Hijo Jesucristo, nuestro hermano, y la llama de caridad infundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo, despierten en nosotros la bienaventurada esperanza en la venida de tu Reino.
Tu gracia nos transforme en dedicados cultivadores de las semillas del Evangelio que fermenten la humanidad y el cosmos, en espera confiada de los cielos nuevos y de la tierra nueva, cuando vencidas las fuerzas del mal, se manifestará para siempre tu gloria.
La gracia del Jubileo reavive en nosotros, Peregrinos de Esperanza, el anhelo de los bienes celestiales y derrame en el mundo entero la alegría y La Paz de nuestro Redentor.
A ti, Dios bendito eternamente, sea la alabanza y la gloria por los siglos.
Amén.
Tomado de:
- Folleto La Misa de Cada Día.
- Diario Bíblico 2025. Misioneros Claretianos.
- https://www.iubilaeum2025.va/es/giubileo-2025/preghiera.html
- https://es.catholic.net/op/articulos/6262/cat/331/con-la-medida-con-que-midan-se-les-medira.html#modal
- https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/29-12-2019/comentario-biblico/miguel-de-burgos-nunez/
- https://oracionyliturgia.archimadrid.org/2025/09/11/romper-la-espiral-de-violencia/
- https://evangeli.net/evangelio/dia/2025-09-11
Palabra de Vida Mes Setiembre: “Alégrense conmigo porque he encontrado la oveja que se me había perdido” (Lc 15, 6) https://ciudadnueva.com.ar/categoria/palabra-de-vida/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.