Este 26 de enero de 2025 fue el sexto Domingo de la Palabra de Dios, jornada instituida por el Papa Francisco el 30 de septiembre de 2019 para recordar la importancia de las Sagradas Escrituras. El lema de esta edición está tomado del Libro de los Salmos: “Espero en tu palabra”.
Esta es una ocasión importante para que los cristianos renueven su compromiso con la lectura y la meditación de la Biblia, como herramienta fundamental para el crecimiento en la fe y en la vida espiritual, así como instrumento de esperanza.
Jesús en su último mandato se dirigió no solamente a los Sacerdotes y Diáconos, sino también a los laicos, que tienen también el legítimo derecho de proclamar al Palabra de Dios.
Cuando hablamos de proclamar la Palabra de Dios, estamos hablando de comunicar lo que Dios Quiere decir a su pueblo, de lo que el Señor, crador y Pade de todos, quiere poner en la mente y el corazón de los que lo escuchan, siempre con la finalidad de que esa Palabra produczca frutos de vida eterna.La comunicación es un arte a través del cual podemos llevar mensajes a los demás. Pero para que ese mensaje que queremos transmitir llegue a los que nos oyen, en una forma clara y precisa, es necesario que usemos los términos correctos y para ello se hace necesario que estudiemos la Palabra de Dios.
La Biblia nos dice Lc 1, 1-4 en el Evangelio del domingo, es el fruto de la tarea emprendida por algunos de “componer el relato de los hechos que se han transmitido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la Palabra”.
El miércoles 29 el Evangelio (Mc 4, 1-20) nos habla del sembrador que salió a sembrar. Dios es Sembrador de palabras creadoras de vida, tiene un Hijo que es la Palabra. Sembró desde los orígenes del universo su Palabra y quiere que nosotros seamos terrenos sedientos de sus palabras, hasta convertir nuestra vida en “buena noticia”; y nos concede el dar a conocer los misterios del Reino. Nos toca descifrar, conocer y enamorarnos de esa palabra de vida, el evangelio, para comunicar esta noticia frente a las falsas noticias que hoy aturden a nuestro mundo.
Y en el Evangelio del jueves 30 (Mc 4, 21-22), nos dice que podemos ser el candelero comunicando la alegría del Evangelio.
La Palabra de Dios cada día 2025 se enmarca en el año del Jubileo, una institución arraigada en la tradición bíblica. El Papa Francisco ha querido hacer suya esta tradición con la intención de favorecer el nacimiento de un nuevo futuro. Por eso eligió el lema «Peregrinos de la esperanza».
Con el rito de la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el Pontífice comienza este tiempo de gracia que se extenderá hasta el 6 de enero de 2026.
El gesto de abrir la Puerta Santa es un rito profundamente significativo, no solo para la Iglesia, sino para todos los cristianos. En palabras del Papa, este es “el momento de un nuevo Jubileo”, un tiempo de gracia que nos llama a la reconciliación, a la conversión y a un renovado encuentro con Dios. La Puerta Santa no es solo un umbral físico, sino un símbolo de la invitación divina a cruzar hacia un nuevo comienzo, un camino de esperanza que se abre ante todos.
Un Año Jubilar o un Año Santo es un gran acontecimiento religioso. Es un año de perdón de los pecados, reconciliación y conversión.
Jubileo’ es el nombre de un año particular, parece que deriva del instrumento utilizado para indicar su comienzo; se trata del yobel, el cuerno de carnero, cuyo sonido anuncia el Día de la Expiación (Yom Kippur).
En Lev 25, 8-13 , encontramos indicaciones de una año jubilar que se marcaría cada 50 años. Con el tiempo la frecuencia de los años ha ido cambiando .
Bonifacio VIII, en 1300, convocó el primer Jubileo, llamado también “Año Santo”, porque es un tiempo en el que se experimenta que la santidad de Dios nos transforma. Con el tiempo, la frecuencia ha ido cambiando: al principio era cada 100 años; en 1343 se redujo a 50 años por Clemente VI y en 1470 a 25 años por Pablo II.
Existen dos tipos principales de jubileos en la Iglesia Católica:
Jubileo Ordinario: Se celebra cada 25 años. Es un año de perdón y gracia, marcado por peregrinaciones a Roma, la confesión, la comunión y la realización de obras de misericordia. El Jubileo Ordinario más reciente fue en el año 2000, bajo el pontificado de San Juan Pablo II, y el próximo está programado para el 2025.
Jubileo Extraordinario: Es convocado en ocasiones especiales, cuando el Papa considera que la Iglesia necesita un tiempo especial de gracia. Un ejemplo reciente es el Jubileo de la Misericordia, proclamado por el Papa Francisco en 2015-2016, que se centró en la importancia de la misericordia divina y en la necesidad de que los fieles la practiquen en su vida diaria.
El Papa Francisco convoca al Jubileo 2025 con la Bula Spes non confundit», «la esperanza no defrauda» (Rm 5,5).
Iniciemos la cita en Rom 5, 3 para comprenderla mejor: “… no nos acobardamos en las tribulaciones, sabiendo que la prueba ejercita la paciencia, que la paciencia nos hace madurar y que la madurez aviva la esperanza, la cual no quedará frustrada, pues ya se nos ha dado el Espíritu Santo, y por él el amor de Dios se va derramando en nuestros corazones.”
El Papa subrayó que este año será un año Santo caracterizado por la esperanza; una esperanza que no declina, la esperanza puesta en Dios y rezó para que nos ayude a recuperar la confianza necesaria tanto en la Iglesia como en la sociedad , en los vínculos interpersonales , en las relaciones internacionales, en la promoción de la dignidad de toda persona y en el respeto de la creación.
Aspectos a conocer:
1.- Logo del Jubileo
El logo representa cuatro figuras estilizadas que indican la humanidad proveniente desde los cuatro rincones de la tierra. Abrazadas entre ellas, indican la solidaridad y la fraternidad que une a los pueblos. La primera figura está aferrada a la cruz. Es el signo no solo de la fe que abraza, sino también de la esperanza que nunca puede ser abandonada, porque necesitamos siempre de ella, sobre todo en los momentos de mayor necesidad. Es útil observar las olas que la rodean y que están en movimiento, porque muestran que la peregrinación de la vida no siempre pasa por aguas tranquilas. Muchas veces las experiencias personales y los eventos del mundo exigen con mayor intensidad el llamado a la esperanza. Es por esto que se debe subrayar la parte inferior de la cruz que se alarga transformándose en un ancla y que se impone sobre el movimiento de las olas. Bien sabemos que el ancla ha sido usada como metáfora de la esperanza. De hecho, el ancla de la esperanza es el nombre que en la jerga marina se da al ancla de reserva usada por las embarcaciones para hacer maniobras de emergencia que permitan estabilizar la barca durante las tormentas. No se olvide el hecho de que la imagen muestra cómo el camino del peregrino no es un hecho individual, sino comunitario con la impronta de un dinamismo en crecimiento que tiende cada vez más hacia la cruz. La cruz no es estática, sino dinámica y se curva hacia la humanidad, saliendo a su encuentro y no dejándola sola, ofreciendo la certeza de la presencia y la seguridad de la esperanza. Se destaca, finalmente, con color verde el lema del jubileo 2025: Peregrinantes in Spem.
- -Mascota:
La mascota de dibujos animados del Vaticano para el Jubileo 2025, se llama “Luce” , que significa “luz” en italiano, está destinada a atraer a un público más joven y guiar a los visitantes a través del año santo.
El arzobispo Rino Fisichella, principal organizador del Vaticano para el jubileo, describió a la mascota como parte del objetivo del Vaticano de comprometerse con “la cultura pop tan querida por nuestros jóvenes”.
La mascota debutará esta semana en Lucca Comics and Games, la célebre convención italiana de todo lo relacionado con los cómics, los videojuegos y la fantasía, donde el Dicasterio para la Evangelización del Vaticano acogerá un espacio dedicado a “Luce y sus amigos”.
Será la primera vez que un dicasterio del Vaticano participe en un congreso de cómics. Mons. Fisichella, que ejerce como proprefecto de la sección de nueva evangelización del Dicasterio para la Evangelización, dijo que espera que su participación en el congreso “nos permita hablar a las generaciones más jóvenes sobre el tema de la esperanza, que es más central que nunca en el mensaje evangélico”.
Luce, vestida con un impermeable amarillo, unas botas manchadas de barro y una cruz de peregrino, tiene la misión de guiar a los jóvenes peregrinos hacia la esperanza y la fe, acompañada por su fiel perro Santino. En sus ojos brillan conchas que recuerdan a la vieira del Camino de Santiago, un emblema de la peregrinación. Mons. Fisichella describió los ojos brillantes de Luce como “un símbolo de la esperanza del corazón”. El impermeable amarillo de marinero de Luce es un guiño tanto a la bandera del Vaticano como a viajar a través de las tormentas de la vida. Las botas embarradas de la mascota representan un viaje largo y difícil, mientras que su bastón simboliza la peregrinación hacia la eternidad.
El Papa en la LIX Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, el 24 de este mes, nos insta acompartir con mansedumbre la esperanza que hay en sus corazones y afirma: “En nuestro tiempo, marcado por la desinformación y la polarización, donde pocos centros de poder controlan un volumen de datos e informaciones sin precedentes, me dirijo a ustedes convencido de cuán necesario —hoy más que nunca— sea su trabajo como periodistas y comunicadores. Su valiente compromiso es indispensable para poner en el centro de la comunicación la responsabilidad personal y colectiva hacia el prójimo.
Pensando en el Jubileo que celebramos este año como un período de gracia en un tiempo tan turbulento, quisiera con este Mensaje invitarlos a ser comunicadores de esperanza, comenzando por una renovación de su trabajo y misión según el espíritu del Evangelio.
Da énfasis en algunos aspectos:
-Desarmar la comunicación
Hoy en día, con mucha frecuencia la comunicación no genera esperanza, sino miedo y desesperación, prejuicio y rencor, fanatismo e incluso odio. Muchas veces se simplifica la realidad para suscitar reacciones instintivas; se usa la palabra como un puñal; se utiliza incluso informaciones falsas o deformadas hábilmente para lanzar mensajes destinados a incitar los ánimos, a provocar, a herir. Ya he afirmado en varias ocasiones la necesidad de “desarmar” la comunicación, de purificarla de la agresividad. Reducir la realidad a un slogan nunca produce buenos frutos. Todos vemos cómo —desde los programas de entrevistas hasta las guerras verbales en las redes sociales— amenaza con prevalecer el paradigma de la competencia, de la contraposición, de la voluntad de dominio y posesión, de manipulación de la opinión pública.
Existe también otro fenómeno preocupante, que podríamos definir como la “dispersión programada de la atención” a través de los sistemas digitales, que, al perfilarnos según las lógicas del mercado, modifican nuestra percepción de la realidad. De esa manera asistimos, a menudo impotentes, a una especie de atomización de los intereses, y esto termina minando las bases de nuestro ser comunidad, la capacidad de trabajar juntos por el bien común, de escucharnos, de comprender las razones del otro. Parece entonces que identificar un “enemigo” contra el cual lanzarse verbalmente sea indispensable para autoafirmarse. Y cuando el otro se convierte en “enemigo”, cuando su rostro y su dignidad se oscurecen para humillarlo y burlarse de él, también se pierde la posibilidad de generar esperanza. Como nos ha enseñado don Tonino Bello, todos los conflictos “encuentran su raíz en la disolución de los rostros” . No podemos rendirnos ante esta lógica.
Esperar, en realidad, no es fácil en absoluto. Decía Georges Bernanos que «sólo esperan los que han tenido el valor de desesperar de las ilusiones y de las mentiras en las que encontraban una seguridad que tomaban falsamente por esperanza. […] La esperanza es un riesgo que correr. Incluso es el riesgo de los riesgos» La esperanza es una virtud escondida, constante y paciente. Sin embargo, para los cristianos la esperanza no es una elección opcional, sino una condición imprescindible. Como recordaba Benedicto XVI en la Encíclica Spe salvi, la esperanza no es optimismo pasivo sino, por el contrario, una virtud “performativa”, es decir, capaz de cambiar la vida: «Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva»
-Dar razón con mansedumbre de la esperanza que hay en nosotros
En la Primera carta de Pedro (cf. 3,15-16) encontramos una síntesis admirable donde la esperanza se pone en relación con el testimonio y con la comunicación cristiana: «Glorifiquen en sus corazones a Cristo, el Señor. Estén siempre dispuestos a defenderse delante de cualquiera que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen. Pero háganlo con delicadeza y respeto». Quisiera detenerme en tres mensajes que podemos deducir de estas palabras.
«Glorifiquen en sus corazones a Cristo, el Señor»: la esperanza de los cristianos tiene un rostro, el rostro del Señor resucitado. Su promesa de estar siempre con nosotros a través del don del Espíritu Santo nos permite esperar contra toda esperanza y ver los rastros del bien escondidos, incluso cuando todo parece perdido.
El segundo mensaje nos pide que estemos preparados para dar razón de la esperanza que hay en nosotros. Es interesante observar que el Apóstol invita a dar cuenta de la esperanza a «cualquiera que les pida razón». Los cristianos, ante todo, no son aquellos que “hablan” de Dios, sino aquellos que reflejan la belleza de su amor, una forma nueva de vivir todas las cosas. Es el amor vivido el que suscita la pregunta y exige la respuesta: ¿por qué viven así?, ¿por qué son así?
En la expresión de san Pedro encontramos, finalmente, un tercer mensaje: que la respuesta a esta pregunta sea dada «con delicadeza y respeto». La comunicación de los cristianos —pero también diría que la comunicación en general— debería estar entretejida de mansedumbre, de proximidad, al estilo de los compañeros de camino, siguiendo al mayor Comunicador de todos los tiempos, Jesús de Nazaret, que a lo largo del trayecto dialogaba con los dos discípulos de Emaús haciendo arder sus corazones por el modo en el que interpretaba los acontecimientos a la luz de las Escrituras.
Por eso, sueño con una comunicación que sepa hacernos compañeros de camino de tantos hermanos y hermanas nuestros, para reavivar en ellos la esperanza en un tiempo tan atribulado. Una comunicación que sea capaz de hablar al corazón, no de suscitar reacciones pasionales de aislamiento y de rabia, sino actitudes de apertura y amistad; capaz de apostar por la belleza y la esperanza aun en las situaciones aparentemente más desesperadas; capaz de generar compromiso, empatía, interés por los demás. Una comunicación que nos ayude a «reconocer la dignidad de cada ser humano y [a] cuidar juntos nuestra casa común» (Carta enc. Dilexit nos, 217).
Sueño con una comunicación que no venda ilusiones o temores, sino que sea capaz de dar razones para esperar. Martin Luther King dijo: «Si puedo ayudar a alguien al pasar, si puedo alegrar a alguien con una palabra o una canción, […] entonces mi vida no habrá sido en vano». Para hacer esto debemos sanar de las “enfermedades” del protagonismo y de la autorreferencialidad, evitar el riesgo de discursos inútiles. Lo que logra el buen comunicador es que quien escucha, lee o mira pueda participar, pueda sentirse incluido, pueda encontrar la mejor parte de sí mismo y entrar con estas actitudes en las historias narradas. Comunicar de esa manera ayuda a convertirse en “peregrinos de esperanza”, como dice el lema del Jubileo.
Canción: https://youtu.be/o8OdbLYFP0A?si=bxXzIrY03e4Qt5wL
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Enero 2025.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.