María es la mujer elegida por Dios para ser la Madre de su Hijo. El privilegio de dar a luz al Salvador del mundo no podía darse a cualquiera. Solo una mujer con una fe sobresaliente, un carácter extraordinario y un corazón puro sería apropiada para tal honor.
Encontramos información sobre el hermoso carácter de María (Lucas 1:26-56) en el libro de Lucas, cuando responde a la noticia del ángel Gabriel de que María daría a luz al niño más importante del mundo.
Entonces, ¿por qué María fue elegida para ser la madre del hijo de Dios, Jesús? ? Por su fuerte fe, humildad, confianza en Dios y carácter extraordinario. Ella se sometió a la voluntad de Dios incluso en circunstancias aparentemente imposibles y accedió de buena gana a seguir la voluntad de Dios para su vida, cualquiera que fuera.
María tuvo humildad – ella no estaba llena de orgullo. Cuando Gabriel le dijo que era muy favorecida por Dios, ella se turbó y confundió. Si estaba orgullosa, es posible que se regocijara de inmediato y se preguntara cómo se beneficiaría de que le dijeran que estaba a favor.
Después de la conmoción de esta sorprendente noticia, preguntó inteligente y pensativamente cómo sería. ocurrir. Una vez dicho, ella dijo en Lucas 1:38: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”.
Qué ¡una respuesta humilde y apropiada a esta experiencia inusual pero maravillosa!
Nosotros somos el pueblo escogido de Dios, desde antes de la fundación de mundo. ¿Puedes creer esto? ¿lo estás viviendo?
Algunas citas bíblicas, así lo afirman:
“Porque tú eres pueblo santo para el SEÑOR tu Dios; el SEÑOR tu Dios te ha escogido para ser pueblo suyo de entre todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra.” Deut 7, 6.
El Papa Francisco nos dice : “El Señor nos ha elegido, se “ha implicado con nosotros en el camino de la vida” y “nos ha dado a su Hijo y la vida de su Hijo por nuestro amor”. Explicó el modo de alabar a Dios porque “en el corazón de Jesús nos da la gracia de celebrar con alegría los grandes misterios de nuestra salvación, de su amor por nosotros”, es decir, celebrando “nuestra fe”.
De modo especial el Pontífice se detuvo en dos palabras contenidas en el pasaje bíblico, a saber: elegir y pequeñez…
“Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os escogí a vosotros, y os designé para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os {lo} conceda.” Jn 15, 16, el Pontífice nos dice que no hemos sido nosotros quienes lo elegimos a Él, sino que es Dios quien se ha hecho “nuestro prisionero”: “Se ha ligado a nuestra vida, no puede separarse. ¡Ha jugado fuertemente! Y permanece fiel en esta actitud. Hemos sido elegidos por amor y ésta es nuestra identidad. ‘Yo he elegido esta religión, he elegido…’: No, tú no has elegido. Es Él quien te ha elegido a ti, te ha llamado y se ha unido. Y ésta es nuestra fe. Si nosotros no creemos esto, no entendemos lo que es el mensaje de Cristo, no comprendemos el Evangelio”.
El Señor se ha ligado a ti, y te ha elegido, no por ser el más numeroso de todos los pueblos (al contrario, eres el menos numeroso Deut 7,7.
El Obispo de Roma recordó que Moisés especifica que el Señor ha elegido al pueblo de Israel porque es “el más pequeño de todos los pueblos”:
“Se ha enamorado de nuestra pequeñez y por esto nos ha elegido. Él elige a los pequeños: no a los grandes, a los pequeños. Y Él se revela a los pequeños: ‘Has escondido estas cosas a los sabios y a los doctos y las has revelado a los pequeños’. Él se revela a los pequeños: si tú quieres comprender algo del misterio de Jesús, abájate: hazte pequeño. Reconoce que eres nada. Y no sólo elige y se revela a los pequeños, sino que llama a los pequeños: ‘Vengan a mí, todos ustedes que están cansados y oprimidos: yo les daré descanso’. Ustedes que son los más pequeños, por los sufrimientos, por el cansancio… Él elige a los pequeños, se revela a los pequeños y llama a los pequeños. Pero, ¿a los grandes no los llama? Su corazón está abierto, pero los grandes no logran oír su voz porque están llenos de sí mismos. Para escuchar la voz del Señor, es necesario hacerse pequeños…
El Santo Padre subrayó que la elección de humillarse a sí mismo y de “anonadarse hasta la muerte” en la Cruz “es una elección hacia la pequeñez para que la gloria de Dios se manifieste”. Del cuerpo de Cristo traspasado por el soldado con una lanza “salió sangre y agua” – agregó el Papa – y “éste es el misterio de Cristo”. Un “corazón que ama, que elige, que es fiel” y que “se une a nosotros, se revela a los pequeños, llama a los pequeños, se hace pequeño”:
En Ef 1,1. 4-5 San Pablo nos dice que “Jesús por voluntad de Dios,a los santos que (en Efeso)están y perseveran en Cristo, nos eligió antes de que creara el mundo, para estar en su presencia santos y sin mancha. En su amor nos destinó de antemanopara ser hijos suyos en Jesucristoy por medio de él. Así lo quiso y le pareció bien.
Vemos, pues que cuando Pablo escribió la carta a la iglesia en Éfeso, comenzó enfatizando que ¡ellos fueron escogidos por Dios desde antes de la fundación del mundo!
Este es un trabajo y desarrollo al cual nosotros también hemos sido llamados a participar. Este trabajo producirá frutos en nuestras vidas. (Efesios 5, 9)
Una parte importante y básica de nuestra fe es creer que somos escogidos por Dios; asimismo, Él, quien nos ha llamado, completará la obra que ha comenzado en nosotros.
Dios no llama ni escoge a nadie al azar. Él preparó todo desde antes de la fundación del mundo y durante el tiempo de gracia en Jesucristo, lo hizo posible a través de su vida, muerte y resurrección. Gracias a Él obtuvimos el perdón de pecados (Ef 1, 7), y podemos crecer en toda sabiduría e inteligencia a través de la abundante gracia que nos ha sido dada. (v.8)
¡No hay mejor llamado ni mejor vida que el llamado celestial que Dios nos ha dado! Piensa cuán increíble es formar parte de la obra y desarrollo que Dios está haciendo cada momento.
Dios no nos pregunta sobre nuestro pasado, ni por nuestro origen familiar o por aquello que podemos lograr por nuestra propia cuenta. Él nos llama para ser discípulos de Jesús.
No sé si en alguna te has preguntado: ¿Cómo logra Jesús, en sólo tres años, inaugurar toda una revolución del mundo, una transformación profunda de hombre y pueblos?
La respuesta es porque utiliza una estrategia muy adecuada: se dedica a formar y preparar testigos, instrumentos, enviados suyos – es decir – apóstoles.
En los Evangelios nos cuentan la elección de los doce apóstoles. Nos invita a reflexionar un momento sobre este grupo tan especial que son sus apóstoles.
Si nos fijamos en los Evangelios, nos llama la atención el hecho de que Jesús en su vida pública casi nunca aparece solo. En todo momento le vemos rodeado de sus doce o de algunos de ellos. Son como su sombra, su permanente compañía. Tampoco les vemos jamás a ellos solos. Jesús puede aparecer sin la multitud, pero no sin ese grupo de amigos. Están asociados a sus enseñanzas, a sus obras, a su tarea. Son sus prolongadores, sus continuadores; no sólo amigos ocasionales, que mañana podrían alejarse.
Un segundo aspecto es que se trata de un grupo fijo. No son unos cuantos amigos, que hoy están unos y mañana otros, los apóstoles forman una unidad irrompible. Son un conjunto, un colegio con un número muy definido: doce. Con este nombre, “los doce” se les designa casi siempre en el evangelio. Otras veces se les llamará los doce discípulos o apóstoles. La lista del grupo se repite varias veces en el evangelio y a veces se cambia un poco el orden de la cita, pero nunca se introducen nombres nuevos, ni falta ninguno de esos doce elegidos.
Y los propios apóstoles consideran, después de la muerte de Jesús, importante ese número. Por ello elegirán a Matías para cumplir la falta de Judas.
Pero el dato más llamativo es que esos doce han sido elegidos para algo muy concreto. Jesús no se limita a darles una enseñanza, como hace con la multitud. No les expone una serie de verdades que ellos pueden aceptar o no. Lo que les confiere Jesús es una misión. Es una misión que les compromete totalmente. En ella se juegan su condición de elegidos.
Y no se trata de una misión cualquiera. No tienen que hacer una parte de la tarea de Cristo – no son sus ayudantes. Tienen la misma misión de Jesús: “Como me envió mi Padre, así yo os envío yo a vosotros” (Jn 20, 21). Y ellos no serán simples “cronistas”, no tendrán sólo que contar lo que Cristo hizo. Deberán continuarla, hacerla suya, prolongarla. “Id y enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19).
Y se trata de una misión salvadora: una misión para la que ningún hombre está capacitado, si no recibe su poder especial de lo alto. Porque es la misma misión de Cristo. Por eso, Jesús les entrega el Espíritu Santo. Porque sólo con esa fuerza sobrenatural y sobrehumana podrán intentar realizarla.
Con ello queda claro que se trata de una misión permanente. Serán los testigos y representantes auténticos de Cristo. “Quien os recibe a vosotros, a mí me recibe” (Mt 10, 40). Serán más que simples portadores de su mensaje, serán auténticos actores de la obra de Dios.
Y para poder realizar esta tarea sobrehumana, recibirán también poderes sobrehumanos: Jesús les da poder de perdonar pecados; les entrega las llaves del Reino. Y les da también “la autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia”.
Y todo esto no es una misión que pueda realizar cada uno por su cuenta, sino únicamente todos juntos. Por eso deben “ser uno” (Jn 17, 20) porque trabajando unidos será como el mundo creerá. Y a partir de sus apóstoles, sus seguidores de todas las naciones constituirán un pueblo nuevo, pero unido en torno a Cristo. Es la “pequeña grey” a la que su Padre dará el Reino.
Entonces es momento de hacernos personalmente la pregunta ¿Qué significa ser elegida por el Señor? Creo que es necesario entrar en lo más profundo e íntimo de mí para poder encontrar una respuesta. No la respuesta que yo misma me doy, que formulo con mis ideas, pues ser elegida por Ti , es un misterio tan grande y hermoso que por uno misma no puede resolver. Es una respuesta que Tú me das.
Ser elegida por el Señor, tiene su raíz en su amor infinito y eterno. Un amor hecho carne, que ha bajado hacia nosotros, que ha puesto su mirada en el corazón de cada alma, que ha puesto su mirada en mí. Es Jesús mismo quien se ha adelantado, como lo vimos, quien ha querido y deseado elegirme. Él, quien vino a darlo todo por cada uno, fija su mirada de amor en mí. Ser elegida por el Señor es ser amada por Él, y responder a su amor con amor, pues solo se es capaz de amar cuando se ha experimentado la profunda convicción de ser amado.
Lo extraordinario de todo esto es que debido a la extraordinaria entrega y fidelidad de los apóstoles y por gracia y amor de Dios, todos nosotros formamos parte de esa grey del Señor, de esa Iglesia que Él ha fundado.
Somos apóstoles suyas, y como tales a nosotros, a vos y a mí nos ha elegido, nos ha llamado a ser Betanias para la misión de servirle.
¡Servir a Dios es tremendamente esperanzador y gratificante! Y es posible para todos aquellos que toman su llamado celestial y creen en el poder creador que está en Dios. Él puede crear una obra gloriosa en aquellos que son fieles a su llamado. Uno no puede encontrar esta oportunidad gloriosa en uno mismo, en otros lugares o en otras fuentes. No tomes en cuenta tu pasado o de dónde vienes, mantén la fe en el poder y la ayuda que Dios nos ha dado a través del evangelio, y ¡es ahí donde encontramos toda bendición espiritual en Cristo para todos los que le obedecen! (Hebreos 5:9).
Canción
https://youtu.be/4EVWvHXjTM4?si=1fh7n-k-NiIUzhPr
Fuentes:
https://cristianismoactivo.org/escogidos-por-dios-para-que-fuimos-escogidos
https://www.es.catholic.net/op/articulos/42407/meditacionBoletin.html?eti=11278
https://radiomaria.org.ar/papa-francisco/senor-se-ha-enamorado-nuestra-pequenez-nos-ha-elegido/
https://www.biblia.work/articulos/por-que-dios-eligio-a-maria-para-ser-la-madre-de-jesus/
Recopilado por Rosa Otárola D, /
Setiembre 2023.
“Piensa bien, haz el bien, actúa bien y todo te saldra bien”
Sor Evelia 08/01/2013.